Una niña lee versos del Corán en una escuela de la ciudad de Kano, Nigeria
Una niña lee versos del Corán en una escuela de la ciudad de Kano, Nigeria - reuters

¿Quiénes son los tijaniyya, miembros de una rama del salafismo musulmán?

Nueve miembros de esta comunidad son condenados a muerte por blasfemia en Nigeria

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Apenas un quindenio después de que comenzara la implantación de la sharia —ley islámica— en doce regiones del norte de Nigeria, la condena a muerte de 9 personas por blasfemia en la ciudad de Kano vuelve a sacudir los cimientos de la independencia entre religión y Estado.

Según la alta corte de esta localidad, los acusados fueron detenidos el pasado mes de mayo tras sugerir que el jeque Ibrahim Niasse, clérigo de la rama del sufismo tijaniyya, «era más poderoso que Mahoma». Finalmente, tras la celebración de un juicio a puerta cerrada (por temor a que se produjeran enfrentamientos), ocho hombres y una mujer, entre los que se encuentra un religioso local, Abdul Inyas, fueron sentenciados a muerte.

La rama sufí tijaniyya se remonta a 1781-1784 en el actual territorio de Argelia.

Entonces, la corriente fue difundida por el clérigo local Ahmad ibn Muhammad al Tijani como un credo cercano a las clases humildes.

Posteriormente, la corriente sería revitalizada a mediados del siglo XX por el jeque Ibrahim Niasse, un religioso senegalés con amplia relación con los líderes independentistas de la época (tales como el guineano Ahmed Sekou Touré). Convertida ya en la vertiente del sufismo con mayor número de seguidores al oeste de África, su actual líder espiritual es el jeque senegalés Ahmad Tijani bin Ali Ciss.

Entre sus principales notas diferenciales (no exclusivas a otras ramas del islam), destacan las invocaciones o súplicas, donde se pide el perdón de Dios, se realizan bendiciones al profeta Mahoma y se reafirma la unicidad de Allah.

La sharia como fuente del derecho

El estado de Kano es una de las doce regiones del norte nigeriano que en 2000 comenzaron a implantar la ley islámica como fuente del derecho. Según cifras de Amnistía Internacional, el pasado año se dictaron 659 sentencias a muertes en Nigeria (en todo el país, norte y sur), por 141 en 2013.

La biografía del propio emir de Kano demuestra la complejidad de la separación entre derecho y religión en Nigeria. En febrero de 2014, Lamido Sanusi, quien entonces era el gobernador del Banco Central del país africano, acusaba a la compañía nacional del petróleo local -Nigerian National Petroleum Corporation- de saquear de forma sistemática los ingresos del oro negro.

Durante una comparecencia ante el comité de finanzas del Senado, Sanusi aseguró que, de 67.000 millones de dólares vendidos de petróleo entre enero de 2012 y julio de 2013, cerca de 20.000 millones se habían «perdido».

Tras la denuncia pública sobre la flagrante corrupción que asolaba el país, la reacción del Gobierno de Nigeria no se hizo esperar. Aunque ésta quizá no fuera la deseada: en lugar de abrir una investigación, el Ejecutivo decidió apartar de su cargo a Sanusi. Posteriormente, a comienzos de junio de 2014, Sanusi era elegido nuevo emir de Kano, tras la muerte días atrás de su antecesor, Al-Haji Ado Bayero, a los 83 años.

El cargo es capital en Nigeria. El emir de Kano es la segunda figura más importante del islam en la región (tras el sultán de Sokoto, Alhaji Muhammad Sa’ad Abubakar) y su peso consultivo y moral resulta determinante.

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