El padre de Marine Le Pen desvela las infidelidades de alcoba de su exmujer

Le Pen habla por vez primera con diáfana claridad de su primera esposa Pierrette Lalanne: mientras él hacía política, ella se metía en su cama de matrimonio con un periodista que debía escribir una biografía apologética del «tribuno del pueblo»

Marine Le Pen junto a su padre AFP

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Jean-Marie Le Pen (91 años) hace un retrato muy cruel de su primera esposa, Pierrette Lalanne (84 años), y sus herederas políticas, su hija Marine (51 años) y su sobrina Marion Maréchal (30 años, a finales de diciembre), «culpables», en el segundo volumen de sus memorias, de traicionarlo con alevosía y perfidia en el lecho conyugal y la escena pública.

«Tribuno de un pueblo», es el segundo volumen de las memorias del líder histórico de la extrema derecha francesa, donde habla de medio siglo de política nacional, consagrando páginas muy personales a François Mitterrand , Jacques Chirac y todos los grandes líderes políticos nacionales, ajusticiados al arma blanca verbal, no sin cierto humor truculento.

Sin embargo, el «morbo» más inmediato de las memorias lepenistas son las páginas consagradas a su primera esposa, su hija y su nieta más querida. Las tres son tratadas con una ironía implacable y devastadora.

Le Pen habla por vez primera con diáfana claridad de su primera esposa Pierrette Lalanne: mientras él hacía política en Estrasburgo y toda la geografía política nacional, ella se metía en su cama de matrimonio con un periodista, Jean Marcilly , que debía escribir una biografía apologética del «tribuno del pueblo».

Pierrette Lalanne ya había abandonado a su primer marido para convertirse en «compañera» oficial de Le Pen, antes de contraer matrimonio con aparente precipitación. De ese matrimonio nacieron tres hijas: Marie-Caroline , Yann y Marion Anne Perrine , que terminó prefiriendo el más coloquial Marine. Pierrette terminó «sola» y no tardó en sentirse «comprendida» por el aprendiz de biógrafo de su esposo. En buen día, Le Pen regresó a casa a las tantas de la noche, cansado, tras una larga jornada de trabajo político, en Estrasburgo, y descubrió que su santa esposa se había marchado, llevándose varias maletas de ropa y cosas personales, sin dejar una explicación, que el esposo recibió de una sirvienta: «La señora se ha marchado con el señor biógrafo».

Cuenta Le Pen que montó en cólera, «sobre todo por el espectáculo y educación que recibían sus hijas», adolescentes. Cuando la esposa prófuga comunicó la noticia de su huida, oficialmente, la crisis se agravó: Le Pen se sintió humillado , ante la opinión pública. El «tribuno del pueblo» ¡abandonado por una esposa adúltera..! Siguió una guerra sin cuartel, que Le Pen resume en términos de vodevil ácido. Cuando la esposa prófuga le pidió una pensión vitalicia, le Pen le contestó que podía buscar trabajo como camarera o señora de la limpieza. Dicho y hecho: la esposa prófuga cobró su buen dinero por dejarse fotografiar en paños muy menores, luciendo una pluma entre sus glúteos (nalgas) en una portada de la edición francesa de «Playboy».

PlayBoy

Tras ese relato, que cada cual apreciará a su manera, Le Pen entró a saco con el comportamiento político de su hija Marine, culpable de un «delito» atroz: expulsar a su propio padre de su partido (Frente Nacional, FN), cuyo nombre se atrevería a cambiar para «romper» con la herencia paterna. A juicio de Le Pen, su hija ha ido de fracaso en fracaso. Y tiene un futuro incierto.

REUTERS

Durante unos años, se pensó que su nieta Marion Marèchal estaba llamada a ser la heredera natural del patriarca. En sus memorias, Le Pen sigue pensando que Marion tiene «un talento muy por encima de la media», pero teme que se haya descarriado y perdido el rumbo. Primer «fallo»: Marion decidió abandonar el apellido Le Pen de su nuevo nombre de guerra política. A sabiendas que su hija y su nieta se odian y son rivales, en la escena pública, el patriarca no tiene claro con «quien» podría volver su nieta preferida. Esa incertidumbre no zanja en absoluto unas peleas familiares que tienen muchos flecos «íntimos»: Marine Le Pen todavía no se ha recuperado sentimentalmente, tras ser abandonada por el último de sus compañeros, Louis Aliot , cansado de ocupar un lugar subalterno en la vida pública de la presidenta de Agrupación Nacional.

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