Músicos a la espera de actuar frente al público y una treintena de jueces en la estación Grand Central
Músicos a la espera de actuar frente al público y una treintena de jueces en la estación Grand Central - MTA
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Batalla musical por la mejor esquina del metro

Una audición abierta al público en Grand Central elige a los artistas que pondrán la banda sonora a los rincones más demandados del metro de Nueva York

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«It’s showtime!». En el vagón del metro Q irrumpe una cuadrilla de quinceañeros con ropa deportiva y un reproductor de música. A ritmo de hip-hop, bailan y hacen acrobacias. Los turistas miran divertidos y los neoyorquinos temen que una patada voladora les saque un ojo. Poco después entra un mexicano con guitarra y sombrero, aburrido de cantar otra vez lo que pasaría «si Adelita se fuera con otro». Al cambiar al metro 6, un grupo de veteranos cantan a capella «Stand by me», tratando de sacar el máximo partido a la poca voz que les queda: atraviesan el vagón sin parar, con el último integrante, el bajo, meneando un vaso con monedas para las donaciones.

Es sorprendente la indiferencia con la que muchas veces los neoyorquinos reaccionan ante estos músicos: actúan como si no los vieran, pegados a sus auriculares, a su libro digital o a su «Candy Crush».

«Es una prueba más dura que tocar en un club. Aquí puedes ver si atrapas la atención de la gente, si consigues que paren para escucharte», dice el contrabajista israelí Ran Livneh. Su grupo de jazz, Bellatonic, acaba de participar en las audiciones que cada primavera, desde hace 28 años, organiza la MTA –la autoridad de transportes de Nueva York– para seleccionar el mejor talento musical de la ciudad. Se celebraron ayer en el vestíbulo Vanderbilt de la estación Grand Central, el nudo de comunicación más concurrido de la ciudad.

Los artistas seleccionados tendrán el privilegio de tocar en las esquinas más demandadas del metro neoyorquino, por las que pasan decenas de miles de pasajeros todos los días: son cerca de 30 localizaciones en Times Square, Herald Square, Colombus Circle, Atlantic Avenue o Fulton Street.

A las audiciones se presentaron 70 artistas –filtrados después de un proceso de varios meses entre todos los solicitantes– y tuvieron que tocar ante un grupo de 30 jueces y todo el público que pasó durante la mañana por Grand Central. Para triunfar en el metro «además de ser un buen músico, tienes que ser capaz de montar un show», dice Ben Easton, que acude como juez de las audiciones por tercer año consecutivo. Easton gestiona las relaciones con artistas en Joe’s Pub, uno de los mejores locales de la ciudad, y sabe que «te pueden descubrir en el metro».

Del mariachi al hip-hop

La variedad de artistas y de estilos que tocaron ayer entre los mármoles de Grand Central es un reflejo de la propia ciudad: hubo un mariachi, cabaret francés, un cuarteto de clarinete, un aborígen australiano tocando el didgeridoo, dance electrónico, cumbia latina, guitarra brasileña, folk celta... De ellos se seleccionarán 20 grupos o solistas que se unirán a una plantilla de más de 300 artistas que participan en las actuaciones que organiza la MTA. Cada año, se programan unas 7.500 actuaciones.

«Lo bueno es que tienes mucho acceso al público, pero a la vez es muy duro, sobre todo porque en el metro hace mucho calor o mucho frío», dice Livneh abrazado a su contrabajo, un instrumento sensible a los cambios de temperatura. «¡Pero también puede ser un gran negocio!», exclama su compañero, el saxofonista Arnan Raz. Como a la legión de músicos y artistas que cada día se buscan la vida en el metro, a estos artistas se les permite recibir donaciones.

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