Una investigación desmonta el mito de que Fernando El Católico murió por una sobredosis de afrodisíacos

Jaime Elipe (del Grupo de Investigación «Blancas») y la médico Beatriz Villagrasa Blasco (Hospital Clínico Lozano Blesa) firman un trabajo que vinculan las causas de la muerte del Rey con problemas cardiácos que venían de atrás

Doña Isabel la Católica dictando su testamento, oleo de Eduardo Rosales Museo del Prado
César Cervera

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La muerte de los reyes es un terreno abierto para la fábula y para que sus enemigos venguen con palabras y leyendas lo que no pudieron hacer con hechos. Más mito que realidad, se ha dicho que Felipe «el Hermoso» falleció por un corte de digestión, que Carlos V murió por la picadura de un mosquito –sí es posible que contrajera el paludismo de esta forma–, que Felipe II claudicó por un ataque de piojos y que Felipe III falleció por el exceso de calor de un brasero cuando se encontraba febril. Todas estas historias son verdades a medias, en el mejor de los casos, cuando no completas mentiras.

Las circunstancias en las que murió Fernando «el Católico» , el último Rey de la dinastía Trastámara, están igual de mitificadas. Se considera, según la tradición, que el rey aragonés murió a consecuencia de sus intentos desesperado por tener un heredero con su segunda esposa, Germana de Foix, lo que le llevó a abusar de un producto afrodisíaco llamado cantárida con propiedades muy nocivas para el corazón. Una idea falsa que Jaime Elipe (del Grupo de Investigación «Blancas») y la médico Beatriz Villagrasa Blasco (Hospital Clínico Lozano Blesa) se han encargado de desmontar en un trabajo titulado «El fin de un mito: causas clínicas de la muerte de Fernando el Católico» ( publicado en el número 24 de STVDIVM: Revista de Humanidades ).

El ocaso del Rey

Tras la muerte de Isabel «la Católica» probablemente por un cáncer de útero, el Rey quedó en una situación muy delicada en la corte castellana. Su matrimonio con su prima segunda Isabel había permitido unificar muchas cuestiones, como la política exterior o la creación de una única hacienda real, pero había mantenido las instituciones de cada reino separadas. Así, aunque el testamento de la Reina nombraba a Fernando de Trastámara regente de Castilla hasta que Carlos – el futuro emperador del Sacro Imperio Germánico – alcanzara la mayoría de edad, la falta de apoyos entre la nobleza local y la llegada de Felipe «el Hermoso» a España obligó al monarca a retirarse a Aragón. Precisamente la decisión de Isabel buscaba evitar que un rey extranjero se hiciera con la corona y que Juana «la Loca», que había mostrado los primeros síntomas de demencia durante la enfermedad de su madre, fuera usada como una marioneta por su esposo.

Los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.

A la espera de recuperar la regencia, Fernando neutralizó el apoyo francés a su yerno Felipe por el Tratado de Blois y se casó con Germana de Foix, sobrina del Rey Luis XII . Sin embargo, Felipe I reinó pocos meses puesto que falleció en un suceso que sigue envuelto en el misterio. Entre el pueblo no tardó en prender la sospecha de que Fernando había envenenado a su yerno. De una forma u otra, cuando el aragonés regresó a Castilla, encerró a su hija –quien durante el cortejo fúnebre de su marido evidenció que su salud mental se había resentido aún más frente a aquella escalada de muertes– en Tordesillas y asumió la regencia hasta 1507.

Felipe I reinó pocos meses al fallecer en un suceso que sigue envuelto en el misterio

Pese a todo el afecto que guardaba a Isabel «la Católica», retratado en la frase «su muerte es para mí el mayor trabajo que en esta vida me podría venir…», lo cierto es que el monarca no esperó mucho tiempo antes de volver casarse. Un año después del fallecimiento de la Reina, el 19 de octubre de 1505, Fernando II de Aragón , de 53 años, se casó con Germana de Foix de 18 años de edad. En los pactos con el Rey de Francia, tío de la esposa, este cedió a su sobrina los derechos dinásticos del Reino de Nápoles y concedió a Fernando y a los descendientes de la pareja el título simbólico de Rey de Jerusalén . A cambio, el Rey Católico se comprometió a nombrar heredero al posible hijo del matrimonio. Es decir, todos los puntos quedaban a expensas de que el veterano rey fuera capaz de engendrar un hijo con la francesa.

