La desaparición de María José Campanario dispara las alertas
La decisión de la mujer de Jesulín de Ubrique de desarrollarse sin el calor de los focos genera comentarios muy sorprendentes
María José Campanario pudo haber desarrollado una meteórica carrera televisiva, haberse vendido al mejor postor e, incluso, haber aceptado ser entrevistada en un programa de televisión a cambio de un caché astronómico. No lo hizo. En contra de otras famosas nacidas de la costilla de personajes de dilatado curriculum, Campanario quiso formarse, cuidar su vocación y buscar empleo lejos del calor de los focos.
Y ahí sigue, viajando a los pueblos en los que la requieren como odontóloga novel. Quiere acumular la suficiente experiencia para más pronto que tarde gestionar su propio negocio . No tiene prisa y rechaza la publicidad inmerecida o no trabajada. Su desaparición mediática es un hecho incontestable. Salvo alguna intervención esporádica en la pequeña pantalla o alguna entrevista concedida entre susurros, poco o nada se sabe de ella. Una situación que, si bien ha disparado todas las alarmas, no es más que el reflejo de su plácida realidad . Y la de su familia .
Ambiciones es un búnker. Protegen a Campanario con el cariño, el respeto y la atención que se ha ganado a pulso. Cierran filas en torno a ella para evitar que el asedio de la prensa despierte viejos fantasmas del pasado . A pesar del silencio que reina, ABC ha podido confirmar que todo está en orden . No hay de qué preocuparse. Y, aunque la fibromialgia de vez en cuando arañe con fuerza descomunal, María José siempre consigue zafarse . Es el triunfo de las víctimas silenciosas de una enfermedad tan desconocida como terrible.
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