«Hasta que no se entienda que atender a las madres es cuidar de la vida y del mundo, no podremos crear una red de cuidados»

Entrevista a Carmen Moreno, autora del libro 'Postparto en positivo'

Ana I. Martínez

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«El parto es un momento que queda marcado para siempre en la madre y en el bebé. Tu propia experiencia puede conectarte con tu fuerza y poderío, o dejarte con una sensación de vacío, de fracaso o desconfianza. Sea como sea el nacimiento de tu bebé, ninguna madre falla».

Con estas potentes palabras, Carmen Moreno, educadora perinatal, quiere dejar claro a toda madre que lea su libro 'Postparto positivo' (Vergara), que no es la mejor ni peor madre del mundo: es la que su bebé necesita. Y esta premisa es fundamental para afrontar el posparto , un momento en el que ya nada va a ser igual, ni en ella ni en su vida. «Es redescurbir el cuerpo. Es caos. Es locura y cordura. Es confiar en que el tiempo todo lo ordena... Es perderte y encontrarte siendo otra versión de ti misma», escribe.

El posparto es una montaña rusa de emociones ¿no? ¿Por qué?

Así es, el posparto es una montaña rusa en la que convergen muchas emociones y, a menudo, en su versión más intensificada. Lo sentimos todo y con una gran profundidad. Esto se debe a tres causas principales.

En primer lugar, la gran transformación que vivimos las madres durante el posparto. Nace un bebé pero también nace una madre. Una nueva versión de nosotras mismas. Reconocernos y asumir esa transformación tan arrolladora es un proceso que requiere de tiempo y paciencia y hemos de entender que las emociones están a flor de piel.

En segundo lugar, los cambios hormonales propician también una mayor sensibilidad y variabilidad emocional.

En tercer lugar, en el posparto tenemos una gran sensibilidad . Estamos más permeables. Lo sentimos todo mucho más. Esto es absolutamente necesario para poder conectar con nuestros bebés. En el parto nos separamos físicamente por primera vez, pero continuamos en la misma esfera emocional que nuestras criaturas. Por otro lado, esa gran sensibilidad nos ayuda a estar más alerta, algo necesario para proteger y cuidar de nuestras criaturas.

Acompañas a muchas mujeres en esta etapa. ¿Qué cosas del posparto suele sorprenderles más o resultarles más duras?

Respecto al bebé lo que más sorprende es cómo es un bebé normal. La creencia de que los bebés buenos son relativamente independientes, es decir, comen y duermen y no demandan demasiada atención, está muy extendida. Sin embargo, un bebé normal necesita contacto continuo y esto sorprende . Llegamos a la maternidad con expectativas poco realistas y una gran falta de referentes, sin haber observado y convivido extensamente con otras mujeres en su maternidad.

Respecto a una misma suele sorprender la gran transformación que supone. No somos las mismas. Cambiamos en cuerpo y alma . Cambian nuestras prioridades e intereses. La soledad del posparto también suele cogernos por sorpresa. Sorprende el hecho de estar acompañada de tu bebé las 24 horas pero sentirte sola o echar de menos hablar con adultos. Otra de las sorpresas del posparto es su duración. Se habla de la cuarentena pero el posparto tiene una duración que va mucho más allá y podemos hablar de uno o dos años a nivel general pero su duración dependerá de cada madre y bebé. Lo que está claro es que siempre dura más de lo esperado y que no hay vuelta a la normalidad anterior porque tu realidad cambia completamente. Y entender eso, si nos lo permitimos puede suponer un cambio de enfoque importante.

¿Cómo afrontarlo? Hay veces que las mamás pueden verse superadas, ni siquiera se entienden a sí mismas ni a sus bebés, incluso pueden llegar a rechazarlo, discuten con la pareja...

Una manera de afrontar los retos del posparto es a través de tres pilares: el trabajo en nuestras creencias, crear el mejor entorno posible y cuidarnos por el camino . En primer lugar, el trabajo en nuestras creencias nos ayuda a despojarnos de expectativas y exigencias dañinas. El primer paso es reconocer qué creencias limitantes tenemos para poder trabajar en ellas. Quizá sientes que tienes que llegar a todo y te desborde no hacerlo. Quizá te frustra el creer que en el posparto tu vida continuará como antes pero con bebé y te sorprendan los cambios. Quizá crees que si no sientes un flechazo instantáneo por tu bebé ya no se dará un buen vínculo. Quizá tienes unas expectativas de cómo tu pareja debe comportarse o lo que esperas de tu entorno. Trabajar en nuestras creencias nos ayuda a dejar ir expectativas y a aceptar nuestra experiencia estando más presentes y aceptando nuestra realidad. Nos ayuda a dejar de lado las comparaciones y a poner el foco en la escucha y la conexión con una misma.

