Protestas en Roma este jueves
Protestas en Roma este jueves - REUTERS

El alcalde de Roma presenta su dimisión tras la polémica sobre el mal uso de fondos públicos

También se ha visto salpicado por varios escándalos, como las infiltraciones del crimen organizado en su Ayuntamiento

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El caos de Roma, su mala administración y deterioro político han llevado a la Ciudad Eterna al borde del precipicio, obligando a su alcalde a dimitir. El alcalde de Roma, el médico Ignazio Martino, del Partido Democrático (PD), centro izquierda, ha dimitido por su incompetencia y al verse salpicado también por corruptelas.

En una ciudad donde la mafia había extendido sus tentáculos incluso en la administración local y regional, con decenas de empresarios y políticos encarcelados, en un escándalo conocido como «Mafia Capital», Ignazio Marino se había ganado fama de honesto. Por eso era soportado, aunque su gestión era muy criticada: Los romanos estaban hartos del caos de una capital en la que abundan la suciedad, los baches, una insoportable burocracia y un tráfico enloquecido.

Teniendo en cuenta que solo faltan dos meses para que comience el Jubileo de la Misericordia, el primer ministro, Matteo Renzi, intentó, para no dañar la imagen de la capital, que el alcalde Marino se mantuviera en su puesto hasta el final del Jubileo. Pero al final, una serie de errores políticos de Ignazio Marino y su comportamiento personal, han obligado al propio Renzi a darle un ultimátum para que presentara su dimisión.

Meteduras de pata

Entre las últimas meteduras de pata del alcalde está su viaje a Filadelfia para encontrarse allí con el Papa Francisco, sin haber sido invitado, aunque él manifestó públicamente que sí había recibido la invitación. Y en estos días, la prensa publica recibos de sus pagos con la tarjeta de crédito que el ayuntamiento romano le había ofrecido para gastos de representación, pero muchas de sus comidas que él justificaba como invitaciones a personalidades, en realidad eran con su mujer o familiares. Por ejemplo, el embajador de Vietnam, que figuraba como invitado por el alcalde en un restaurante, ha manifestado que él nunca comió con Ignazio Marino.

El alcalde ha dicho que se marcha «por el interés de Roma». En una larga carta dirigida a los romanos, Marino elogia su gestión, porque según él se ha enfrentado a los grupos de presión y ha desenmascarado a la mafia y otros poderes criminales. Tras advertir que teme que ahora, tras su marcha, «regrese la mafia y la corrupción a la capital», Ignazio Marino concluye subrayando que se da «veinte días para repensar su decisión».

Sin apoyo

En cualquier caso, su abandono será definitivo, porque no tiene ningún apoyo. Roma será gobernada momentáneamente por un comisario impuesto por el gobierno y seguramente en primavera habrá nuevas elecciones municipales.

Los dos años de Marino al mando de la ciudad se cierran con una gestión desastrosa, que puede tener repercusiones también muy negativas para el Partido de Renzi, el PD. No se recuerda en mucho tiempo una ciudad con tal grado de deterioro. Para el gobierno Renzi la preocupación inmediata es el Jubileo, que se inaugura el 8 de diciembre, un Año Santo en el que se esperan unos 30 millones de turistas en la capital.

Algunas de las pocas obras previstas no se han acabado, y otras ni siquiera se han comenzado. No todo era culpa de Ignazio Marino, pues heredó una ciudad muy mal administrada por su antecesor, Gianni Alemanno, indagado en el escándalo «Mafia Capital» y que llevó a fascistas al ayuntamiento. Pero Ignazio Marino ha sido tan criticado que casi ha hecho olvidar la gestión de su antecesor.

Inevitablemente, los romanos recuerdan ahora la anécdota con la que Marino inauguró su mandato: el alcalde amaba trasladarse por Roma en bicicleta y se cayó aparatosamente, traicionado por un «sampietrino» de una plaza romana, presentándose a la cita con un ministro con los pantalones destrozados. Con mala estrella inició su andadura como alcalde. Y de forma precipitada se ha tenido que marchar, dejando la ciudad al borde del desastre.

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