Arantxa Sánchez Vicario no se divorcia de Hacienda

Igual tiene marido para toda la vida, ahora que ya no tiene marido

Arantxa Sánchez Vicario GTRES
Ángel Antonio Herrera

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Lunes

El problema no es que Arantxa Sánchez Vicario no logre divorciarse de una vez de Josep Santacana sino que no logra divorciarse de la Agencia Tributaria. Hay lío con futuro. Pudiera caerle pena de cárcel, mientras crece su deuda con el fisco más allá de los cinco millones de euros. Da un poco de pena ver a Arantxa con el agua del agobio del cuello, pero es lo que hay. Se equivocó, en su día, al cruzar el amor y el negocio, con el marido de por medio, según ella misma confesó. Y es esas aún anda. Casi antaño, Arancha fue el increíble Hulk con corsetería de tenista. Después, se aupó de famosísima que se empeñó en pasar por el altar, y ahora sigue de musa de los papeles de trifulca conyugal, y de deudas del fisco. Igual tiene marido para toda la vida, ahora que ya no tiene marido. Igual la Agencia Tributaria le hace todos los planes del futuro sin futuro. Cuando dejó el tenis profesional, se dio a pulirse como una reguapa de spot. La vi en aquellos tiempos, en una entrega de premios, entre Serrat y Sabina , y me intrigó su renovada estampa de bigarda emocionante. Ya no era el increíble Hulk con minifalda, que era la Arancha de raqueta, sino una morena de buena lámina y melena suelta de revuelto relámpago. Venía de sus oficios concéntricos al tenis, en el extranjero, que es en lo que andaba, y casi parecía que había viajado a Madrid una estrella de cine. Arancha nos caía, y nos cae. Nos interesan sus bodas o divorcios, pero nos interesa también su progresiva feminización, o estilización, que en algún momento cuajó en ella una sirenaza de portada. Se había pasado a otro tenis. No somos pocos los que de verdad cogimos vicio al tenis por Arancha, después de ver algunos partidos sueltos, más movidos por la doración de la mujer joven, en general, que por las peripecias de este deporte, en particular. Ganaba torneos porque sí, desde el revés pletórico de una furia hispánica. Más de una tarde inolvidable todos fuimos Arancha. Fue el increíble Hulk con faldita corta, y luego solo quiso ser Arancha, entre perros, marido y domingos, porque de la gloria hay que retirarse a tiempo, como del alcohol, o del adulterio. Sospecho que no puede ser feliz. Sigue en medio el marido, o la Agencia Tributaria. Que son y no son lo mismo. Cosas del Roland Garros de la vida.

Martes

Pilar Rubio nos saluda desde París, con una foto de fondo del Arco de Triunfo. Ha fichado por el PSG, aunque hará sus prórrogas laborales en la cancha de ‘El hormiguero’.

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Miércoles

Ernesto de Hannover reside en la clínica Vivamayr, en Austria, donde trata sus adicciones, por petición de un juez. Ahí también embridaron sus excesos Kate Moss , o los Rollings Stones . Son más o menos 5.000 euros de tratamiento, a la semana. Pero a Ernesto acaban de verlo en Ibiza, dándole a frasco de la cerveza. Parece que ha cambiado por unos días un hotel de salud austriaco por un hotel de salud ibicenco. Y no precisamente por orden de un juez.

Jueves

La prensa del corazón no es lo que era. Ni lo será. Hoy son famosos los concursantes de plató, y ‘el colaborador’ es un título para ir tirando en la vida.

Viernes

Carmen Thyssen JOSÉ RAMÓN LADRA

Carmen Thyssen es una señora con nombre de museo, que además existe. El museo, y ella. Carmen hace tiempo que no asoma en los papeles, pero ahora sí. El Estado abonará una cifra próxima a los 100 millones de euros, en 15 años, para que los Thyssen cedan la colección que incluye obras de Picasso , Renoir , Rodin , Canaletto , o Van Gogh . El acuerdo es noticia, o notición, y Carmen vuelve al momento a bordo de un museo, y no a bordo de un yate. Carmen triunfó mucho en los papeles volanderos como Carmen Cervera, una criatura deslumbradora de finales de los setenta, con el seno breve y la melenita lírica. Ya ha llovido. Después, fue cumpliendo años, pero sobre todo fue cumpliendo fiestas, o matrimonios, o museos, o todo junto. A veces, ha ilustrado los titulares, a su pesar, por discordias con su hijo Borja, al que vio «mal aconsejado». Cuando las relaciones con este iban regular, tirando a peor, me lo repitió alguna vez, bajo clima confidencial: «Entre todos, tenemos que sacarle de esto». Yo entendía que Carmen anhelaba para su hijo una vida de artistas, negocios, y restauradores, y no una biografía de retratado de portada que viaja mucho a Ibiza. Con el tiempo, a Tita y a Borja les hemos visto muy anudados de yate, o sea, que todo va mejor. Bien. Insiste en que no es la viuda más rica de España, aunque puede mirarse en un Picasso propio, y no en un espejo de rebajas. A Carmen debemos la residencia de algunos cuadros célebres. Y también aquel hit «No a la tala», que es lo que ella cantaba cuando se encadenó a una acacia del Paseo del Prado, en Madrid, como protesta por los proyectos del alcalde Gallardón . Es lo contrario a los populares de garrafón, esos zánganos de trimestre.

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