"El 'porque lo digo yo' no funciona con los adolescentes"

Hablamos con Eli Soler, psicóloga y autora de "Convivir con un adolescente es fácil... ¡Si sabes cómo!"

Ana I. Martínez

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Nadie dijo que educar a los hijos fuera fácil. Cada etapa tiene sus retos pero, sin duda, es la adolescencia la que más quebraderos de cabeza genera en los progenitores. Que si "se ha vuelto un rebelde", "apenas habla conmigo", "se pasa el día en su cuarto", "no me gustan esos amigos con los que va", "en el colegio no está sacando buenas notas", "solo le gusta salir de fiesta", "ahora quiere hacerse un tatuaje"... Te suena, ¿verdad?

Pero, por suerte, " Convivir con un adolescente es fácil... ¡Si sabes cómo " (Plataforma Actual), asegura Eli Soler , psicóloga especializada en adolescentes . Ese es el título de su libro: una guía indispensable para quienes teman a la adolescencia y sepan cómo afrontarla .

"Pánico me da la adolescencia", dicen padres y madres de niños que ahora son pequeños. ¿A qué crees que se debe este pensamiento?

Por un lado, hay mucho desconocimiento porque es una etapa de la que sabemos poco, no sabemos a lo que nos enfrentamos. También todo ha cambiado mucho con la llegada de internet , redes sociales, etc. y hay mucho miedo porque los riesgos a los que se enfrentan los adolescentes son muy diferentes a los de los niños de Infantil o Primaria. Cuando hablamos de sexo , drogas o alcohol , obviamente, como padres y madres nos preocupamos.

Una de las características de la adolescencia, de la que hablas en el libro, es la rebeldía. Dices que hay que negociar y no imponer. ¿Esto no es un desgaste para los padres? Muchas veces los progenitores optan por: "porque lo digo yo".

Es un desgaste porque hay que saber escoger las batallas , es decir, padres y madres deben centrarse sobre las cosas que son realmente importantes y que atañan a las normas sagradas (respeto a uno mismo, a los demás, etc.). En lo demás, debemos ser un poco flexibles.

Cuando un padre o una madre está siempre “no”, “no”, “no” o regañando , llega un momento en el que el adolescente desconecta totalmente de nosotros y solo nos ve como una figura autoritaria negativa que lo único que hace es regañar y prohibir . Y eso no funciona con un adolescente. Por eso hay que sentarse con ellos, centrar los esfuerzos en temas importantes y pactar, lo cual no significa que siempre se tenga que salir con la suya pero sí debatir con él, escuchar su opinión y llegar a un acuerdo con argumentos, no con el “ porque lo digo yo ”. Lo que sí está claro es que como adultos tenemos la última palabra pero es necesario, antes, tener todo lo anterior claro.

¿Se quejan los adolescentes de que sus progenitores siempre tienen el "no" en la boca?

Sí, siempre. Todos me dicen que sus padres siempre están con el prohibir y el regañar . Y estas técnicas no funcionan con los adolescentes. También se quejan de que no les escuchan y no les entienden . Al final, la idea que tienen de nosotros es que solo llevamos a cabo con ellos una comunicación negativa.

¿Y los padres qué alegan?

Los progenitores actúan así por la educación que ellos recibieron , a pesar de que intenten mejorar ciertas cosas. Y también porque a las familias les da tanto miedo que su hijo o hija se equivoque, corra peligro, riesgos… que pensamos que prohibiéndoselo, lo solucionamos . Y no es así. Lo que necesitan los adolescentes es que los progenitores les den herramientas para enfrentarse a las cosas, no que se las prohibamos, porque lo van a hacer igual, con o sin herramientas.

"Los padres tienen que saber escoger las batallas para no desgastarse: centrarse sobre las cosas que son realmente importantes y que atañan a las normas sagradas. En lo demás, debemos ser un poco flexibles"

¿De qué más cosas se quejan los jóvenes de sus padres y madres?

De que solo preguntan por las notas. En muchas familias, cuando no hay comunicación, solo hablan de los deberes, instituto, notas… Y eso se traduce en un mensaje para un adolescente: “ Solo me importan tus notas. Eres un número. Y tu identidad e intereses no me importante ”. Es obvio que como padres nos vamos a preocupar por sus notas pero es fundamental que los progenitores también muestren interés por su mundo personal.

De hecho, cuando suspenden, los progenitores eligen castigarles con lo que más les duele: quitarles el móvil, la consola, no ir a la fiesta...

Es un error. Hay que diferenciar, primero, si el suspenso ha sido porque ha vagueado o porque, a pesar del esfuerzo, no ha llegado . Es este último caso, lo que necesita es ayuda. En el primero, sí debe haber una consecuencia pero utilizar el móvil o la consola como moneda de chantaje no es la mejor opción porque a la vez se fomenta una mayor dependencia con el dispositivo y, en segundo lugar, si no tiene relación con el motivo que nos disgusta, ¿por qué?

Hay que educar desde la responsabilidad : "si estudias, vas a tener unos privilegios porque demuestras que eres responsable". Y todo ello ha de pactarse previamente.

¿Y qué echan en falta los jóvenes?

