Jeremy Corbyn, en la sesión en los Comunes
Jeremy Corbyn, en la sesión en los Comunes - reuters

Corbyn se carea con Cameron con preguntas del público

El nuevo líder laborista dice que quiere «un Parlamento menos teatral»

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El flamante jefe de filas laborista Jeremy Corbyn trata de afianzar un nuevo estilo en tiempo récord. Ayer debutó en la sesión de control al primer ministro. Tras 32 años como un oscuro diputado de la zona de gallinero de la bancada laborista, le tocaba apretarle las tuercas personalmente al líder conservador. Pero sorprendió trasladando preguntas de sus seguidores y explicando que quiere unas sesiones de control «menos teatrales» y «más adultas». Relató que había enviado un correo electrónico a miles de personas pidiéndoles cuestiones para Cameron y que había recibido 40.000 respuestas. Así que al final quienes interrogaron al primer ministro por boca de Corbyn fueron unos anónimos Marie, Paul, Gail y Ángela.

Marie planteó sus problemas con los precios abusivos de los alquileres y se quejó de carencias de viviendas de protección.

Cameron, muy cómodo con este nuevo formato que no le planteaba preguntas concretas y espinosas, respondió con tono constructivo, explicando que se construyen algunas, pero reconociendo que se necesitan muchas más.

Paul preguntó por «la absoluta vergüenza» del recorte de los «tax credits», subvenciones a las familias en apuros, cuya reducción aprobaron el martes los conservadores. Gail tocó el doloroso tema de la mala asistencia en salud mental. En un momento de entusiasmo en la bancada laborista, Cameron comparó con humor el nuevo formato de Corbyn con el «Question Time» de la BBC, el «Tengo una pregunta para usted» español.

El veterano izquierdista radical Corbyn, de 66 años, elegido el sábado con el 59% de los votos, ha tenido un debut convulso en su cargo, marcado estrechamente por unos medios ingleses que no le quitan ojo. El lunes presentó su «Gobierno en la sombra», con la inquietante sorpresa de poner al frente de la economía a su amigo personal John McDonnell, un anticapitalista duro, que en su día bromeó diciendo que le habría gustado matar a Thatcher y elogió a los pistoleros del IRA.

El martes Corbyn, republicano y pacifista, enojó a los militares y a todos los héroes de guerra y sus familias al negarse a cantar el himno nacional en un acto en la catedral de San Pablo, donde se conmemoraba el 75 aniversario de la Batalla de Inglaterra. La prensa conservadora coincidió en titular: «Corbyn desaira a la Reina y a su país». Ayer los laboristas aclararon que en la próxima cita su jefe de filas sí cantará.

A mayores, se le achaca que han relegado a las mujeres en su cúpula de mando y se critica su mal tono con los medios, porque se niega atender a los programas políticos estelares de la BBC y Sky. Por último, en contra de lo que decía en campaña, ya ha aceptado el plus de dinero que lleva aparejado el ser el jefe de la oposición y se ha apeado de la bici, su imagen de marca, para empezar a circular, como es lógico, en un coche a su servicio.

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