Varufakis abandona la reunión de los ministros de Finanzas de la zona euro
Varufakis abandona la reunión de los ministros de Finanzas de la zona euro - reuters

La UE activa el «plan B» para garantizar la estabilidad de la eurozona sin Grecia

Los ministros de Finanzas —con la ausencia de Varufakis— consideran que la decisión de Tsipras de convocar un referéndum rompe las negociaciones

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Algunos periodistas griegos lloraban y funcionarias de la Comisión Europea estaban al borde de las lágrimas. Cuando el ministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis, se ha ido este sábado en una furgoneta del edificio del Consejo se había roto por primera vez un tabú que nadie en Europa había traspasado. Grecia sigue siendo técnicamente miembro de la zona euro, pero a partir de ahora y si no cambia de rumbo camina inevitablemente hacia su salida, rumbo al abismo. Ayer se produjo una primera reunión de 18 ministros de Economía de la zona euro, sin ningún representante griego, expresamente destinada a estudiar las medidas necesarias para reforzar la estabilidad de la Unión Monetaria, lo que puede ser considerado como el primer paso del fatídico «plan B» ante la salida de Grecia.

La idea de convocar un referéndum sobre la propuesta de los acreedores anunciada sin previo aviso por el primer ministro griego Alexis Tsipras ha sido la gota que ha colmado el vaso.

Por ahora, todos los ministros insisten en que Grecia sigue siendo miembro de la zona euro y que quieren que lo siga siendo. Pero, como dijo el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, «si el Gobierno de Atenas sigue el camino que emprendió anoche, el programa de asistencia a Grecia va a expirar» a las cero horas del martes día 1 de julio. Lo que pase después en términos de impagos o de terremotos en el sistema bancario de aquel país es algo que a partir de ahora será «responsabilidad de las autoridades griegas».

El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) se reunirá hoy domingo, con la mano puesta en lo que se llama el «botón de la bomba nuclear» porque tiene en sus manos decidir si continúa o no con el programa de asistencia de emergencia a los bancos griegos (ELA) en momentos en los que se está produciendo una retirada masiva de efectivo. Según fuentes europeas bien informadas, en un fin de semana ordinario los cajeros griegos dispensan una media de 30 millones de euros. Solo hasta ayer por la tarde, las retiradas llegaban a los 700 millones.

El BCE toma de forma independiente sus decisiones, pero antes de aceptar seguir inyectando liquidez a los bancos griegos para evitar su colapso, legalmente tiene que determinar si existen posibilidades de acuerdo entre Grecia y la Eurozona, algo que después de lo que ha pasado es discutible. Sin embargo, Dijsselbloem ha dicho que las instituciones siguen dispuestas «a ayudar a Grecia a mantener la estabilidad de su sistema financiero» que este lunes podría asomarse a un vacío inédito en toda la historia de la zona euro. Chipre impuso en su día un control de capitales, un «corralito», pero Grecia insiste en negarse a ello y existen dudas de que técnicamente estuviera capacitado para imponerlo en el caso de que políticamente lo decidiese.

Enfado de Varufakis

Cuando se iba, el ministro Varufakis dio a entender que le habían expulsado de la reunión y que por ello ni siquiera pudo comparecer en la sala griega del Consejo que le corresponde y tuvo que hacerlo en un recinto usado por los países terceros. Dijsselbloem dijo que no, que nadie le había echado de la reunión y que la decisión de retirarse la había tomado por su cuenta. Varufakis lamentó que el rechazo del Eurogrupo a las peticiones de su país de prorrogar el rescate que expira el próximo martes por unos «pocos días, un par de semanas», va a representar «un fracaso permanente para la credibilidad del Eurogrupo, y le causará un daño permanente».

La versión de las instituciones es muy diferente. Según fuentes de la Comisión, Tsipras habría actuado de forma poco ortodoxa y los negociadores griegos que estaban trabajando por limar los últimos escollos el viernes por la noche se enteraron por twitter que su primer ministro se disponía a convocar un referéndum. Cuando llamaron por teléfono para confirmarlo les dijeron que regresasen a Atenas, dado que la convocatoria del referéndum supone la paralización de cualquier diálogo sobre una propuesta que puede ser rechazada . Para Dijsselbloem no se puede negociar sabiendo que el Gobierno griego has convocado esta consulta y que está haciendo campaña para que la gente vote que no la quiere. Varufakis dijo que si los acreedores «mejoran su oferta» podrían pedir a la gente que la apoye en las urnas, pero Dijselbloem dijo que eso no era una opción razonable.

En todo caso, una vez que el resto del Eurogrupo ha dicho que no hay negociaciones, y que el rescate se dejará caducar, nadie sabe tampoco sobre qué propuesta se van a pronunciar los griegos. El ministro español Luis de Guindos salió de la reunión diciendo que la puerta sigue abierta y que «todos deseamos continuar con las negociaciones, porque es muy importante». «Nadie ha expulsado a Grecia de la zona euro y estoy convencido de que Grecia continuará en la zona euro» dijo De Guindos. A su entrada había dicho que le parecía que después de la decisión del primer ministro heleno de convocar un referéndum estábamos «más cerca de que el plan B se convierta en plan A». A la salida reiteró que la situación «dificulta enormemente» las conversaciones, pero considera que aún están las puertas abiertas.

La impresión de que el factor personal ha intervenido a la hora de crear este ambiente tóxico en las negociaciones es cada vez más evidente. El tándem Tsipras/Varufakis ha llegado a exasperar a sus interlocutores hasta el punto de que han logrado por primera vez una ruptura en un asunto esencial y han provocado la redacción de un comunicado firmado de forma inédita por «los ministros de los Estados miembros de la zona euro, excepto Grecia», con lo que eso significa en todos los sentidos.

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