Daniel Scioli y Mauricio Macri, los dos principales candidatos a la presidencia argentina
Daniel Scioli y Mauricio Macri, los dos principales candidatos a la presidencia argentina - reuters

El oficialista Scioli parte como favorito y aspira a evitar una segunda vuelta

Las denuncias de fraude en las pasadas primarias han obligado a la oposición a adoptar medidas sin precedentes para evitar el juego sucio

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Hoy, más que ayer, es el primer día del resto de la vida de Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Rosada. Este domingo, los argentinos deciden si quieren que el peronista Daniel Scioli, el elegido de la presidenta (por resignación más que por amor) sea proclamado en primera vuelta o prefieren que dispute una segunda con el liberal Mauricio Macri, segundo en intención de voto, opositor y representante de la coalición Cambiemos. También hoy, Sergio Massa, peronista y exkirchnerista, confía en dar la sorpresa y que el tercer puesto que le adjudican, sin vacilaciones, los sondeos se convierta en segundo y provoqué un «ballotage» o segunda vuelta. Esto y mucho más, pasa hoy en una Argentina donde el mañana es una incógnita que debe despejarse en las próximas horas.

Ningún sondeo se arriesga a apostar con contundencia un pronóstico para el escrutinio de esta noche. Las encuestadoras se cubren las espaldas con el llamado «margen de error». En ese escenario Scioli (Frente para la Victoria) podría cruzar la frontera del 40 por ciento y superar a Mauricio Macri por más de diez puntos. Con eso –que no es poco– le bastaría para consagrarse sucesor de la viuda de Néstor Kirchner para los próximos cuatro años.

Tres de cada diez argentinos decidirá cuando esté frente a las urnas a quién va a votar. Este escenario, según un estudio de la consultora Management & Fit, deja aún más abierto un final de carrera al poder que puede ser más accidentado de lo previsto.

Las denuncias de actos fraudulentos en las PASO (Primarias Abiertas Obligatorias y Simultáneas) o en las elecciones provinciales a gobernador en Santa Fe y Tucumán –por citar las más polémicas– han obligado a la oposición –y hasta al sindicalismo– a adoptar medidas sin precedentes en los comicios argentinos. Un ejército de voluntarios recibió adiestramiento adecuado para fiscalizar y evitar que se repitan escenas que forman parte de la memoria colectiva: cambio de urnas, desaparición de papeletas, falsificación de telegramas y, entre otras irregularidades, compra de votos.

En simultáneo se han desarrollado aplicaciones para dispositivos móviles y un recuento paralelo. También para evitar fraude o cambiazos en el Correo Argentino, José Torello, apoderado de Cambiemos, envió cuatrocientas intimaciones a «cada director, gerente y responsable de los 235 centros de recolección de carga de telegramas» para que cumplan con la obligación de «entregar» a las «autoridades de mesa» los datos, según recoge el diario Infobae.com

En este contexto, la empresa española Indra está bajo la lupa y, atenta a las sugerencias, se propone hacer un «chequeo doble» para evitar suspicacias.

Bajo sospecha

El clima de desconfianza es inmenso y está instalado en un sistema de votación bajo sospecha. Hugo Haime, titular de la consultora Hugo Haime y Asociados, considera que «las picardías se dan en todas partes» y recuerda las «elecciones de George Bush y Al Gore». Dicho esto, cree que «el fraude es una idea montada para cuestionar el resultado electoral… Acarrear gente, dar plata (dinero) y prácticas de esa naturaleza no son definitorias. El votante dice: dame, dame y luego, en el cuarto oscuro, vota a quien le da la gana». Eso explica, a su juicio, que, habitualmente, «los sondeos preelectorales estén tan cerca del escrutinio final».

La periodista Laura Serra, del diario «La Nación», comprobó que en las primarias de agosto, de 16.311 telegramas revisados, el 48 por ciento presentaba irregularidades. Haime reconoce que «quizás un puntito» pueda arrebatarse con el fraude. En cualquier elección no inclinaría la balanza pero ésta, es diferente.

Son las elecciones más abiertas desde las de 2003, en las que ganó Néstor Kichner

En estos comicios y en el «ballotage atenuado» –como se refiere Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, al sistema de doble vuelta– «un voto» puede cambiar el futuro. Tanto para los candidatos a presidente como para elegir al gobernador de la provincia de Buenos Aires, donde no hay segunda vuelta. María Eugenia Vidal (Cambiemos) mantiene un pulso en la mayor provincia de Argentina con Aníbal Fernández, jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner vinculado a una red de narcotráfico que investiga la justicia. Fernández lleva una ventaja de entre cuatro y seis puntos, según diferentes encuestas, pero la candidata confía en que los indecisos le den el empujoncito final y pueda adelantarle en la recta final de hoy. Hugo Haime lo ve «muy difícil: tendría que caer mucho Scioli en la provincia y que hubiera mucho corte de boleta» (votar a presidente de un partido y legisladores o gobernador de otro).

Rosendo Fraga reconoce, con ironía, la incertidumbre electoral: «Son las elecciones más abiertas, junto a las del año 2003, en las que ganó Néstor Kirchner. Entonces, era seguro que había ballotage y… no lo hubo». Carlos Ménem, pese a ser el más votado con el 34 por ciento, se retiró y dejó que Néstor Kirchner gobernará con apenas el 22 por ciento. La Cámara Electoral ya adelantó que la noche será larga y que no habrá resultados oficiales provisionales hasta medianoche (05.00 horas en España). Para los resultados definitivos, habrá que esperar diez días más.

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