Familia

Más de 26.000 alumnos ya saben cómo protegerse de los contaminantes ambientales cotidianos

Organismos internacionales como la OMS y la Comisión Europea subrayan la importancia de la prevención y la educación desde la infancia en este asunto

S.F.

Acaba de comenzar el curso escolar y alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria de medio centenar de colegios de toda España se preparan para una clase nueva: Salud ambiental en la escuela . Es la quinta edición del programa educativo que con ese mismo nombre, Salud ambiental en la escuela, lleva a cabo la Fundación Vivo Sano en los colegios que lo solicitan, con el objetivo de educar y sensibilizar a los niños sobre los riesgos que conllevan para la salud determinadas sustancias contaminantes presentes en el medio ambiente cotidiano. Hasta el momento, más de 26.000 escolares de 207 colegios de toda España han seguido este programa educativo en los cuatro años que lleva en marcha.

Todos esos alumnos han aprendido en clase que los alimentos frescos pueden tener residuos de pesticidas y cómo protegerse de ellos y evitarlos, se han sensibilizado sobre los riesgos de usar plásticos en los envases de comida, han asimilado la importancia de optar por productos de aseo personal o de limpieza ecológicos, saben cómo leer una etiqueta y qué sustancias deben evitar, y en definitiva están más concienciados de que su salud y el futuro del planeta y del medio ambiente está en sus manos. Pese a sus tempranas edades, ya saben qué son los ftalatos y el bisfenol A, dónde se encuentran y cómo afectan a su organismo.

La Fundación Vivo Sano quiere recordar, ante el Día Mundial de la Salud Ambiental, que se celebra el 26 de septiembre, el impacto positivo que pueden tener estos programas educativos en la sociedad, puesto que conciencian hoy a los ciudadanos del mañana sobre la relación causa-efecto que existe entre medio ambiente y salud, una relación que tanto la UE como la propia OMS recomiendan divulgar entre la población. En este sentido, y ante la ausencia de iniciativas públicas de gran alcance en nuestro país, Salud ambiental en la escuela trata de dar respuesta a dicho llamamiento de organismos internacionales, y lo hace con una acción específica en los centros educativos con la que consigue llegar simultáneamente a distintos colectivos: no solo los alumnos, sino también al profesorado y a las familias.

Los niños enseñan a los padres

Tal y como relata la responsable de Salud ambiental en la escuela, Nuria Millán, «una de las cosas que más nos gusta ver es cómo los propios niños llegan a sus casas y aleccionan a sus padres y madres, ‘ mamá, no pongas el tupper en el microondas que calentar el plástico desprende sustancias malas para la salud, o cómprame un champú que no tenga parabenos…». Salud ambiental en la escuela, por tanto, capacita a los alumnos y los motiva a adoptar estilos de vida más sanos , favorece el consumo de alimentos más adecuados nutricionalmente, minimiza o evita la utilización de productos potencialmente nocivos, e informa y educa en ambientes y hábitos saludables.

El programa se desarrolla en el aula con el apoyo de materiales específicos desarrollados en exclusiva para esta iniciativa por educadores y ambientólogos, y se aplica a través de dinámicas lúdicas que fomentan la participación y el juego en equipo. Nuria, licenciada en Ciencias Ambientales, con una especialidad en educación ambiental y con una vocación enorme hacia la infancia, nos explica cómo son esos materiales: «Hemos ideado un juego de detectives en los que se presentan unos sospechosos ambientales, que pueden ser los pesticidas, las fragancias artificiales, los metales pesados o cualquier otra sustancia nociva para la salud. Los propios niños se convierten en los detectives que buscan a los sospechosos entre los alimentos que comen, los productos de limpieza, los dispositivos electrónicos, el ruido que les rodea… Son materiales que hemos elaborado nosotros mismos, pensados para que les resulten vistosos y atractivos, y la verdad, los niños se lo pasan bomba mientras aprenden».

Otra de las educadoras que participan en este programa, Eva Gil, también ambientóloga y con un máster en Ingeniería Ambiental, desgrana la importancia de formar a los más pequeños sobre los tóxicos ambientales. «L os niños, en proporción, respiran más que los adultos. Además son más bajitos y están más cerca del suelo, por lo que están más en contacto con partículas contaminantes, y luego se llevan las manos a la boca… La piel de los niños es más permeable y, por tanto, más sensible a los tóxicos ambientales; comen y beben más que una persona adulta, por lo que es clave que su alimentación esté libre de determinadas sustancias contaminantes. Y sus sistemas fisiológicos de eliminación aún están poco maduros, están en edad de crecimiento. Por todo eso es importante concienciarles de estos asuntos», concluye.

Salud ambiental en la escuela consta de distintos talleres gratuitos, de diferentes temáticas en función del interés de los colegios y de la edad de los niños, impartidos por educadores ambientales de la Fundación Vivo Sano. También se realizan actividades complementarias en las que los niños aprenden cómo hacer un insecticida o repelente natural , o elaboran sus propios jabones y colonias, etc. «Estas actividades, más prácticas, son de pago, pero un pago casi testimonial, lo suficiente para costear los materiales que se utilizan para que los alumnos realicen un trabajo que luego se van a llevar a casa y van a mostrar a sus padres», explica Nuria Millán.

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