La Masacre de Fetterman, la brutal matanza de estadounidenses a manos de los indios de Nube Roja

No todas las batallas libradas durante la conquista del Oeste cayeron del lado del Gobierno. En 1867 un millar de nativos infligieron al ejército del país norteamericano una de las derrotas más duras de su historia

La batalla en la que el torpe Custer llevó al exterminio al 7º de Caballería

Representación de la Masacre de Fetterman, en la que 100 soldados estadounidenses perdieron la vida

Rodrigo Alonso

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Cuando se habla sobre la Historia de Estados Unidos , lo más corriente es centrarse en su participación en la Primera y la Segunda Guerra Mundial . Sin embargo, a veces se dejan en un segundo plano otros que, posiblemente, resultan menos lustrosos; como las consecuencias de la expansión de los colonos por el Oeste americano y el trato que recibió el indio por parte de estos. La progresiva conquista del territorio, que fue promovida por el Gobierno, cobró velocidad de crucero en la segunda mitad del siglo XIX. El resultado, amén de pingües beneficios económicos para el país, fue el hacinamiento de las tribus en reservas cada vez más pequeñas y pobres en recursos.

A pesar de la superioridad militar de la nación, no fueron pocos los jefes nativos que se lo trataron de poner difícil a Washington y que, incluso, en contadas ocasiones, lograron vencer en el campo de batalla. Dentro de este grupo ocupa un puesto destacado el sioux oglala Nube Roja . Un guerrero que logró doblegar al país de las barras y las estrellas y le dio nombre a la conocida como Guerra de Nube Roja (1866-1868).

El jefe indio Nube Roja

Nacido en 1822 en territorio de la actual Nebraska, desde joven gozó de una excelente reputación dentro de la tribu de los oglala . Fue aleccionado desde la infancia por el jefe de estos, que, además, era el tío de su madre, Humo Viejo, a quien acabó sucediendo en el cargo tras un breve impás en el que la jefatura corrió a cargo del hijo del difunto líder. Durante su tiempo al mando, y antes de que comenzase la guerra contra el Gobierno, Nube Roja ya había demostrado su capacidad en el arte de la guerra enfrentándose y derrotando a los crows por el dominio de los terrenos de caza del río Powder (Montana). Sin embargo, sus problemas reaparecieron cuando en ese mismo territorio comenzó a encontrarse oro en 1862, lo que provocó la apertura al año siguiente de un camino, llamado Ruta Bozeman , que era transitado a diario por colonos ávidos de fortuna.

La traición de Fort Laramie

El Gobierno estadounidense decidió garantizar a toda costa la seguridad de la ruta. Las tribus que residían en la zona estaban preocupadas, ya que los aventureros que pasaban por ella suponían un rival a la hora de explotar los recursos. Con el fin de llegar a un acuerdo, se decidió organizar una reunión en Fort Laramie (Wyoming) durante junio de 1866. En esta se acordó que los amerindios no atacarían a los colonos y, a cambio, se prohibiría que estos saqueasen su hogar. También se aseguró que no tenían intención de que la ruta fuese controlada por el ejército.

A pesar de las buenas palabras y la predisposición de los indios a cumplir con su parte del trato, no pasó demasiado tiempo antes de que este se convirtiera en papel mojado. Y es que el Gobierno incumplía lo acordado con Nube Roja y el resto de jefes tribales sin que hubiese terminado la cumbre, el día 13 de junio. Así lo demuestra el hecho de que mientras se desarrollaban las reuniones en Fort Laramie, el 2º Batallón del 18º de Infantería ya campase a sus anchas por tierra india. «El Gran Padre ( Abraham Lincoln ) nos envía regalos y quiere que le vendamos la carreta, pero, antes de que los indios contesten sí o no, el Jefe Blanco va con los soldados a robar la carreta», clamó Nube Roja, según recoge Peter Cozzens en « La tierra llora » (Desperta Ferro).

Al cargo del 18º estaba el coronel Henry B. Carrington . Un oficial «de despacho» sin demasiado bagaje en el arte de la guerra que, para más inri, estaba al cargo de un grupo de soldados inexpertos, indisciplinados y mal equipados. Su misión era garantizar la construcción de dos fuertes ( Fort Kearney y Fort C. F. Smith ) que sirviesen para garantizar la seguridad del mar de colonos que, día tras día, atravesaban la Ruta Bozeman. O al menos ese era el plan oficial.

También corría a cargo de Carrington la elección de las posiciones más oportunas para edificar los puestos. Ahí fue, precisamente, donde cometió el primer error. El coronel optó por construir Fort Kearny en un valle ubicado en los terrenos de caza de los oglala. La elección, según Cozzens, era buena desde punto de vista estratégico, pero «dejaba mucho que desear desde el táctico», ya que el enclave defensivo se encontraría encerrado entre terrenos elevados . De este modo, una colina imposibilitaba la vigilancia de un bosque que, para desgracia de los colonos, fue el punto escogido por los hombres de Nube Roja para preparar sus ataques.

Tras menguar el tráfico de viajeros que surcaban la Ruta Bozeman, los indios se decidieron a reducir el incipiente Fort Kearney a un montón de tablones sueltos. Para ello, Nube Roja optó por no atacar directamente, sino mantener bajo vigilancia a los soldados y lanzar ataques contra los envíos de madera necesarios para levantar la construcción. El tiempo también le fue bien para ir aumentando el número de guerreros a su cargo, que llegó a sobrepasar el millar. Mientras tanto, Carrington era ninguneado por sus superiores, que no consideraban que la situación requiriese el envío de refuerzos y equipamiento. Debía conformarse con lo que tenía.

