Esto es lo que podemos hacer con los mayores que se aíslan y no quieren ver a nadie

El miedo al coronavirus se ha instalado en los corazones de muchas personas, que ven cómo el virus les está arrebatando la vida en vida

Carlota Fominaya

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los efectos psicológicos que está desencadenando la Covid-19 inciden de manera especial en las personas mayores. Muchos sienten miedo, se aíslan y no quieren ver a nadie. ¿Cómo puede la familia ayudarles a salir de esa situación psicológica? ¿Por qué se aíslan y no quieren ver a nadie? ¿Cómo animarles sin forzarlos? ¿Pueden perder habilidades sociales?

En efecto, responde Concha Porta, psicóloga clínica de la plataforma especializada en la longevidad saludable Rosita Longevity , «se ha “perdido” un tiempo con el confinamiento, pero está el tiempo por llegar, y ese no hay que perderlo» . Para esta experta, no hay duda: «la familia debe intentar ser una interlocutora en sus preocupaciones y temores. Deben explicarle que efectivamente hay cosas que se han perdido en este año de pandemia y confinamiento, pero que la vida conlleva cambios a veces bruscos, pérdidas, encuentros, circunstancias adversas a las que hacer frente y seguir adelante». Que la sensación de tener un tiempo limitado, prosigue esta especialista, «es inevitable conforme se cumplen años, pero que la mayor limitación es no darse nuevas oportunidades para vivir y disfrutar de lo que se tiene».

Porta propone «inventariar las cosas positivas que hay en su vida, sugerirle e invitarle a pensar de qué modo puede disfrutar y potenciar esas capacidades que sí tiene y lo positivo que hay en su entorno. Hacerle ser consciente de ello. Decirle que precisamente porque el tiempo tiene menos recorrido cuando se es mayor, debe saber aprovecharlo, más desde una actitud lo más positiva y activa posible. Proponerle actividades concretas que antes realizaba y pueda de a poco retomar, hobbies que pueda realizar con poco riesgo, o fomentar la creatividad con nuevas habilidades a descubrir (costura, gimnasia, lectura...)».

Otros muchos también que se han vuelto más exigentes y selectivos. Dicen por ejemplo: «Si no me llaman, no llamo yo». Esto tampoco ayuda a seguir con las relaciones sociales, tan importantes. A este respecto la psicóloga advierte que «son los mayores los que deben tomar la iniciativa de ir al encuentro, de ser quienes llamen a los hijos o amigos, tomar la iniciativa y seguramente descubrir que si no le han llamado puede tener que ver con circunstancias ajenas a sus fantasías». Los mayores deben, insiste esta experta, «asumir la responsabilidad de aumentar las relaciones con las personas que quieren saber cómo se sienten, qué necesitan… reconocerlos y en esa dinámica reconocerse ellos mismos».

«Seguro que tiene cosas interesantes que aportar, pero al no tomar iniciativas y colocarse en el lugar de espera, no solo la vida les pasa por delante sin apenas tocarla, sino que esas personas a las que quiere o con las que podría desear estar también pueden pasar de largo y en última instancia, todos pierden algo esencial y necesario: querer y sentirse querido», recalca Porto.

Para aquellos que han dejado de socializar

Porque poco se habla de los que han dejado de salir a la calle, de encontrarse con sus amigos e incluso familiares . De socializar por miedo al virus, en definitiva. «La sensación de peligro externo dificulta retomar los hábitos pre-pandémicos. Este sentimiento de vulnerabilidad puede evitarse fomentando la autoestima del mayor y así hacerle sentir menos indefenso. Esta autoestima puede potenciarse dándole herramientas que desarrollen o le permitan poner en marcha capacidades que no ejercita en estos momentos. Se puede comenzar con tareas sencillas y próximas a su domicilio e ir aumentando las actividades, incluso compartiendolas con algún amigo», sugiere esta psicóloga.

«Que estas personas retomen poco a poco sus actividades es importantísimo porque, que un mayor decida por voluntad propia aislarse del resto», advierte Concha Porto, «puede precipitar algún tipo de deterioro neurológico. Si el mayor se niega a ver a cualquier persona, se debe planear con detalle la salida, para que éste pueda visualizarla y se sienta más tranquilo de que será en todo momento una salida segura para su salud. También es importante fomentar las conversaciones con amigos suyos para que vuelva a relacionarse con ellos, acompañarlos y apoyarlos para que acudan a lugares donde puedan realizar actividades y puedan incrementar sus relaciones sociales (siempre con las máximas medidas de seguridad...)». «En las primeras salidas se le puede acompañar y buscar recompensas que puedan incentivarlos, como un detalle especial, un libro, un encuentro con nietos, pasteles…».

Soledad agravada

Porque, si la soledad ya era un problema en esta franja de edad, ahora lo es mucho más. ¿Qué podemos decir a aquellos que se sienten más solos que nunca? « Hay que explicarles que la soledad no es mala , que puede ayudar a reflexionar, a convivir con nosotros mismos, etc, pero que la soledad no es ni debe ser incompatible con el encuentro con los otros (hijos, amigos, etc). Compartir nuestros temores, sentimientos, ideas… permite que se pueda crecer como persona, enriquecerse en el encuentro, descubrir ese otro mundo dentro de otros, a veces, tan próximo y desconocido». «Siempre hay un sentimiento de falta con el que hay que aprender a vivir. el encuentro absoluto no existe, por eso relativizar las cosas, saber ver lo positivo del encanto con los otros permite disfrutar más de la vida, tiranizarse menos y ser más feliz», concluye esta experta.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación