Carmen de Carlos - EN EJE

Escrache de mujer

Las que se manifestaron en Madrid el 8-M con pancartas contra la prostitución denunciaron que recibieron más tortas que besos

Manifestación por el 8M en Madrid ISABEL PERMUY

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El escrache ha vuelto o, quizás, nunca se fue. La palabrita, invento argentino en plena crisis del 2001, ya no tiene fronteras ni necesita traducción. El último escrache fue cosa de mujeres, de algunas que, cada año, se parecen más a los hombres de la barbarie que a los de la civilización.

Las mujeres que se manifestaron en Madrid el 8-M, con pancartas en contra de la prostitución, denunciaron que recibieron más tortas que besos y con navajas, les rasgaron sus carteles. Por orgullo no lloraban (yo, sigo haciéndolo) pero se sentían ultrajadas por aquellas que se habían tirado a la calle a defender a… la mujer.

Pareciera que si no piensas como la manada ultra de ministras podemitas y radicales del PSOE, no tienes derecho a nada. No existes, eres la peste y te mandan al Burger King o te expulsan de su territorio que también, aunque no lo parezca, es tuyo.

El coronavirus, en rigor un escrache al sistema sanitario universal, suspendió la cita de hoy en la Casa de América, donde iba a escuchar historias de mujeres dominicanas que se han hecho hombres. Dicho de otro modo, que frente a viento y marea, lograron poner pie en tierra firme con su vida y su profesión. Todas, a su manera, llegaron pero todas, sufrieron también los escraches de los suyos, de los nuestros y de las otras.

Las mujeres, nosotras, somos de tantas clases como los hombres. Trabajadoras, vagas, buenas, malas, regulares, arpías, déspotas, mal criadas, con talento, sin él y algunas, geniales. También las hay inteligentes sin más, idiotas y completamente imbéciles. El género humano es así. Ellos, algunos, también son así, pero con mucha más frecuencia tienen el poder. Unos, lo ejercen con justicia aunque la tendencia, seamos sinceros, suela ser aprovecharse de la debilidad de ellas. Las de las estadísticas lo ilustran con números (vale lo mismo que él pero cobra menos) y en cargos, ocupados en su mayoría por ellos. Y ellos, en general, se lo merecen pero las otras, también.

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