Las mentiras de Chelo García Cortés a su mujer: «Dolor, secuelas y fobias»

Este ha sido un año complicado para Chelo García Cortés , pero también para su mujer , Marta Roca . Con la participación de la colaboradora en la última edición de «Supervivientes» su vida se vio más expuesta que nunca y algunos de sus compañeros de plató confesaron que la periodista les había pedido dinero a espaldas de su pareja, que vivía ajena a la fuerte crisis económica que afectaba a las finanzas de su hogar.

Marta Roca, una mujer que había vivido siempre alejada de los focos , veía entonces la necesidad de acudir a la televisión para aclarar algunos asuntos de su vida personal, convirtiéndose a su vez en el blanco perfecto de los colaboradores, quienes le acusaron de llevar prendas y complementos valorados en miles de euros al tiempo que hablaba de sus penurias económicas.

Ahora, Chelo ha querido hablar sobre aquella crisis ocasionada por las mentiras de la que, asegura, han salido fortalecidas, pero que aún trae de cabeza a su pareja . «No me lo ha echado en cara, pero le ha quedado mucho dolor, secuelas, fobias, miedos ... A veces no hay prensa en la puerta de casa y ella sigue pensando que sí», reconoce para la revista «Lecturas» en una entrevista realizada por su amiga y compañera María Patiño .

Chelo reconoce que debería haber sido sincera desde un primer momento, pues todo «hubiera sido más fácil»: «Ella me preguntaba: '¿Todo va bien?'. Y yo le mentía. Si yo hubiera puesto nuestra economía en sus manos todo habría sido diferente ». La colaboradora de «Sálvame» asegura que le pidió perdón, pero intenta sacar algo positivo de la situación: «Me he responsabilizado de exponerla. Todo ha acabado y, por otra parte, esto ha servido para que Marta conozca mejor mi profesión».

Chelo García Cortés reconoce que los dos últimos meses, marcados por la caída que sufrió en el plató de «Sálvame» a su regreso de Honduras, han sido los peores de su vida y que se ha sentido muy sola. Además, acusa a Isabel Pantoj a de utilizarla y no la califica como una amiga, a pesar de que sostiene que si la necesitara siempre le tendería su mano. Se siente muy dolida porque la tonadillera no la llamó para interesarse por su estado de salud tras el grave corte que se hizo en la pierna.