A pesar del hostigamiento al que le tenían sometido los nativos, el coronel logró terminar la construcción del fuerte el día 31 de octubre. Una vez finalizados los trabajos, recibió órdenes de marchar contra Nube Roja a comienzos de invierno. A pesar de su falta de experiencia, el militar era consciente de que su situación no era la más apropiada para lanzarse a la ofensiva, por lo que intentó que sus superiores entraran en razón. Pero todo fue en balde, por lo que decidió coger el toro por los cuernos y prepararle una trampa a los indios que atacaban los envíos de madera. Lo que Carrington no sabía era que estos también estaban maquinando una acción contra sus hombres. Pretendían obligarlos a salir utilizando un pequeño grupo de atacantes como cebo. Una vez fuera de Fort Kearney, el resto de los amerindios haría su entrada en escena y acabarían con ellos.

Plano de Fort Kearney

Señuelo

Lo que pasó al final es que los dos planes se cruzaron. Los leñadores fueron atacados por los indios que hacían de señuelo y los hombres de Carrington abandonaron sus posiciones para lanzarse a la carga. Aquí se dejó notar que no solo el coronel era inexperto, ya que no de sus comandantes, llamado Horatio S. Bingham , decidió hacer la guerra por su cuenta y saltarse el plan trazado. Optó por perseguir junto a un grupo reducido de hombres a los guerreros de Nube Roja, dándose de bruces con la emboscada ideada por el líder tribal. «La mayoría de los jinetes escaparon, pero Bingham se limitó a arrojar su pistola y esperar el final. Un grupo de búsqueda lo encontró más tarde desnudo sobre un tocón, con 50 flechas clavadas en el cuerpo», señala Cozzens en su libro.

Aunque Bingham había perdido la vida debido a su desobediencia, parece que el ejemplo no cundió entre los hombres de Fort Kearney. Así lo demuestran los acontecimientos que tuvieron lugar poco después y que pasaron a la Historia de Estados Unidos con el nombre de la Masacre de Fetterman , una acción en la que casi 100 soldados estadounidenses perdieron la vida rodeados por más de mil guerreros nativos.

Masacre

La acción tuvo lugar el día 21 de diciembre y para llevarlo a cabo se siguió un plan muy parecido al que se cobró la vida de Bingham: enviar un señuelo, iniciar una persecución y hacer caer al enemigo en una trampa mortal. Tras un ataque al convoy de la leña, el capitán Fetterman (quien acabó dándole nombre a la acción) fue enviado junto con poco menos de 40 efectivos desde Fort Kearney. Una vez dieron con los indios, que se burlaban de ellos desde lo alto de una cordillera llamada Lodge Trail Ridge , optaron por perseguirlos en su huída. Lo hicieron, además, desoyendo las órdenes de Carrington, quien, según el informe oficial recogido por John H. Monnett en « Where a hundred soldiers were killed » (Universidad de Nuevo México), les había dicho previamente que bajo ninguna circunstancia fuesen más allá de dicha elevación. Sin embargo, parece ser que optó por desobedecer. El capitán iba acompañado por miembros de la caballería al mando de George W. Grummond , que se adelantó en la persecución con sus 30 hombres.

Fetterman

Una vez se dieron de bruces con los indios, ya era demasiado tarde para la retirada. Fueron cercados en unos barrancos y asaeteados con saña por los nativos. Grummond y sus hombres, que iban a la cabeza, trataron de dar la vuelta y encontrarse con la infantería de Fetterman, pero sus esfuerzos cayeron en saco roto. Se vieron obligados a luchar (y a morir) por separado . «Tan intensa era la lluvia de flechas que caía sobre ese pequeño grupo de azul que los indios corrían más riesgo de ser heridos por el fuego amigo que por las balas de los soldados», comenta Cozzens en su obra.

A pesar de que se sabe poco sobre lo que ocurrió esa jornada, los indios supervivientes afirman que los estadounidenses lucharon con bravura. Aunque no tenían ninguna opción de vencer. Además de aprovecharse de la superioridad estratégica y numérica, los guerreros nativos hicieron gala de una particular violencia. No dejaron un solo soldado con vida. Cuando sus restos fueron hallados estos se encontraban en una condiciones pésimas que daban fe de lo cruel que había sido la batalla: Cabezas sin cabellera, cráneos reventados, extremidades arrancadas , etc. La acción pasó a ser considerada como uno de los mayores dramas de la historia estadounidense.

«La Masacre de Fetterman fue la segunda batalla en la historia de América en la que no hubo supervivientes y fue un incidente debatido a nivel nacional durante diez años, hasta que la masacre del general Custer le hizo sombra en 1879», explica el historiador Dee Brown en « The Fetterman Massacre: Fort Phil Kearney and the battle of the hundred slain ».

Después de esto, lo que cundía entre los altos oficiales del ejército estadounidense era la sed de venganza. Sin embargo, la situación en el Sur , que todavía tras la Guerra Civil seguía siendo una fuente de problemas, y la necesidad de reducir gastos acabaron propiciando la paz. De este modo, en abril de 1868 se firmó un nuevo acuerdo en Fort Laramie con el que se daba carpetazo al conflicto. De acuerdo con este, la Ruta Bozeman sería cerrada y dejaba en manos de los hombres de Nube Roja importantes extensiones de tierra en la zona de la actual Dakota del Sur.

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