ESPECIAL COLEGIOS

Se busca matemático: razón, los colegios de España

Los graduados en esta disciplina ya no eligen ser profesores de Secundaria o Bachillerato sino que se enfocan a la universidad o la empresa privada

ABC reunió a seis alumnos del Grado en Matemáticas de la Universidad Autónoma de Madrid para conocer cuáles son sus preferencias laborales JOSÉ RAMÓN LADRA

Daniel Caballero

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Que los trabajos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son presente y futuro no es ningún secreto. Incluso César Alierta, expresidente de Telefónica, a sus 74 años, es consciente de ello. De hecho, vaticinó en 2018 que España necesitaría tres millones de titulados en estas disciplinas en 2020. Ese momento es hoy y mientras unos puestos se cubren otros quedan desiertos. Big data, inteligencia artificial, robótica... todo ello capta la atención de unos universitarios de ciencias tentados por sumas de varios ceros en la empresa privada. Ante ello, el sector público no puede competir. Y eso queda patente entre los profesores de Matemáticas de colegios e institutos.

«Aproximadamente el 35% de los docentes de Secundaria tiene más de 55 años. La falta de titulados, junto a la necesidad imperiosa de cubrir las plazas vacantes, provocará necesidades evidentes en el profesorado de Matemáticas», dice Mario Gutiérrez, director de Educación de CSIF . Para este ejercicio hay convocados casi 2.900 puestos para esa disciplina en colegios e institutos y, a su juicio, habrá dificultades para alcanzar dicha cifra. «La empresa privada necesita mucho a este colectivo y tienen condiciones de las que el sector público carece. Este problema se va agravando, y además Matemáticas es una carrera con paro residual», añade el responsable del ramo del sindicato.

De momento, la f alta de docentes se está cubriendo con parches, a juicio de Gutiérrez; concretamente, que la asignatura la imparta, por ejemplo, un graduado en Física o similar. El «todo vale» en la Educación Secundaria para no dejar huecos libres.

Yendo a la universidad, donde más de una treintena de centros imparten ese grado en concreto, se confirman las sospechas. «Hay poquísimos alumnos de matemáticas en los másteres de formación de profesorado. Es una carrera muy demandada en la que los alumnos se colocan muy bien, no hay paro», destaca Julia Novo, delegada del decano para el Grado en Matemáticas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) . Una de las trabas, por su experiencia, está en el proceso para llegar a un instituto, más allá de que la reputación de los profesores ya no es la de antaño: «Tienen que hacer el máster y luego la oposición para ganar un sueldo no muy elevado». Las cosas han cambiado radicalmente en cuestión de dos décadas hasta el punto de que las grandes compañías, incluso multinacionales, se rifan a estos jóvenes. En cuarto de carrera ya reciben ofertas, al tiempo que terminan las últimas asignaturas o el Trabajo de Fin de Grado. Contra sueldos de veterano con apenas con 22 años, la educación pública en un instituto no puede competir.

«Un profesor no matemático te va a enseñar los procedimientos pero no las matemáticas», dice Julio Parraga, estudiante de segundo curso de ese grado

Ante esta situación, ABC reunió a seis estudiantes de la carrera de Matemáticas de la UAM para conocer qué salidas profesionales son las que más les llaman... y por qué muchos de ellos no quieren terminar en un instituto. Ninguno descarta de plano la docencia, aunque coinciden en que en las aulas de Secundaria y Bachillerato hay un problema de fondo: a menudo las clases las imparten profesores que no han estudiado ese grado en concreto. Físicos o ingenieros cubren parte de esas plazas, generando también una reacción en cadena para con esas disciplinas. Si un graduado en Física da clase de Matemáticas, la otra asignatura se encuentra con un problema similar. Y, así, la rueda no termina nunca, como recuerdan desde CSIF.

«Un profesor no matemático te va a enseñar los procedimientos pero no las matemáticas», dice Julio Parraga, estudiante de segundo curso de ese grado. En ese mismo sentido se pronuncia Alba Lirón, de primero, y va más allá incluso con su propia profesión: « Un matemático tampoco puede dar algo distinto a lo que conoce . Para eso se ha formado para ello». Descarta, entonces, que un graduado en esa disciplina pueda dar Física, por ejemplo, como sí ocurre al contrario.

Motivación para enseñar

Pablo Annorbe, de segundo curso, es el único de los seis que tiene claro que terminará en un instituto o colegio. «Era mi asignatura favorita en Bachillerato y quiero ser profesor por los profesores que yo tuve», cuenta. Es decir, que su vocación nació ya en la adolescencia, aunque no es lo habitual. Tras estudiar el grado habrá de realizar el máster obligatorio y la oposición , en caso de optar por la rama pública.

Otras como Alicia Gómez, también de segundo, busca más el equilibrio entre el ámbito público y privado, pero sin mirar hacia el instituto. Aspira a trabajar en ambos, en universidad y empresa; en la primera sabe que le exigirán mayor trato humano y contacto diario con alumnos, mientras que en la segunda tendrá acceso al dinero, al capital, a los fondos tan deseados para llevar a cabo proyectos.

Sebastien Cottini, ya en cuarto de carrera, es de los que tiene claro que la empresa es su destino. Ya le quedan apenas unos meses en la UAM y, entonces, empezará a buscar empleo; el sector privado, dice, le otorga flexibilidad, mayores facilidades y mejores salarios. Sabe que siendo matemático no le va a faltar el trabajo. Es más, las compañías ya tratan incluso de reclutar a los jóvenes aun estando todavía en la propia universidad. « Suelen llegar bastantes ofertas . Tenemos un perfil muy demandado que se necesita en muchas empresas». Desde consultoras a empresas de distribución, e incluso farmacéuticas o compañías de automoción.

Teresa Arias, también de último curso del grado, no descarta en su caso dedicarse a la docencia, aunque aspira a un trabajo que le permita seguir aprendiendo. El conocimiento por el conocimiento, la curiosidad científica, como ella misma dice. Eso, en un instituto, es consciente de que no podrá lograrlo; por ello ya se enfoca o bien a la universidad o bien a una empresa privada. Todos con aspiraciones bien distintas, pero con una concusión final: el sector público está en horas bajas para los matemáticos.

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