El cantaor con su mujer, Amparo, en Punta Cana
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«Amparo cuidaba de El Cigala como una madre»

El cantaor madrileño, destrozado por la muerte de su mujer en Santo Domingo a causa de un cáncer

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El pasado miércoles, 19 de agosto, debía ser un día grande para Diego Ramón Jiménez Salazar, «El Cigala». No todos los días tiene uno la oportunidad de cantar en el mítico Hollywood Bowl de Los Ángeles, donde han actuado los más grandes, desde Frank Sinatra a los Beatles. Pero al cantaor la fecha se le quedará grabada porque ese día, apenas unas horas antes de subir al escenario, se enteró de la muerte de su mujer, Amparo Fernández, víctima de un cáncer. Murió en Punta Cana, en la República Dominicana, donde el matrimonio vivía desde hace dos años.

«No era solo su mujer -dice a ABC una fuente cercana a la pareja-. Era su compañera desde hace más de veinte años, la madre de sus hijos, su representante, su sustento, su principal apoyo...

No se separaba de él ni a sol ni a sombra. Amparo fue la persona que más ayudó a Diego, y no sé cómo va a poder recuperarse de este golpe. Ni siquiera entiendo cómo pudo cantar en Los Ángeles; me imagino lo hundido que debe estar». Lo hizo, han dicho en el entorno del cantante, porque Amparo había organizado la actuación. «Diego cumplió el compromiso como homenaje a ella».

Enamorada

El Cigala y Amparo Fernández se conocieron, hace más de dos décadas, en el Rastro. Ella procedía de una familia acomodada; su hermano era bombero forestal y falleció hace unos años durante un incendio, en acto de servicio. «Amparo lo ha sido todo para Diego -revela la misma fuente-. Estaba muy enamorada, y no lo ha tenido nada fácil en su matrimonio, pero era una mujer deenorme fortaleza y voluntad. Supo alejar a Diego de sus problemas con las drogas: en el momento más complicado, se lo llevó a vivir a Robledo de Chavela, aislado del mundo, sin coche. Lo tuvo recluído en la casa, jugando con la play-station, hasta que se recuperó. Lo cuidaba como una madre».

La devoción era mutua. El cantaor no daba un paso sin ella, y ha reconocido en más de una ocasión sentirse indefenso sin Amparo. Y no solo en el plano personal. Cuando se conocieron, ella era totalmente ajena al negocio de la música. «Pero aprendió muy rápido -sigue la fuente-; como mánager lo hizo francamente bien. Es cierto que se granjeó muchas antipatías, pero era por su firmeza y su empeño en que Diego siempre tuviera las mejores condiciones. Era lo único que le preocupaba. Ella buscó a Andrés Calamaro, propició su relación con Fernando Trueba -productor de “Lágrimas negras”, el disco que El Cigala grabó junto a Bebo Valdés, y que le otorgó éxito y popularidad-; negociaba sus contratos discográficos...».

«Necesito el mar»

Amparo vivía por y para El Cigala. En junio de 2013, la pareja se instaló en Santo Domingo; concretamente en Playa Romana, en Punta Cana. «Necesito mar, necesito este clima, esta tranquilidad -dijo el artista, que incluso ha adquirido la nacionalidad dominicana-. Yo lo que busco es esto, llegar de un concierto y poder relajarme, y yo creo que el sitio más divino que hay ahora mismo es Playa Romana». Había también razones económicas, como reconocía en una entrevista: «En España no hay futuro. No culpo a nadie de lo que pasa, pero no encajo. Tengo cuarenta y cinco años y ha sucedido una hecatombe que nunca imaginé. Esos padres que se han matado pagando carreras a sus hijos para que luego emigren... Aquí no hay cultura, no hay conciertos ni promotores. Lo de las discográficas es de chiste y encima la subida del IVA al 21 %. Cómo no va a salir la gente a la calle a manifestarse».

Mujer discreta, Amparo Fernández le ocultó al cantaor su enfermedad hasta que ésta resultó evidente y no le quedó otro remedio que contárselo. Pero solo unos pocos, los más íntimos de la pareja, conocían el cáncer que se ha llevado a Amparo.

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