En segundo lugar, no todo es el trabajo interno sino que nuestro entorno nos influye. Desde la comunicación con la pareja hasta el apoyo logístico. Dentro de nuestras posibilidades mirar hacia cómo es nuestro entorno y buscar maneras de mejorarlo en la medida de lo posible. Esto empieza por permitirnos verbalizar cuando necesitamos pedir ayuda y comunicar lo que vivimos y necesitamos.

En tercer lugar, el autocuidado es clave. Yo entiendo el autocuidado como preservar nuestra salud física y mental además de darle lugar a aquello que nos llena. Para mí el autocuidado es darme cuenta de cómo me siento y de lo que necesito en cada momento. A menudo el autocuidado se asocia a un momento especial o de indulgencia, sin embargo empieza por cuidarnos cada día en cada momento dentro de nuestras circunstancias.

«El posparto siempre dura más de lo esperado y no hay vuelta a la normalidad anterior porque tu realidad cambia completamente. Y entender eso, si nos lo permitimos, puede suponer un cambio de enfoque importante»

En 'tus herramientas para un posparto positivo' hablas de la hipnosis y de la meditación y aseguras que ayudan. Muchos no se lo creerán...

La hipnosis nos ayuda a trabajar en nuestras creencias a un nivel profundo, directamente en nuestro subconsciente. El subconsciente es la parte de la mente donde residen nuestras creencias y valores. La hipnosis nos permite influenciar esas creencias de manera positiva para tener una mejor experiencia. Por otro lado, mientras practicamos hipnosis entramos en una relajación profunda y en ese estado producimos hormonas relacionadas con el bienestar como la oxitocina , dopamina, serotonina o las endorfinas. Además, nuestra mente entra en un estado de relajación muy reparador. Una práctica de hipnosis de unos minutos nos recarga de energía y ayuda a crear momentos de descanso mientras trabajamos en reemplazar creencias que nos limitan por otras que nos empoderan.

Por otro lado, la meditación entrena nuestra atención ayudándonos a estar más presentes. Al igual que la hipnosis la práctica regular de la meditación tiene grandes beneficios sobre nuestra salud física y mental.

¿Cuándo usar las 'afirmaciones positivas'?

Las afirmaciones positivas son una de mis herramientas preferidas para reprogramar nuestra mente y enfocar nuestros pensamientos hacia creencias que nos benefician. Es decir, que nos alinean con nuestros objetivos.

Cada vez que tenemos un pensamiento se refuerzan una serie de conexiones neuronales. Conforme más se repite ese pensamiento más marcado queda ese patrón y más se refuerzan las conexiones neuronales asociadas a ese pensamiento. Con las afirmaciones positivas detectamos pensamientos que no nos hacen bien y creamos afirmaciones que los cancelen o neutralicen. A través de la repetición de esas afirmaciones vamos creando nuevas conexiones neuronales hasta que, poco a poco, se refuerzan tanto que integramos ese pensamiento. Es una manera maravillosa de cambiar cómo pensamos y cómo nos sentimos.

Por ejemplo, si me inundan pensamientos sobre que ocurra algo malo puedo anclarme al presente con la afirmación positiva «Ahora, todo está bien» o «Mi hija crece sana, fuerte y feliz». Quizá siento que no lo estoy haciendo bien y puedo enfocarme en una afirmación como «Soy la mejor madre para mi bebé». Poco a poco, esos pensamientos van calando hondo y vamos integrándolos como nuestra verdad.

El miedo no es un buen aliado en el posparto, como tampoco en el parto porque limita, bloquea y nos juega muy malas pasadas. ¿Cómo gestionarlo?

En el posparto estamos más sensibles, una sensibilidad necesaria para proteger a nuestro bebé que nos hace estar más alerta. En consecuencia, el miedo y la ansiedad son habituales en el postparto y cuando persisten en el tiempo o aparecen a menudo pueden resultar limitantes . Por eso, contar con herramientas para volver a la calma mejora nuestra experiencia. La respiración, las visualizaciones o la meditación son grandes recursos para anclarnos a la calma. Con la hipnosis y otras herramientas para reprogramar nuestra mente trabajamos en la causa que son las creencias.

