Leyenda negra: desvelan la falacia histórica de los ingleses sobre los sádicos guerreros vikingos

Mads Ravn, jefe de investigación en el museo Veije, afirma que la imagen que tenemos a día de hoy de los nórdicos no se corresponde con la realidad y que fue forjada por los monjes británicos que sufrieron sus saqueos

Recreación de un asalto vikingo

M.P.V.

La era de los vikingos, los temibles guerreros del norte, comenzó el 8 de junio del año 793 . Fue entonces cuando, en pleno verano, un grupo de estos saqueadores arribaron hasta la costa inglesa y asaltaron el monasterio de Lindisfarne . El resultado fue la matanza indiscriminada de unos monjes que carecían de armas para defenderse. Amén del saqueo que perpetraron. Las crónicas locales dejaron constancia de aquella barbarie: «Profanaron con pies impíos los lugares santos, destruyeron los altares y se llevaron todos los tesoros de la sagrada iglesia. M ataron a algunos de los sacerdotes ; a otros se los llevaron encadenados».

Este primer ataque quedó grabado a fuego en la sociedad de la época y en la historia. Durante siglos, las crónicas que narraban las barbaridades de Lindisfarne fueron replicadas hasta la saciedad y ayudaron a forjar la imagen del vikingo tal y como lo entendemos hoy. Le mostraron como un guerrero sanguinario que no sentía respeto ante nada y carecía de escrúpulos. Algunos textos, como el del monje Simeon de Durham (nacido en el siglo XII), llegaron a tildar a estos nórdicos de « lobos voraces » y de « avispones aguijoneanetes » que no dudaban en destruir reliquias y asesinar a mujeres y niños.

Sin embargo, para Mads Ravn , jefe de investigación de los museos Vejle, esta idea es errónea y forma parte de la leyenda negra que, a día de hoy, se ha generado alrededor de los vikingos. Unas falacias extendidas, siempre en palabras de este historiador danés, a través de las exageraciones de los monjes medievales. Por el contrario, y tal y como desvela el diario « The Times » en su versión digital, el experto es partidario de que sus antepasados ayudaron a construir en Gran Bretaña una « cultura multiétnica escandinava » y que, en general, se comportaron de forma más respetuosa que los anglosajones.

La mentira original

Según ha desvelado Ravn en « ScienceNordic », la calumnia original hay que buscarla en el año 793 cuando Alcuino de York (735-804), uno de los eruditos más reconocidos de la corte, describió la incursión vikinga sobre Lindisfarne con un detalle escalofriante. «Los paganos derramaron la sangre de los hombres santos alrededor del altar, y pisotearon los cuerpos de los santos en el tiempo de Dios, como si fuera el estiércol de las calles», escribió. En otra carta afirmó que, desde hacía 350 años, «nunca se antes había surgido un terror como este en Gran Bretaña y nunca se había pensado que un desembarco así fuera posible»-

A partir de entonces, y siempre según este académico, se empezó a extender la imagen de los vikingos como la de unos guerreros sanguinarios. Con todo, el experto no niega que cometieran atrocidades como el asesinato del rey de Anglia Oriental, Edmundo el Mártir (al que los daneses llenaron de flechas y decapitaron en el año 869). No obstante, defiende que « el saqueo y las matanzas narradas están probablemente sobrevalorados ». En su opinión, los vikingos tuvieron la mala suerte de que cayera sobre ellos la maquinaria propagandística inglesa de unos « monjes frustrados por sus ataques ».

Brutalidad anglosajona

Ravn, a pesar de todo, entiende que los monjes cargaran contra los escandinavos por ser paganos y saquear sus tesoros , aunque rebaja de forma considerable su barbarie. En sus palabras, los estudios genéticos, arqueológicos, históricos y lingüísticos están de su parte y desvelan una verdad más matizada. «Afirman que los vikingos no fueron los peores invasores que llegaron hasta las costas inglesas en ese momento. Ese título deberían llevárselo los anglosajones llegados 400 años antes», explica en declaraciones recogidas por el diario «The Times».

A su vez, este experto sugiere que fueron los anglosajones, los cuales arribaron hasta la región procedentes de Alemania, Dinamarca y los actuales Países Bajos entre los siglos V y VI, los que oprimieron y aterrorizaron a la población local de forma mucho más brutal que los vikingos. Al menos, hasta que dominaron la región en el siglo VII. Según sus palabras, esta barbarie quedó patente en el idioma: «El los siglos quinto y sexto, el inglés antiguo eliminó el lenguaje celta de una manera similar a lo que sucedió entre los siglos XIX y XX en Estados Unidos con el idioma de los nativos americanos ».

Por el contrario, Ravn cree que el impacto de los vikingos en la lengua fue « significativamente menor » en la población. «Es cierto que los lingüistas ven cierta influencia del antiguo nórdico de los vikingos en el inglés antiguo, pero no se acerca a la erradicación del celta por parte de los anglosajones», incide. En este sentido, el académico cree que no se puede comparar la « subyugación anglosajona de los nativos británicos » con la que llevaron a cabo los vikingos, un pueblo que se mezcló con la población local.

También carga contra los invasores anglosajones a nivel legislativo al afirmar que sus gobernantes impusieron unas leyes «para su propia gente» y otra para los «británicos nativos», que tenían un estatus más bajo.

Además, argumenta que es probable que llevaran a cabo una « limpieza étnica » contra los nativos, que habrían tenido que exiliarse durante años de los territorios conquistados, hasta áreas como Gales y Bretaña (entonces, bajo control de los habitantes originales de la zona). En contraste, afirma que los vikingos, que se establecieron en un número más pequeño, se casaron «de manera muy probable» con los anglosajones y evitaron este « apartheid » o separación.

Vieja teoría, nuevo defensor

Este historiador danés no es el primero en defender la «otra cara» de los vikingos. Otra institución que es partidaria de que la imagen que tenemos a día de hoy de estos guerreros está fomentada por la leyenda negra es el « Jorvik Viking Center » de York. Este centro explica entre sus muros cómo se produjo « una evolución social y multicultural » en la ciudad bajo el gobierno de este pueblo. Aunque no por ello niegan los ataques y los saqueos que perpetraron a partir del siglo VIII sobre los monasterios. Y no solo en busca del oro y la plata.

«Los vikingos pronto se dieron cuenta de que podían aumentar sus ganancias si en las incursiones atacaban iglesias. De ellas podían tomar los manuscritos y las Biblias profusamente decorados, y luego vender estas preciadas posesiones a las comunidades monásticas o sus benefactores. Las notas agregadas a una página del Codex Aureus, un libro del Evangelio magníficamente decorado, registran cómo el aristócrata anglosajón Ealdorman Aelfred y su esposa pagaron oro puro a los vikingos para garantizar el regreso seguro del libro a Christchurch, quizás después de los ataques vikingos en Canterbury en el año 851».

La opinión de Ravn sobre los anglosajones y los vikingos encaja también con los relatos de escritores británicos como el monje del siglo VI Gildas . Este afirmó en sus textos que, tras la retirada de los romanos, los británicos pidieron a mercenarios sajones que les ayudaran a combatir contra pictos e irlandeses. Los guerreros, sin embargo, se alzaron contra ellos y conquistaron algunas franjas de Inglaterra ganándose el odio de sus antiguos aliados. El monje los definió, por ello, como « una raza odiosa tanto para Dios como para los hombres ».

Sin embargo, y en palabras del «The Times», es probable que algunos mimbres de la tesis de Ravn sean controvertidos. Al parecer, el principal es que, según los estudios genéticos más recientes, los anglosajones sí se casaron con los habitantes británicos originales.

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