El Rey necesita un hijo

En su momento, el matrimonio levantó las iras de los nobles de Castilla y de la dinastía de los Habsburgo, enemiga tradicional de la Monarquía francesa, ya que lo interpretaron como una maniobra de Fernando el Católico para impedir que el hijo de Felipe «el Hermoso», Carlos de Gante, heredase la Corona de Aragón . Y así era, pero todo pasaba porque el matrimonio tuviera hijos.

Precisamente con ese propósito, Fernando recurrió a la cantárida (también conocido como mosca española), un escarabajo verde brillante que una vez muerto, seco y reducido a polvo, se empleaba desde la antigüedad como sustancia vasodilatadora, cuyos efectos son muy parecidos a los que produce la «viagra».

Retrto de Germaine de Foix

Según Jerónimo Zurita , cronista del Reino de Aragón, el Rey sufrió una grave enfermedad ocasionada por un «feo potaje que la Reina le hizo dar para más habilitarle, que pudiese tener hijos. Esta enfermedad se fue agravando cada día, confirmándose en hidropesía con muchos desmayos, y mal de corazón: de donde creyeron algunos que le fueron dadas yerbas». A los 63 años de edad, Fernando falleció en Madrigalejo (Cáceres) , el 23 de enero de 1516, cuando iba a asistir al capítulo de las órdenes de Calatrava y Alcántara en el Monasterio de Guadalupe. Algunos cronistas apuntaron que la noche anterior a su muerte había ingerido una dosis muy elevada del «feo potaje».

Si bien sus contemporáneos no tenían dudas de que un cóctel de afrodisíacos, en especial por la cantárida, era el culpable del progresivo empeoramiento en la salud del anciano Rey, para Jaime Elipe y Beatriz Villagrasa Blasco este tipo de intoxicación, que puede dar lugar a dificultad respiratoria y a la aparición de edemas, debería haberse hecho patente de «una forma mucho más precoz en el tiempo». Por medio de un estudio interdisciplinar de los textos de Pedro Mártir de Anglería , el único que recogió datos de forma continuada en los últimos días de Fernando, resulta evidente que el deterioro en la salud del Rey fue un proceso que venía de mucho más atrás.

«Habiendo repasado en líneas generales los efectos de este tóxico al que difícilmente podríamos calificar de “afrodisíaco”, se puede constatar que la cantaridina no pudo influir de ninguna manera en la muerte del Rey Católico . La literatura científica sobre este tema recoge que los efectos tóxicos de esta sustancia se manifiestan entre las 2 y 10 horas tras la ingesta. En el caso de Fernando II, Pedro Mártir de Anglería dejó escrito que cuando tuvo ese cuadro de vómitos había sido porque le habían administrado la mezcla afrodisíaca y que “nunca más volvió a sentirse en salud”. No obstante, pasaron unos ocho meses, entre marzo y noviembre hasta que el humanista apuntó el siguiente síntoma relevante en la evolución: la disnea, y más de un año y medio hasta que aparecieron los edemas», apuntan estos investigadores.

La mala alimentación y el corazón

El cuadro clínico que permite trazar las cartas de Mártir de Anglería plantean un deterioro progresivo en la salud del Rey a lo largo de tres años, en los cuales los síntomas fueron empeorando y no aparecen vinculados al uso de más o menos afrodisiacos . La disnea (el «asma») y los edemas «hidropesía» suponen los principales síntomas guía de la enfermedad que consumió a Fernando, los cuales pudieron tener, según Jaime Elipe y Beatriz Villagrasa Blasco, tres posibles orígenes una vez está descartada la acción de los afrodisíacos: cardíaco, renal y hepático.

