Livinio Stuyck dirigió hasta 2002 la Real Fábrica de Tapices
Livinio Stuyck dirigió hasta 2002 la Real Fábrica de Tapices - ERNESTO AGUDO

La saga de los Stuyck, maestros tapiceros a los que pretenden desalojar de la Real Fábrica

La familia de origen belga puede perder una de sus «joyas», el dúplex que habitan desde 1891

MADRID Actualizado: Guardar
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La visita de la Policía Nacional esta semana a Livinio Stuyck, el último propietario privado de la Real Fábrica de Tapices, instándole a abandonar el dúplex de 700 metros cuadrados situado en el interior del edificio próximo a la madrileña Glorieta de Atocha, ha puesto de actualidad la historia de una institución tricentenaria y de la saga flamenca de los Stuyck, descendientes de Jacobo Vandergoten. Livinio ejerció como director de la institución hasta 2002, cuando fue destituido tras el rescate que en 1996 llevaron a cabo el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, una operación que costó 300 millones de pesetas. Él continuó viviendo en el ático y ahora no pretende abandonarlo, ya que posee un documento de Patrimonio firmado en 1952 donde se detalla que la familia puede utilizar las instalaciones de la vivienda del edificio.

«Ese contrato nunca se ha extinguido ni anulado por ninguna de las partes», contó esta semana a ABC Bárbara Stuyck, la hija de Livinio.

Los Stuyck están muy apenados por la imagen que se está dando de la familia. «Ellos siempre han sido unos currantes y han transmitido su saber de generación en generación», asegura un amigo cercano. Y añade: «Estos días se han contado muchas mentiras. Que los duques de Luxemburgo se alojaron en esa casa en los años 80 no es cierto, tampoco lo es que tuvieran cuatro chicas de servicio, que además han denominado ‘‘sirvientas’’, ¡como si los Stuyck fueran de la realeza!». Además, «Livinio se deslomaba en la fábrica, subía a comer y volvía a bajar. Eso que dicen de que vivía como un señor y despilfarraba tampoco es cierto, es un hombre muy normal», sentencia.

La llegada del maestro tapicero Jacobo Vandergoten a España se remonta al reinado de Felipe V, cuando no existía una industria fuerte que pudiera fabricar objetos suntuarios. Las autoridades flamencas encerraron a Vandergoten en la prisión del castillo de Amberes cuando comunicó su intención de instalarse en España con su mujer y sus seis hijos, conocedores de todos los secretos para elaborar los mejores tapices de Europa. El 20 de junio de 1720, los Vandergoten llegaron a España y se instalaron al final de la madrileña calle de Hortaleza, en la zona de Santa Bárbara en la Casa del Abreviador. Siete años después, Jacobo Vandergoten «El Viejo» fallecía y sus seis hijos le sucedieron al frente de la fábrica.

Primera mujer empresaria

Fue con ellos cuando la fábrica sufrió los cambios más revolucionarios: importaron de Amberes un telar de alto lizo, cuya estructura era vertical y no horizontal; y, además, consiguieron que Francisco de Goya, José del Castillo o Francisco Bayeu comenzaran a pintar cartones para tapices. Durante esta época de esplendor, Livinio, un sobrino nieto de Cornelio Vandergoten, llegó desde Amberes e inició la saga de los Stuyck. Este primer Livinio Stuyck murió muy joven, cuando su hijo Gabino era un niño, y su mujer Nieves Álvarez, se hizo cargo de la empresa familiar, siendo la primera mujer empresaria en España en el siglo XVIII, abanderando así la causa femenina. Desde entonces y durante siete generaciones, cada Livinio llama Gabino a su primogénito y viceversa. Así la fábrica siempre ha estado dirigida por un Livinio o un Gabino.

En 1774, la Corona atravesaba un momento muy complicado y las Reales Fábricas comenzaron a cerrar. Los Stuyck, para evitar que la suya no cerrase, propusieron explotar la fábrica de forma privada, aunque se ubicase en un edificio de la Corona. Fue el primer contrato de estas características en España.

La Real Fábrica de Tapices se mantuvo en Santa Bárbara hasta 1891, cuando el viejo edificio amenazó con desplomarse y Patrimonio Nacional decidió instalar la empresa y la residencia de los Vandergoten en el Olivar de Atocha, concretamente en el número 2 de la calle Fuenterrabía, donde se encuentra en la actualidad. Con la venta del primer solar se hizo frente a la construcción del edificio (ubicado entre el Parque del Buen Retiro y la estación de tren), el dinero sobrante se invirtió en la construcción de un ala del Palacio Real, donde ahora se encuentra el Museo de la Armería.

Livinio Stuyck Candela, fundador de la Feria de San Isidro
Livinio Stuyck Candela, fundador de la Feria de San Isidro - ABC

Grave crisis

La época más gris de la Real Fábrica de Tapices llegó en 1931, con la Segunda República. Sin la intervención de la Corona, los encargos disminuyeron de forma drástica. Al no encontrar forma de hacer frente a los gastos ni mantener a los empleados, Livinio Stuyck Millenet le comunicó al presidente Niceto Alcalá-Zamora su intención de cerrar la empresa. «Mire usted, yo no quisiera que la historia cargue sobre mis espaldas la desaparición de una institución como la Real Fábrica de Tapices», le aseguró. Con el director de Bellas Artes encontraron una fórmula que permitiera sacar adelante la Fábrica: mandaron restaurar una serie de tapices del siglo XV que se encontraba en los depósitos del Museo del Prado. Terminaron en 1947, después de quince años de trabajo.

Gabino III, el padre del actual Livinio, tuvo un sobrino al que la ciudad de Madrid le debe la Feria de San Isidro. Livinio Stuyck Candela era un asesor jurídico que en 1946 tomó las riendas de la empresa Jardón, encargada de organizar los festejos taurinos en Madrid y creó una feria taurina en torno a San Isidro. Grandes figuras del momento como Manolete o Luis Miguel Dominguín no vieron claro el proyecto y Candela formó el primer cartel con cuatro corridas y una novillada. En la cuarta edición colgaron el primer «no hay billetes». En la plaza de toros de Las Ventas se alza un busto en su honor.

Ahora, los Stuyck podrían perder una de sus «joyas» más preciadas, pero ellos están «tranquilos»: creen que podrán conservar lo único que les queda desde que llegaron a España.

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