«A través de la repetición de las afirmaciones positivas vamos creando nuevas conexiones neuronales hasta que, poco a poco, se refuerzan tanto que integramos ese pensamiento. Es una manera maravillosa de cambiar cómo pensamos y cómo nos sentimos»

¿Tiene el miedo, al mismo tiempo, algo de positivo?

El miedo es una emoción que nos ayuda a mantenernos a salvo. Aparece cuando percibimos un peligro real o imaginario. El miedo no es malo, sin miedo no sobreviviríamos. Lo malo es quedarnos atrapadas en esta emoción y vivir constantemente en alerta.

Si como tus antepasadas vivieras en plena naturaleza y escuchas el rugido de un oso que se acerca. En milésimas de segundo tus sentidos envían la señal de peligro a la amígdala en tu cerebro, responsable de procesar las emociones. En un instante se producen multitud de señales que evalúan el rugido del oso como una amenaza. Dicho procesamiento se realiza partiendo de toda la información y del sistema de creencias que alberga tu subconsciente. Esta información alerta a tu cuerpo para que huyas o luches contra ese animal. Produces adrenalina y cortisol y se activa tu sistema nervioso simpático para poder responder a la amenaza. Si el peligro desaparece, se activa de nuevo el sistema nervioso parasimpático, el de la calma, en el que hemos sido diseñadas para estar la mayor parte del tiempo.

Cuando el miedo nos lleva a ponernos a salvo o a tomar una acción hablamos de miedos adaptativos. Cuando el miedo aparece sin que haya un peligro y nos quedamos atrapadas en esta emoción se convierte en limitante. No nos lleva a tomar una acción pero sí limita nuestro bienestar. Los recursos que propongo en Postparto en Positivo tienen el objetivo de trabajar en esos miedos y creencias limitantes que afectan negativamente a nuestro bienestar.

¿Qué son los pensamientos catastróficos y por qué se producen?

Son pensamientos que proyectan escenarios negativos y a menudo desconcertantes. Desde que se te caiga tu bebé, hasta que se ahogue o deje de respirar pasando por hacerle daño. La ciencia ha demostrado que alrededor de un 91% de madres los experimentan. Son producto de una combinación hormonal que nos hace estar más alerta para proteger a nuestros bebés y la falta de sueño.

Muchas madres expresan su sorpresa al descubrir que estos pensamientos son recurrentes. Casi siempre se viven en silencio y sintiendo culpa por tener estos pensamientos horribles. Sin embargo, es una experiencia que comparten la mayoría de madres.

La culpa de las madres. Mucho se habla de ella y de lo injusta que es... ¿llega para quedarse en cuanto nace el bebé?

Creo que podemos estar de acuerdo en que la culpa siempre aparece en un momento u otro, pero no tiene por qué llegar para quedarse. La culpa parte de cómo nos juzgamos a nosotras mismas, de las expectativas que tenemos en cuanto a cómo debemos comportarnos o sentirnos, de nuestros ideales, de las comparaciones y de nuestra propia exigencia. Por lo tanto, el trabajo de creencias también ayuda a gestionar la culpa porque nos ayuda a cuestionar esos ideales y a desmontarlos. Cuando aparece podemos tomar un papel activo, no sentimos bloqueadas por la culpa sino tomarlo como oportunidad para ver de dónde viene y qué acción podemos tomar. Esa acción puede ser analizar lo que nos exigimos y empezar a aceptar cómo somos más allá de nuestros ideales. Otra acción puede ser reparar una situación pidiendo disculpas o practicar la autocompasión con nosotras mismas. En cualquier caso nunca debemos perder de vista que somos las mejores madres para nuestros bebés y que nuestros bebés no necesitan a la madre perfecta sino a nosotras (que ya somos perfectas para ellos).

Con el nacimiento del bebé, la mujer cambia. ¿Qué le pasa debido a esa nueva identidad que adquiere como madre? Porque hasta el cerebro se modifica...

