'Muerte blanca': el francotirador desfigurado que aniquiló a 700 soviéticos y aterrorizó a Stalin

El tirador que ha acabado con la vida de Andrei Sukhovetsky no es el primero que provoca el caos en el ejército ruso

El considerado mejor francotirador del mundo se alista en el ejército ucraniano para luchar contra Rusia

Un francotirador ucraniano mata de un disparo, a 1.500 metros, al general ruso Andrei Sukhovetsky

La fotografía más famosa de la 'Muerte blanca' ABC
Manuel P. Villatoro

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En una Europa de cazas ultramodernos, drones turcos capaces de derribar un carro de combate y bombas termobáricas, sorprende que un arma tan vetusta como un fusil de precisión pueda provocar el caos en un ejército en el que se han invertido millones y millones de rublos. Pero la realidad impera. Y si no, basta con saber que un francotirador ucraniano ha estremecido este viernes a la sociedad al acabar con la vida del general ruso Andrei Sukhovetsky de un solo disparo realizado a más de 1.500 metros de distancia. El soldado se ha unido así a una larga lista de tiradores que han sembrado el caos en el Ejército Rojo; entre ellos, Simo Häyhä , un finlandés que segó la vida de 700 soldados de Iósif Stalin durante la Guerra de Invierno.

Simo Häyhä, el futuro tormento de los soviéticos, vino al mundo en el pueblo de Rautjärvi el 17 de diciembre de 1905. Al menos, así lo afirman los divulgadores históricos Vesa Nenye, Peter Munter y Toni Wirtanen en su obra 'Finland at War: The Winter War 1939-40'. Y es que, atendiendo a las fuentes a las que se recurra, este militar pudo haber nacido en un amplio abanico de fechas. «Fue el segundo hijo más joven de una familia de ocho. Estudió gramática en la escuela y, muy pronto, comenzó a ayudar a sus padres en la granja familiar. Sus 'hobbys' siempre incluyeron el esquí, disparar, cazar y jugar al Pesapallo, la versión finlandesa del baseball», explican. El destino quiso además que la aldea en la que vivía estuviese cerca de la frontera con los rusos, los mismos a los que luego asesinaría a decenas.

El mejor

Häyhä ingresó a la edad de 17 años (fecha discutida, pues se ha extendido que fue a los 25) en la Guardia Civil Finlandesa (Suojeluskunta), unidad que provenía de la vieja Guardia Blanca que había combatido en la guerra civil del país contra la denominada Guardia Roja. En este cuerpo, nuestro héroe pasó horas y horas al aire libre perfeccionando su puntería. Ese número incontable de disparos, unido a su talento natural, le convirtieron en uno de los mejores de su unidad. «Fue un experto tirador. Ganó competiciones acertando seis veces en un minuto a un pequeño objetivo ubicado a 150 metros de distancia», añaden. Entre 1925 y 1927, cuando apenas contaba 20 años y sumaba 1,52 metros de altura, llevó a cabo el servicio militar obligatorio de su país en el Batallón Ciclista.

Fue ascendido después de cumplimentar el curso de suboficiales. Apenas unos meses después superó las pruebas para convertirse en francotirador. Sin embargo, terminó retirándose a la granja familiar para tener una vida tranquila. Al menos, hasta el 30 de noviembre de 1939, cuando el Ejército Rojo atacó Finlandia y dio comienzo la llamada Guerra de invierno ; una contienda destinada a ser un paseo militar para el gigantesco ejército de Stalin. Sin embargo, el contingente encontró en aquellas gélidas tierras un escollo que sus, en muchos casos, inexpertas tropas no pudieron sortear: la determinación de las tropas locales. «La resistencia fue feroz y la actuación soviética pésima. Muchas de las unidades desplegadas no estaban entrenadas ni equipadas para la guerra invernal», señala el historiador Martin H. Folly en su 'Atlas de la Segunda Guerra Mundial'.

El francotirador, junto al amplio elenco de fusiles que utilizó durante la Segunda Guerra Mundial ABC

La 'Muerte blanca' y el ejército finlandés, además, usaron un tipo de combate muy característico durante la Guerra de Invierno: el de la guerra de guerrillas. Así, mientras que los rusos apostaban por mover sus gigantescos contingentes de infantería por carreteras concurridas, los defensores prefirieron esconderse en los bosques y atacar solo cuando les era propicio. Y no era mala idea, pues el Ejército Rojo tenía 100 soldados por cada uno finés. «Moviéndose por estrechos senderos en los bosques o esquiando silenciosamente, las tropas finlandesas caían como fantasmas sobre los aterrorizados soldados rusos, para poco después esfumarse en la niebla.

Ante la falta de armamento adecuado, los fineses recurrieron a la imaginación para destruir los tanques enemigos, inventando el artefacto incendiario que sería luego conocido como “cóctel molotov”», explica el historiador Jesús Hernández en 'Breve Historia de la Segunda Guerra Mundial'.

Muerte en la nieve

Cuando comenzó la contienda, Häyhä decidió reincorporarse al ejército finlandés para luchar contra los soviéticos. Y a partir de ese punto logró ganarse el apodo de la ' Muerte blanca '. Ya no solo porque aniquilaba a cualquier ruso que se pusiera frente al cañón de su fusil, sino porque solía acudir a la batalla vestido como un auténtico fantasma. Es decir, con abrigo blanco, una máscara del mismo color que le cubría casi la totalidad de la cara, y unos guantes a juego. Este aspecto espectral, junto a la cantidad de bajas que produjo, le llevó a ser uno de los francotiradores más temidos por los hombres de Stalin.

