El maratón de deberes, una necesidad formativa o un germen de frustración

El debate sobre la montaña de tareas es uno de los más vivos en el sistema educativo español, sobre todo en los últimos tiempos, en los que se han llegado a celebrar huelgas de deberes. Los expertos instan a adecuar los trabajos a las necesidades y evolución de cada alumno

ALBERTO VELÁZQUEZ

Febrero de 2018. La película documental «La hora de los deberes», dirigida por Ludovic Vieuille, se emite en distintas cinetecas y centros culturales de toda España. En ella, un padre dedica una hora diaria a ayudar a su hijo a hacer los deberes, en un recorrido de cuatro años que cuestiona la eficacia del sistema educativo francés… Parece claro que preguntas, de la parte al todo, como ¿Deberes sí o no? y ¿Cómo y cuántos? están de constante actualidad, con una intensidad en la que hasta la OMS suele salir a escena, y en la que se han llegado a promover huelgas de deberes. Una necesidad o una carga, gratificantes o frustrantes… Cada año, cada curso, la balanza oscila entre ambos lados, con enérgicas campañas en contra como las promovidas por organizaciones como la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa). Como señala su presidenta, Leticia Cardenal: «Creemos que los deberes, pensados en muchas ocasiones para cumplir los objetivos curriculares a toda costa, fomentan las desigualdades entre alumnos, entre quienes los hacen y los que no, por lo que trabajamos para concienciar a consejos escolares autonómicos y de centro, como ya ha ocurrido en varios casos». El Consejo de Educación de la Comunidad de Madrid presentó en diciembre una guía en la que proponían que los deberes no sean iguales para todos los alumnos, con un consenso entre profesores, alumnos y familias, algo que también recogía la reciente «Guía sobre deberes escolares» para los centros de Castilla y León.

El fomento de la responsabilidad personal y la mayor retención y comprensión de conocimientos son algunos de los aspectos defendidos para mantener en vigor los deberes escolares y que, en todo caso, tienen mucho que ver con el sistema educativo imperante: en el caso de España, es uno de los países de su entorno que más horas escolares tiene (y que más deberes manda para casa, según la OCDE).

Para cada etapa

Como destaca María Dolores Peralta, directora del Centro Universitario de Magisterio Escuni, adscrito a la Universidad Complutense, «la renovación metodológica en el aula es muy importante, y hay que procurar la búsqueda de alcanzar objetivos fuera de la jornada escola r. En Primaria, ni son lo más importante ni lo que van a mejorar el rendimiento. Más adelante, desde los 9 a los 12 es importante que las tareas sean atractivas y satisfactorias. Y partir de Secundaria, deben ser complementos, solo complementos». El presidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos (Concapa), Pedro José Caballero, destaca la necesidad de que existan, pero con medida: «Así, se pueden afianzar proporcionadamente los conocimientos, en un refuerzo de lo que se ha hecho por la mañana. Hemos estimado como razonable una medida aproximada de media hora-tres cuartos para Infantil, Primaria y ESO y, como mucho, hora y media, para ESO y Bachillerato».

El educador, psicólogo y periodista Jaime Funes es más tajante… basta con recordar el título de su libro: «Harto de los deberes de nuestros hijos», en el que reivindica la necesidad de un cambio de modelo: «Los deberes responden, en su mayoría, a una escuela academicista, memoricista, que requiere que se hagan cosas fuera. Más que descubrir y saber, destaca la necesidad de examinarse. Otra cosa es leer o complementar al alumno que quiera avanzar más». En el caso de Ana Villacorta (como ella misma se define «escritora y madre de cuatro hijos»), destaca en libros como «Aprender a estudiar» la necesidad de orientar a los escolares para que sean responsables: «Los deberes son el entrenamiento necesario para progresar, y para fomentar valores como esfuerzo, compromiso, asunción de responsabilidades, autonomía... pero siempre con sentido común. El reto es que no se conviertan en un trámite, incluso, a vces en, una tortura».

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