Jeremy Corbyn, durante el congreso del Partido Laborista, este miércoles en Brighton
Jeremy Corbyn, durante el congreso del Partido Laborista, este miércoles en Brighton - reuters

Corbyn irrita a los suyos al decir que nunca apretaría el botón nuclear

Su responsable de Defensa lo acusa de minar al Partido Laborista con su postura contra la disuasión atómica

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La jornada de clausura del congreso del Partido Laborista en Brighton ha acabado con chispas en la cocina. El martes Jeremy Corbyn, pacifista e izquierdista radical, hizo un discurso contemporizador ante la asamblea tratando de apaciguar al sector moderado y cosechó grandes aplausos. Pero este miércoles el propio Corbyn ha echado gasolina al fuego al responder en una entrevista en BBC 4 Radio con un «no» a la pregunta de si siendo primer ministro apretaría el botón nuclear ante una emergencia bélica. Además pronunció una frase muy controvertida: «Las armas nucleares no ayudaron mucho a Estados Unidos en el 11-S».

La ministra de Defensa en sombra del equipo de Corbyn encabezó las críticas a sus palabras: «Estoy sorprendida de que respondiese así, porque hasta cierto punto mina al Partido Laborista.

No creo que un potencial primer ministro pueda responder así a la pregunta que se le hizo», dijo Maria Eagle.

«Lo que está diciendo es que va a bajar la guardia de nuestra defensa», dice Fallon

Hilary Benn, el ministro de Exteriores en la sombra, advirtió a su líder que debe respetar el deseo del partido de renovar los cuatro submarinos atómicos británicos, los «Trident». Corbyn, pacifista de siempre y líder durante la invasión de Irak de la plataforma Stop the War, se niega y sostiene que sería mejor dedicar a otras inversiones los 100.000 millones de libras que según algunos cálculos podría costar la operación. En la entrevista explicó que en el mundo solo hay ocho países que poseen la bomba atómica y que hay «187 que no la tienen y no sienten la necesidad de poseer armas nucleares para proteger su seguridad». España es uno de los que no ha querido buscar la bomba.

El Partido Conservador, que desde el triunfo de Corbyn hace dos semanas lo viene presentando como un «peligro para la seguridad nacional», se frota las manos con la polémica. «Lo que está diciendo es que va a bajar la guardia de nuestra defensa -ha dicho el ministro del ramo, Michael Fallon-, porque las armas de disuasión no funcionan si no estás dispuesto a utilizarlas».

Su postura contra el programa «Trident» de submarinos atómicos incluso le ha valido a Corbyn la crítica de unos de sus mayores aliados, los sindicatos, que defienden los empleos bien pagados y altamente cualificados que genera la industria armamentística. Además la posición del nuevo líder laborista concuerda con la de los separatistas del Partido Nacionalista Escocés, que también abogan por desmantelar el arsenal atómico, mayormente porque se alberga en la base naval de Clyde, en Escocia.

En 2028

En la base de Falsane de la Royal Navy, situada en el estuario de Clyde, están los cuatro submarinos atómicos «Vanguard», equipados cada uno con ocho misiles Trident II D-5, que navegan desde 1998. El Parlamento británico decidirá este año si son renovados o no. Los nuevos, llamados «Successor», entrarían en funcionamiento en 2028 y llevarían los mismos misiles, cuya vida útil expira en 2042. La mayoría de los parlamentarios laboristas apoyan que se acometa la inversión y Ed Miliband lo prometió en su campaña electoral del pasado mayo, pero el nuevo líder está en contra y quería que el congreso del partido se pronunciase al respecto. Los delegados se han negado, infringiéndole su primera derrota interna.

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