Ricky Gervais, el azote de Hollywood: «Ofenderse no significa tener la razón»

El cómico tuvo zascas para todos en la última gala de los Globos de Oro. «Es mi trabajo», dice

Ricky Gervais junto a su equipo en la edición de los Globos de Oro del pasado 5 de enero EFE

María Estévez

La primera vez que Ricky Gervais (58 años) presentó una gala de entrega de los Globos de Oro fue en 2010 y, más allá del universo televisivo, pocos le reconocían. Desde entonces ha dirigido cinco ceremonias donde sus bromas escatológicas, sus zascas a moralistas llenos de privilegios y sus chistes hirientes contra el poder le han encumbrado. Sin embargo, la del pasado 5 de enero será su última gala como presentador: demasiados dardos para una sola velada.

Con Netflix a sus pies y su serie «The Office» convertida en una de las más vistas de todos los tiempos, su éxito se traduce en una fortuna de 130 millones de dólares . En poco más de una década, Ricky Gervais se ha convertido en uno de los artistas más prolíficos de la industria del entretenimiento y casi el único que se atreve a correr verdaderos riesgos. Es el gran villano de Hollywood, capaz de dar mamporros dialécticos a diestro y siniestro sin temer quedarse en el paro.

Todavía huele a pólvora en el Hotel Beverly Hilton de Los Ángeles , donde se celebraron los Globos de Oro. Sus críticos dicen que se aprovecha porque da donde más les duele a las biempensantes estrellas del celuloide: en sus bolsillos y en sus opiniones políticas. Pero a Ricky le da igual. De hecho, al día siguiente de la ceremonia de los Globos de Oro escribió lo siguiente: «No ataqué a Hollywood por ser un grupo de liberales, yo también lo soy. Les ataqué por lucir su liberalismo como una medalla. Me dediqué a apuntar que por ser de derechas o de izquierdas uno no gana argumentos. Si una broma es buena, cualquiera puede disfrutarla. No todo está dedicado a ellos. Ofenderse no quiere decir que se tenga la razón».

La realidad es que a Ricky le gusta hacer reír, le fascina la fama y gravita hacia temas incómodos en un esfuerzo constante por provocar. Con 21 nominaciones a los Emmy como actor, productor, director y guionista de «The Office», se ha convertido en un importante socio de Netflix, donde este año estrenará la segunda temporada de su serie «After Life», mientras sigue emitiendo las dos versiones -EE.UU. y UK- de «The Office».

Ricky Gervais nació el 25 de junio de 1961 en Reading (Inglaterra). Creció en una familia humilde y muy unida en los suburbios de Whitley. A los 18 años se matriculó en la Universidad de Londres para estudiar Filosofía y sin saber qué hacer después de graduarse, formó una banda llamada Seona Dancing, cuyos únicos éxitos cosechó en Filipinas.

Su gran oportunidad

De un trabajo a otro, la gran oportunidad de Gervais llegaría en 2001 cuando lanzó «The Office» en Inglaterra. La serie se convirtió en objeto de culto por el publico y fue recibida con grandes aplausos por la critica. La versión británica constaba de dos temporadas con 12 episodios cada una. Pero fue la versión estadounidense, con Steve Carell como protagonista, la que le encumbró. En 2005, comenzó a emitirse en la NBC y gracias a la venta de los derechos, Gervais y el otro creador de la serie, Stephen Merchant , han ganado cientos de millones de dólares. En junio del 2019, NBC y Comcast pagaron 500 millones por los derechos de «The Office» hasta 2021.

junto a Jane Fallon, su pareja desde hace tres décadas

Repartiendo su tiempo entre Hamspted (Inglaterra) y Nueva York, Gervais vive con su pareja desde hace 30 años, la novelista Jane Fallon . Ambos se conocieron en sus años universitarios y compartieron un pisito en King Cross durante los años de estrecheces. No tienen hijos y permanecen solteros porque Gervais, ateo militante, no cree que tenga que casarse ante algo en lo que no cree. Jane y Ricky dedican gran parte de sus ganancias a causas en favor del medio ambiente y los derechos de los animales. Esa pasión les llevó a mudarse a una propiedad en el campo inglés valorada en 16 millones de dólares .

Gervais se considera a sí mismo un humanista. Su particular humor lo atribuye a sus genes, pues fueron sus padres quienes le inculcaron su pasión por la risa. «Crecí rodeado de gente divertida y no hay nada que me asuste más que el aburrimiento ». Desde niño le enseñaron que el humor es la mejor receta para triunfar y socializar. Y ha conseguido, desde su posición de antagonista, hace reír al mundo a costa de Hollywood.

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