Necesitan espacio y lo reclaman . También intimidad . Pero en la mayoría de las ocasiones los padres y madres no saben cómo acceder a ellos porque ya no son niños y no buscan el cariño de la misma forma, aunque siguen necesitándolo. Un adolescente es como un erizo: “cógeme en brazos pero cuidado que pincho ”. Necesitan cariño aunque no lo reconozcan o expresen y a las familias les cuesta mucho esto porque no saben cómo hacerlo. Y se puede hacer desde las cosas más simples: ver con él o ella su serie de televisión favorita. No hace falta tener conversaciones profundas, sino hacerle saber que ahí estamos y que nos interesamos por él o ella.

Es un trabajo complicado, que no se consigue de un día para otro: el ritmo y los tiempos los marca el adolescente. Si está de mal humor o quiere intimidad, hay que dejarles. Si vemos que es un buen momento, hay que dejarlo todo y estar en escucha activa al máximo.

"Las principales quejas de los adolescentes son: que sus padres siempre están con el prohibir y el regañar; que no les escuchan y no les entienden; y que solo les preocupan las notas"

Uno de los capítulos que abordas en el el libro es drogas y alcohol. Cuentas que entre los 10 y 12 años ya tienen contacto con esta realidad y entre los 13 -14 años ya están totalmente expuestos. Sin embargo, a esas edades, ¿las familias han hablado ya con sus hijos de ello?

Es uno de los errores más comunes. Siempre pensamos “mi hijo es aún muy pequeño y no le voy a hablar de ello no sea que le incite”. Pero no es verdad. La prevención reside en hablar antes de que suceda, en darles herramientas, responder sus dudas . Lo que no podemos hacer es esperar a que nuestros hijos salgan de fiesta y beban y entonces hablar de ello.

A partir de los 10 años, los hijos empiezan a saber qué es el alcohol porque vivimos en sociedad, lo ven fiestas, celebraciones, en momentos de ocio… y lo asocian a ello. Están expuestos y empiezan a tener curiosidad. Eso no significa que beban pero tarde o temprano lo van a probar.

Sucede lo mismo con el sexo ¿no?

Eso es. Al final, forma parte de la educación. Y son temas que ellos ya van viendo en el ambiente. En el colegio o instituto hay chicos mayores, en la televisión salen escenas… Los adolescentes no están al margen, van recibiendo informaciones… Y necesitan a un adulto que ponga todo eso en contexto y les explique . Como no se hace, les empujamos a que lo busquen en internet o se “informen” a través de sus amigos , que están en las mismas condiciones que ellos. Es un error: les dejamos solos.

¿Hablan de sexo padres y madres con sus hijos?

Cuando voy a los institutos, es lo primero que pregunto. Y casi nadie levanta la mano. Tanto a padres como a hijos les cuesta hablar de ello. Lo que no funciona nunca es coger al adolescente y decirle: “venga, cariño, vamos a hablar de sexo” . Lo que hay que hacer es aprovechar los contextos: si sale algo en las noticias, la serie que estamos viendo… Es decir, intentar estirar el hilo y leer entre líneas. Lo que está claro es que si desde pequeños la sexualidad ha sido tabú en casa, no esperes que a los 15 hablen de sexo contigo.

La primera opción de los adolescentes para hablar de sexo no son sus padres, es internet, donde hay un gran impacto de pornografía. Ya sabemos que cada vez acceden antes a este tipo de contenido y el problema es que es lo que tienen como referente, la pornografía . Por ello necesitan otras formas de vivir la sexualidad.

¿Qué hacer si mi hijo viene borracho a casa o le veo con un porro? Porque aconsejas en el libro siempre no buscar el enfrentamiento pero ante esas situaciones...

Si va muy borracho, se encontrará mal así que la regañina no va a servir de nada porque, además de que él no está en condiciones de escuchar, tú como padre o madre vas a estar en un estado de nervios que va a hacer que nada funcione . Lo mejor es ayudarle en ese momento en lo que necesite, y hablar de ello en otro momento. No hay que dejarlo pasar. Si le vemos fumando, lo mismo.

Luego ya la familia, en el momento adecuado, debe hablar pero desde la calma. Sé que es muy difícil pero nosotros somos los adultos y se supone que sabemos controlar nuestras emociones y ser racionales , algo que los adolescentes no son capaces de hacer porque su cerebro no funciona así.

Cuentas también que la autoestima y la asertividad son claves a la hora de que las amistades puedan influir en un adolescente y que hay que trabajarlas desde que son pequeños. ¿Cómo se hace eso?

La autoestima es, desde que son muy pequeños, escucharles y reforzar positivamente cada logro que tienen. Eso no significa alabarles constantemente, sino dar valor cuando se esfuerzan en algo y ha habido un éxito. Y si ha habido fracaso, apoyarles y animarles.

Ser asertivo tiene que ver con las normas de las que hablábamos antes. Sin embargo, ello implica que haya un espacio de debate, que escuchemos su opinión, sin imponer. Así les enseñaremos una habilidad social básica para su futuro y ante miles de situaciones (presión de grupo, relaciones de pareja…).

Todo ello no se consigue en un día. Hay que empezar a trabajarlo desde que son muy pequeños.

¿En qué momento deben buscar las familias ayuda externa porque ven que la relación con el adolescente es imposible?

Cuando veamos que es ya una relación complicada, que ya no hay un respeto o no se convive de modo positivo, hay que buscar ayuda. Hay mucho miedo a ir al psicólogo porque parece que es un fracaso. Pero no . Lo mismo que vamos al dentista cuando nos duelen los dientes, buscamos ese otro tipo de ayuda ante un problema de comunicación, de relación o de sentimientos. Lo malo es no buscar una solución.

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