Con el nacimiento de un bebé nace también una nueva versión de nosotras mismas, es el nacimiento de una madre. Ya durante el embarazo nuestro cerebro cambia tanto como en la adolescencia facilitando la conducta materna. Tenemos mayor plasticidad cerebral, es decir, mayor capacidad para hacer cambios y somos más receptivas a la oxitocina, hormona del amor. Cambia nuestra mente, cambia nuestro cuerpo y nuestra alma. Cambian nuestras prioridades, hábitos e intereses. Es una gran transformación que requiere una adaptación y la comprensión de que no hay vuelta atrás, eres otra en todos los sentidos.

Autocuidarse, descansar... ¿en el posparto? ¿Es una broma?

Parece imposible que podamos cuidarnos en el postparto. Sin embargo, esta creencia parte de la base de que el autocuidado es un momento de indulgencia, un lujo que no podemos permitirnos en ciertos momentos de nuestra vida o algo que solo puede tener lugar bajo determinadas condiciones. Podemos imaginarnos en un spa, dándonos un masaje o haciendo algo especial. Mientras que cuidarnos de manera especial y mimarnos es absolutamente necesario, creo que es importante redefinir el autocuidado. Cuidarnos no es un lujo, es una necesidad y prioridad. Significa preservar nuestra salud y empieza por estar en contacto con nuestras necesidades además de darle un espacio a aquello que nos gusta. Por cubrir nuestras necesidades me refiero a cosas tan básicas como ir al baño cuando lo necesitamos sin aguantar porque estamos ocupadas con otra cosa, beber suficiente agua, descansar cuando lo necesitamos o comer cuando tenemos hambre y parar cuando sentimos saciedad. Parece una obviedad pero, ¿cuántas de nosotras nos hemos pasado toda la mañana ocupadas sin beber casi agua? ¿Cuántas veces no nos permitimos descansar porque le damos prioridad a la lista de cosas que hacer? Además de estar en contacto con nuestras necesidades, cuidarnos también implica darle espacio a lo que nos gusta. En mi libro propongo un ejercicio que consiste en buscar algo que te guste que puedas hacer en un minuto, cinco minutos, diez minutos, veinte minutos o en media hora. La idea es que, aunque haya días en los que solo tengas un minuto cojas el hábito de darle espacio a aquello que te recarga. Quizá en un minuto haces varias respiraciones conscientes. En cinco minutos escuchas una canción que te gusta. En veinte minutos das un paseo. En media hora duermes una siesta. Seguro que no hay ningún día en el que no tengas, al menos, un minuto para cerrar los ojos y respirar.

«Cuidarnos no es un lujo, es una necesidad y prioridad. Significa preservar nuestra salud y empieza por estar en contacto con nuestras necesidades además de darle un espacio a aquello que nos gusta»

Cuidar del bebé, de la madre y de la pareja. Menudo trabajo en una etapa tan difícil.

Absolutamente, es un gran trabajo que debería ser sostenido por la comunidad. Tradicionalmente, en todas las sociedades se ha priorizado el cuidar de la madre durante el posparto. La madre cubre todas las necesidades del bebé por lo que si cuidamos de la madre también cuidamos del bebé . A menudo, el cuidar recae en la pareja pero lo ideal sería que esos cuidados estuviesen compartidos por la pareja y la comunidad. Solo cuando como sociedad entendamos la profundidad del posparto y que cuidar de las madres es cuidar de la vida y del mundo, podremos crear una red de cuidados y sostener a las madres y bebés .

Cambios físicos en el posparto, ¡qué difícil es a veces aceptarlo! Porque el cuerpo no vuelve a ser el mismo

Alejarnos de la presión de recuperar y poner el foco en aceptar y reconocer a ese cuerpo. Parece que la sociedad quiere que pasemos por la maternidad como si nada, sin que tal transformación deje huellas en nuestro cuerpo y alma. Aceptar nuestro cuerpo, cuidar de nuestro cuerpo no es fácil pero muy necesario. El cuerpo no vuelve a ser el mismo, tampoco nosotras volvemos a ser las mismas . Sería impensable exigirnos ser las mismas a nivel psicológico porque hemos cambiado para siempre. Sin embargo, con respecto al cuerpo la sociedad nos machaca con unos cánones de belleza inalcanzables. La belleza está en aceptarnos y liberarnos de las exigencias externas. La belleza es la divinidad de un cuerpo que ha gestado y traído vida al mundo. Un cuerpo que ha evolucionado y cambiado, pero para ello, deberíamos crecer con todos estos referentes reales.

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