Un habitante de la franja de Gaza muestra su mano ensangrentada tras los enfrentamientos con soldados israelíes en los que murieron cinco jóvenes palestinos
Un habitante de la franja de Gaza muestra su mano ensangrentada tras los enfrentamientos con soldados israelíes en los que murieron cinco jóvenes palestinos - efe

Gaza paga con sangre su apoyo a las movilizaciones por Al Aqsa

Los medios israelíes califican la escalada de violencia de «tercera intifada»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El mayor de los cinco tenía 22 años, el menor 15. Salieron de las mezquitas tras la oración de un nuevo «viernes de la ira» en el que Hamás llamó a «apoyar la batalla por Jerusalén y por Al Aqsa y apoyar la bendita intifada a pesar del dolor, el bloqueo y las conspiraciones», según proclamó el dirigente islamista Ismael Haniye, y se encontraron con los disparos del Ejército.

Alentados por esta llamada a la lucha cientos de jóvenes se acercaron en la localidad de Jan Younis a la verja que separa Gaza de Israel armados con piedras y cócteles molotov y al menos cinco fueron abatidos, «los principales instigadores», según declaró el Ejército a la agencia palestina Maan. Hubo decenas de heridos que fueron evacuados a los hospitales de la Franja.

La sangre de estos cinco jóvenes se suma a la derramada en los últimos días en Israel y los territorios ocupados en una escalada de violencia que los medios israelíes califican de «tercera intifada», aunque de momento está lejos de parecerse a lo vivido en los dos anteriores alzamientos palestinos.

En un minuto Israel causó más bajas al bando enemigo que las que ha sufrido desde que hace diez días un matrimonio de colonos fuera acribillado a tiros a las puertas de un asentamiento. Fue la chispa que prendió por enésima vez un conflicto entre israelíes y palestinos que desde hace meses se complica debido a los problemas en la Explanada de las Mezquitas, o Monte del Templo, según lo conocen los judíos. Los grupos radicales judíos, cada vez con más peso en la política nacional, exigen una variación de statu quo que no les permite orar en este lugar santo, pero los musulmanes no lo aceptan. Desde el jueves doce palestinos han muerto (cuatro de ellos autores de ataques, otro al que acusan de haber cometido un ataque aunque la familia lo niega, dos más durante enfrentamientos con fuerzas de seguridad israelíes en disturbios de Cisjordania, y los últimos cinco en Gaza), y cuatro israelíes han perdido la vida en ataques palestinos.

Psicosis en Israel

Mientras en Gaza y Cisjordania se disparan balas reales, al otro lado del muro lo que preocupa a los israelíes es la oleada de ataques palestinos con cuchillos que han dejado más de catorce heridos en las últimas 48 horas. Acciones de lobos solitarios que, por primera vez, vieron como un judío con ganas de vengar los ataques anteriores hirió con cuchillo a cuatro árabes en Dimona, al sur del país. También se produjo otro intento de apuñalamiento en la zona este de Jerusalén y un tercero en Afula, al norte del país, donde la agresora fue abatida a tiros.

El «viernes de la ira» llevó a las fuerzas de seguridad a blindar la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se volvió a imponer la edad mínima de 50 años para poder rezar en Al Aqsa. «Somos las víctimas de esta ocupación, llevamos años de represión y nuestros jóvenes no pueden más, por eso han explotado y no les importa morir si se pueden llevar por delante a un israelí. Al Aqsa es la gota que ha colmado nuestra paciencia, lo quieren todo, pero no lo tendrán», confesaba Mohamed Ali, vendedor de la Ciudad Vieja.

Ver los comentarios