El francotirador, tras la Segunda Guerra Mundial ANC

Häyhä amaba disparar a temperaturas bajas, entre 20 y 40 grados bajo cero, poniéndose un trozo de nieve en la boca para evitar que su aliento desvelase su posición. Ese no era el único truco que usaba para evitar que le detectasen. Además, solía compactar la nieve que había frente suyo para que no se desprendiese y delatase el lugar exacto en el que se había escondido y, por descontado, para apoyar sobre ella el arma y no errar el disparo. Al final, y tal y como se explica en 'The Redwood Stumper 2010: The Newsletter of the Redwood Gun Club', nuestro protagonista odiaba hacer fuego con mira telescópica por dos causas. La primera era que la luz del sol que se reflejaba en el cristal podía delatar dónde se encontraba. La segunda, que las lentas solían romperse debido al frío. Por todo ello, utilizaba las alzas metálicas del rifle.

Todos estos trucos le permitieron sumar un total de 505 bajas acreditadas con su fusil de francotirador . Con todo, y como suele suceder, algunos divulgadores históricos como Robert A. Sadowski elevan este número de fallecidos hasta 542. A todos estos cadáveres hay que sumar otras 200 víctimas (estas no confirmadas) mediante el subfusil que usaba en las distancias cortas (un total que, nuevamente, algunos expertos elevan hasta 300). Lo que es totalmente contrastable es que logró aniquilar a todos estos soviéticos en un total de 100 días. Algo que se determina en 'Finland at War: The Winter War 1939/40'.

No se rinde

Una de las contiendas en las que nuestro protagonista causó más bajas fue en la  batalla de Kollaa , una posición ubicada cerca de la frontera de Finlandia y la Unión Soviética. Tras el comienzo de la Guerra de Invierno, los rusos movilizaron su 56ª División hasta esta región el 7 de diciembre de 1939 a sabiendas de que, si la arrasaban, podrían acabar con una buena parte del ejército defensor. Sin embargo, los fineses no estaban dispuestos a permitirlo. Así pues, se encomendó su defensa al  Coronel Teittinen , quien tuvo que enfrentarse en las primeras semanas con un único regimiento a cuatro divisiones enemigas. Y todo ello, apoyándose en unas construcciones precarias formadas por zanjas excavadas a mano en el territorio.

Como era típico en los soviéticos, su táctica inicial fue lanzarse a las bravas contra las defensas finlandesas. Algo que podría haber salido bien gracias a su superioridad numérica, pero que falló gracias al conocimiento del terreno de los defensores. Al final, el 34ª Regimiento de Infantería (en el que se encontraba Häyhä) fue enviado a la zona. En esta batalla, el francotirador aniquiló a un total de entre 200 y 500 enemigos (atendiendo siempre a las diferentes fuentes) durante varias semanas. «En el frente de Kolla usó su viejo fusil de la Guardia Civil finlandesa. Un fusil que siempre había llevado consigo durante la guerra. Aunque él no contaba las bajas que realizaba, sus camaradas sí. A principios de Diciembre ya había acabado con 51 soldados enemigos en apenas tres días», añaden los tres expertos en su obra.

El 6 de marzo de 1940 recibió un disparo en la cara de una bala explosiva

Sus números fueron tan increíbles, que en principio sus oficiales no se los creyeron. Por ello, Teittinen ordenó a un oficial que siguiese de cerca a Simo y contase él mismo las bajas que realizaba. «Cuando Häyhä rondaba cerca de 200, y después de haber mantenido un duelo particularmente épico con un francotirador enemigo, el oficial regresó a dar parte de ello. Posteriormente fue ascendido a sargento», destacan. Durante la batalla de Kollaa –una zona en la que se generalizó el lema ' No pasarán ' por parte de los defensores– quedó claro que, a pesar de enfrentarse a un gigantesco ejército soviético, los finlandeses estaban decididos a no ceder ni un palmo de terreno.

Así se corroboró también en la batalla de la ' Colina de la muerte ', acaecida en este frente. En ella, 32 militares locales lograron resistir el ataque de 4.000 soldados del Ejército Rojo. Y no solo eso sino que, cuando hubo que contar las bajas, solo tuvieron que lamentar la muerte de 4 de sus compañeros, por más de 400 contrarios. Al final de la guerra, Kollaa todavía era finlandesa.

Desfigurado

En las semanas posteriores ningún fusil soviético pudo acabar con Simo. Tampoco los bombazos disparados por la artillería que Stalin enviaba contra él. Parecía inmune a las balas. Pero ese espejismo acabó pronto. En marzo de 1940 se demostró que, por muy héroe que fuera, también podía recibir heridas. «El 6 de marzo de 1940 recibió un disparo en la cara de una bala explosiva. El cartucho entró por la parte superior de su labio y le perforó la mejilla», se explica en 'Finland at War: The Winter War 1939-40'. El impacto le destrozó el lado izquierdo de la cara hasta tal punto que se llegó a decir que «le habían volado medio rostro».

Por suerte, y a pesar de la cantidad de sangre que perdió, sus compañeros pudieron evacuarle de la zona y llevarle hasta un hospital cercano, donde permaneció en coma hasta el día 13. Poco después, Finlandia firmó la paz con la URSS a cambio de cederle una parte de su país. Ya como un héroe, Häyhä fue expulsado de su casa debido a que esta se encontraba en el territorio conquistado por la URSS. No lo quedó más remedio que trasladarse a la granja de un familiar. Necesitó la friolera de 10 operaciones quirúrgicas para recuperar parte de su rostro, severamente desfigurado después del disparo. Con todo, logró vivir en paz criando animales y alejado de la guerra hasta el 1 de abril del año 2002, cuando dejó este mundo.

Puede leer una versión más extendida de la vida de la 'Muerte blanca' en este enlace

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación