La patrulla viajaba para enfrentarse a un grupo de nacionalistas kurdos que habían bloqueado una carretera
La patrulla viajaba para enfrentarse a un grupo de nacionalistas kurdos que habían bloqueado una carretera - archivo abc.es

Dos soldados turcos mueren por el estallido de un coche bomba al paso de un convoy militar

Otros cuatro han resultado heridos - Dos comisarías de policía fueron tiroteadas ayer en Estambul y la ciudad kurda de Diyarbakir

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La detonación de un coche bomba al paso de un convoy militar turco dejó anoche dos soldados muertos y cuatro heridos, según han informado esta mañana las Fuerzas Armadas turcas. La emboscada tuvo lugar en la provincia kurda de Lice, en el sureste de Turquía, cuando la patrulla viajaba para enfrentarse a un grupo de nacionalistas kurdos que habían bloqueado una carretera importante . Asimismo, hombres armados tirotearon una comisaría de policía en la ciudad de Diyarbakir, sin causar heridos.

Se sospecha que ambas acciones podrían ser obra del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (o PKK, por sus siglas en kurdo), la guerrilla kurda que lleva luchando contra el estado turco desde los años 80. El PKK llevaba manteniendo un alto el fuego de más de dos años en el marco de una negociación de paz con el gobierno turco, si bien una serie de incidentes violentos ocurridos esta semana, incluyendo el bombardeo por parte de la aviación turca de bases guerrilleras en el norte de Irak, parece haber dado al traste con el proceso.

Y mientras el gobierno kurdo y los nacionalistas turcos se acusan mutuamente de ser los responsables del fracaso de las conversaciones de paz, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ha pedido que se mantengan las negociaciones. «Los grupos terroristas no deben dañar el proceso, y se debe mantener el alto el fuego. Cualquier acción que se tome debe evitar el riesgo de dañarlo, dado que el proceso de paz kurdo sigue siendo la mejor oportunidad en una generación para resolver un conflicto que se ha cobrado demasiadas vidas», señaló la oficina de Mogherini en un comunicado.

El hecho, sin embargo, es que Turquía ha lanzado una «ofensiva total» contra los diversos grupos armados que operan en el país, entre los que destacan el Estado Islámico, el PKK y el DHKP-C, una organización de extrema izquierda responsable de decenas de atentados en los últimos años. En los últimos dos días, alrededor de seiscientos presuntos militantes han sido arrestados por la policía antiterrorista turca.

El objetivo parece ser prevenir una escalada de enfrentamientos entre estos grupos –el PKK y los yihadistas son enemigos acérrimos y se combaten entre sí-, así como posibles represalias contra Turquía. Lo que parece haber colmado la paciencia del gobierno turco fue el atentado suicida del pasado lunes en la localidad fronteriza de Suruç, en el que murieron más de treinta ciudadanos turcos, la mayoría estudiantes universitarios. Un ataque que abrió los ojos al ejecutivo a la amenaza que representa el Estado Islámico.

No obstante, las autoridades turcas parecen considerar al PKK (y a organización hermana en el norte de Siria, las milicias kurdas YPG) como un problema estratégico de mucha mayor importancia, al igual el DHKP-C, por sus ataques constantes contra las fuerzas de seguridad y la amplia base de simpatizantes de la que goza en numerosas universidades y áreas urbanas. «En el mismo momento en el que el Estado Islámico y el PKK cometen actos terroristas, vemos que grupos vinculados con el DHKP-C están en las calles. Creemos que no es una coincidencia», justificó esta semana Ahmet Davutoglu.

Pero el atentado de anoche es una muestra de hasta qué punto estos grupos armados están dispuestos a responder, y pueden desestabilizar el país. Ayer sábado, otro comando atacó una comisaría en el barrio de Okmeydani –donde tanto el PKK como el DHKP-C disfrutan de importantes apoyos-, hiriendo a tres policías y a un transeunte. Otro episodio inquietante ocurrió el miércoles, durante los funerales en Estambul de varios de los jóvenes muertos en Suruç, cuando militantes del DHKP-C, encapuchados y armados, hicieron acto de presencia para «escoltar» los ataúdes.

Haciéndose eco de ello, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan aprovechó el viernes para defender la polémica Ley de Seguridad Interior aprobada por su gobierno esta primavera. «Después de que se haya adoptado la ley, todavía hay quien marchan con armas en la mano y máscaras en el rostro incluso en Estambul. Si puede hacerlo sin problemas aquí, significa que tenemos un fallo de seguridad», aseguró.

El gobierno turco ha prohibido una Marcha por la Paz que debía celebrarse esta tarde en Estambul, citando «el temor a provocaciones» y «preocupaciones por posibles problemas de tráfico». La plataforma pacifista organizadora ha cancelado la convocatoria, pero no se descarta que se produzcan disturbios.

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