Un hombre sostiene un cartel que reza: «Yo también fui refugiado» en Hungría
Un hombre sostiene un cartel que reza: «Yo también fui refugiado» en Hungría - AFP

La abstención amenaza el referéndum húngaro sobre los refugiados

El Gobierno ganará, pero necesita una participación de más del 50% para que la consulta sea vinculante

ENVIADO ESPECIAL A BUDAPEST Actualizado: Guardar
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El Gobierno húngaro reconoce dificultades para movilizar al electorado a acudir al referéndum de mañana, en el que pide el rechazo a las cuotas de inmigrantes que pudiera imponer la Unión Europea. El resultado será abrumador a favor del rechazo a las cuotas, tal como pretende el Gobierno. La única duda está en esa participación. Salvo pequeños grupos de oposición de la izquierda liberal urbana no hay partidarios de una acogida de refugiados. Ayer, los citados grupos de artistas e intelectuales de izquierdas que defienden ese «welcome refugees» apenas reunieron en un mitin fin de campaña a cinco mil personas en una Budapest de mas de dos millones. El Partido Liberal tiene 5 escaños; los cristianodemócratas, 16; el ultraderechista Jobbik

, 23; los socialistas, 29, y Fidesz, 119. Como la oposición socialista se ha refugiado en el boicot al referéndum, los partidarios de dar un «sí» a posibles cuotas europeas son una minúscula minoría en el Parlamento como en la calle. La actitud general entre la población, incluida la gente joven, está marcado por un rechazo contundente a una inmigración que se relaciona directamente con el islamismo. «No podemos correr el riesgo», dicen los carteles oficiales que invitan a votar «no» el domingo. Y la propaganda sobre los problemas generados por la inmigración musulmana en Europa occidental es constante.

El vicepresidente del Parlamento y del partido gubernamental Fidesz, Gergely Gyulas, en conversación ayer con ABC en el Parlamento quitó importancia a alcanzar el 50% que convierte en vinculante este referéndum y dijo que cualquier cifra similar a la que aprobó la entrada en la UE o la OTAN, unos tres millones y ambos por debajo de la mitad del electorado, cumple no la obligación legal pero sí el papel político que el primer ministro, Viktor Orban, confiere a la consulta. Como arma frente a la UE, que podría pretender imponer unas cuotas permanentes de refugiados. A esto se niegan rotundamente el Gobierno húngaro y también la población. Nadie duda de que el voto emitido será de rechazo. Pero con una participación electoral que nunca pasa del 65%, la movilización del 50% del electorado para votar sobre un resultado que se da por hecho está costando mucho.

Denuncias de la oposición

Fuentes de la muy débil oposición liberal de izquierdas señalan que el Gobierno ha advertido a los ayuntamientos que aquellos que no logren una alta participación serán los primeros candidatos a recibir refugiados en cualquier reparto. Y también hay instrucciones a los empleados públicos de acudir a las urnas.

Al igual que el primer ministro Orban, en una larga entrevista en Radio Kossuth, el vicepresidente Gyulas, a sus 35 años hombre fuerte en el partido, dejó claro que su Gobierno va a impedir en todo caso que una decisión tan terriblemente transcendental como unos flujos migratorios que determinarían la composición étnica, religiosa y cultural de Hungría se tome fuera de sus fronteras. Budapest está dispuesta a la ayuda exterior con la UE y a una mayor cooperación, pero rechaza radicalmente una inmigración que construye sociedades paralelas como las que existen en países con pasado colonial o mucha inmigración laboral como Francia, Reino Unida, Bélgica, o Alemania. «Aceptamos de buena gana que favorezcan ese tipo de sociedad pero deben respetar nuestra decisión de no hacer lo mismo. Bruselas no puede decidir en contra de las voluntades nacionales estas cuestiones». Gyulas dijo que catastróficas actitudes recientes de gobernantes occidentales y de Bruselas son culpables del Brexit. Este no se habría producido, señala, sin el caos migratorio del pasado año, «en el que las élites dirigentes europeas aplaudían la anarquía en las fronteras y nos demonizaban a los únicos que cumplíamos las leyes».

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