La muerte de Fernando no estuvo relacionado con un exceso de consumo de afrodisíacos, sino con una enfermedad probablemente cardíaca que mostró sus primeros síntomas tres años antes de aquella noche

«Teniendo en cuenta el orden de aparición de los dichos síntomas, el fallo cardíaco parece ser la opción más plausible como causante del deterioro físico absoluto en el que pasó sus últimos años de vida el Rey Católico», señalan estos investigadores en su artículo «El fin de un mito: causas clínicas de la muerte de Fernando el Católico».

Jaime Elipe y Beatriz Villagrasa Blasco apuntan que los edemas suelen ser un signo característico de la insuficiencia cardíaca derecha, con lo cual, «se podría establecer que primero comenzó el deterioro de la función de las cámaras izquierdas del corazón (disnea) y al aumentar la presión de la circulación pulmonar se produjo una sobrecarga del ventrículo derecho con la consiguiente insuficiencia cardíaca derecha convirtiéndose así en una insuficiencia cardíaca global».

Traducido en román paladino, significa que la muerte de Fernando no estuvo relacionado con un exceso de consumo de afrodisíacos o algo que le pudiera matar en pocas horas o meses, sino con una enfermedad probablemente cardíaca que mostró sus primeros síntomas tres años antes de aquella noche. El abanico de causas de esa insuficiencia cardíaca es muy variada, entre ellas la cardiopatía isquémica, valvulopatías, cardiomiopatías, anemias, hipertiroidismo, sepsis, etc… y su origen pudo estar relacionado, por ejemplo, con la alimentación rica en colesterol de Fernando el Católico .

Firma de Fernando II de Aragón

«A falta de estudios al respecto, ha de considerarse la típica [alimentación] de las clases privilegiadas, es decir, muy rica en carne. Esto incrementaría sus posibilidades de sufrir problemas de carácter cardiovascular, como hipertensión o hipercolesterolemia», recoge el texto publicado en 2018.

Un heredero habría cambiado la historia

Los esfuerzos del Rey por engendrar un heredero varón parecieron llegar a puerto en 1509. El niño, llamado Juan, falleció a las pocas horas de nacer, evitando que el Reino de Aragón se desvinculara dinásticamente de Castilla. Por el contrario, el Rey no tuvo más hijos y dejó todas sus posesiones a su hija Juana, Reina de Castilla, que al encontrarse inhabilitada para reinar cedió la Corona de Aragón, incluidos sus reinos italianos y una parte de Navarra, a Carlos de Gante, futuro Carlos V de Alemania . Hasta su llegada a España, Fernando nombraba a su hijo natural Alonso de Aragón regente de los reinos aragoneses y al Cardenal Cisneros , regente de Castilla.

El niño, llamado Juan, falleció a las pocas horas de nacer, evitando que el Reino de Aragón se desvinculara dinásticamente de Castilla.

Una de las pocas instrucciones que Fernando «el Católico» dirigió a su nieto Carlos fue para que se encargase de que Germana de Foix viviera holgadamente, «pues no le queda, después de Dios, otro remedio sino sólo vos...». Y el futuro emperador alemán se lo tomó al pie de la letra puesto que mantuvo una relación amorosa con la francesa. Carlos de Gante, con 17 años, quedó prendido desde el primer día de su abuelastra, de 29 años, una mujer discreta y afectuosa que aún no padecía los problemas de obesidad que tendría en su vejez.

Según el historiador Fernández Álvarez , la pareja tuvo una hija, Isabel, y aunque nunca fue reconocida oficialmente por Carlos, Germana de Foix se refiere a ella en su testamento como la «infanta Isabel» y a su padre como «el Emperador». La niña residió y fue educada en la Corte de Castilla. No obstante, Germana se casó dos veces más: la primera de ellas con Johann de Brandenburgo, del séquito personal de Carlos V, y la segunda con Fernando de Aragón , duque de Calabria.

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