historia

El faro de Nixon

EE UU conmemora el centenario del nacimiento de Pat, la mujer que se mantuvo al lado del político aun en sus peores momentos

MADRID Actualizado: Guardar
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Contra viento y marea. Thelma Catherine Ryan, más conocida como Pat, fue un auténtico faro que permitió a Richard Nixon orientarse en medio de las embravecidas aguas por las que navegó su vida. Cada vez que su carrera política se daba por muerta y enterrada, el hombre que grabó el nombre de Yorba Linda, su localidad natal, en los libros de historia, resucitaba, haciendo gala de una asombrosa capacidad de superación. Por manipulador que fuera, nadie puede negar que el trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos poseía una indomable determinación. Triunfaría de un modo u otro. Había visto cómo la tuberculosis acababa con la vida de sus hermanos Harold y Arthur. Pero, más que con los hombres de su familia, la ambición redentora de 'Tricky Dick' tiene que ver con las dos grandes mujeres de su vida: su madre, Hannah, y su esposa, Pat, de cuyo nacimiento se cumplen este 16 de marzo cien años.

Richard y Pat nacieron en el seno de familias humildes. Él vino al mundo en Yorba Linda (California) y ella en Ely (Nevada). Pronto se vieron obligados a asumir grandes responsabilidades. Nixon combinaba sus estudios con el trabajo en la tienda de comestibles y en la gasolinera que tenían sus padres. La que acabaría siendo su esposa ayudaba en la granja situada en California en la que se había establecido su familia. Thelma tenía apenas doce años cuando su madre falleció de cáncer, y debió asumir el rol de ama de casa.

Los destinos de ambos se cruzaron a finales de los años treinta. Se conocieron al acudir a las audiciones para una obra de teatro. Nixon cayó rendido a los encantos de una mujer que ya por entonces había abandonado su nombre de pila en beneficio del apodo que le había puesto su padre, Pat, en honor de San Patricio, patrón de Irlanda, la cuna de sus antepasados. Siempre impulsivo, Nixon le pidió que se casará con él ese mismo día.

Románticas cartas

Acostumbrados a ver solo el lado oscuro del hombre que debió abandonar la Casa Blanca en medio del escarnio público, resulta chocante leer las románticas cartas que dirigía Nixon para cortejar a Pat y que se exhiben estos días en la Biblioteca y Museo Presidencial de Richard Nixon en Yorba Linda. "Quiero estar contigo noche y día. Y aún así no tengo el sentimiento de posesión egoísta o celoso", escribe quien por entonces era un abogado cargado de sueños. "Vayamos a dar un largo paseo el domingo; vayamos a las montañas los fines de semana; leamos libros frente a la chimenea; sobre todo, maduremos juntos y encontremos la felicidad que nos pertenece", insiste en una de las misivas.

Claro que no todo fue tan bonito como pintan esas cartas. Historiadores como Anthony Summers, en 'Nixon. La arrogancia del poder', han puesto de manifiesto cómo el volcánico carácter del trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos, proclive a pataletas y estallidos de furia, tenía como una de sus principales víctimas a su esposa, a la que, según algunos testimonios, habría pegado en más de una ocasión.

Sea como fuere, Pat aguantó estoicamente al lado de Nixon. Le acompañó en los momentos de gloria -la noche en que por fin alcanzó la Casa Blanca, el histórico viaje a China- y también en su descenso a los infiernos a raiz del Watergate. El 22 de junio de 1993 fallecía Pat Nixon, la mujer a la que hoy, cuando se cumplen cien años de su nacimiento, rinde homenaje el pueblo estadounidense.