Un viñedo en la azotea de un hotel de cinco estrellas

El Hotel Wellington, célebre por ser el favorito de los toreros, vendimia en su azotea para hacer el primer vino solidario con vistas al «skyline» de Madrid

El director del hotel, José Rodríguez Tarín, y el bodeguero Fernando Remírez de Ganuza, vendimiendo en la azotea del Wellington Ignacio Gil
Adrián Delgado

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A Fernando Remírez de Ganuza el vino le corre por las venas desde finales de los años 80. Este bodeguero hecho a sí mismo en la Rioja Alavesa lo ha aprendido todo sobre la viticultura con dedicación, esfuerzo y mucho trabajo. La pasión es una fuente inagotable de energía que, en ocasiones, invita a emprender proyectos tan extravagantes como singulares. La azotea del Hotel Wellington de Madrid se ha convertido en el escenario de uno de ellos con un viñedo urbano de cinco estrellas, el primero con vistas al «skyline» de la capital.

Lejos de ser solo un capricho, ha dado sus frutos. Lo hizo ya el año pasado, tras ser plantado en mayo de 2016, con la ilusión de que sus cepas fueran capaces de producir en un ambiente, a priori, hostil como es la ciudad. El pasado martes, el lujoso establecimiento –célebre por ser el favorito de los toreros– festejó su primera vendimia y recogió una cantidad suficiente de uva, unos 150 kilos , para hacer diez botellas de tamaño Magnum.

Rodeada del bullicio que se respira en el barrio de Salamanca, llegar a la última planta de este hotel es hacerlo a un inusitado vergel que, además de vides, tiene un huerto que suministra verduras y hortalizas al chef Javier Librero . Con las tomateras ya esquilmadas, solo las berenjenas y las lechugas resisten entrado este cálido otoño.

Viñedo urbano en la azotea del hotel Wellington Ignacio Gil

En este marco, el profesor José Ramón Lissarrague recibió el encargo del director del hotel, José Rodríguez Tarín , de diseñar este singular viñedo. «La intención inicial fue reproducir a pequeña escala una representación de la viticultura nacional», explica a ABC este doctor ingeniero agrónomo que imparte la asignatura de Viticultura y dirige el grupo de investigación dedicado a esta materia en la Universidad Politécnica de Madrid . Su trabajo, en colaboración con el hotel y la bodega de Remírez de Ganuza, ha desmontado cualquier prejuicio sobre la posibilidad de cultivar vides en una gran ciudad.

Caldo solidario

Lissarrague diseñó la disposición de las plantas sobre un terreno que no supera los 45 metros cuadrados , en varios bancales con un suelo de sustrato. En su afán por recoger la tradición española, apostó por los tres tipos más comunes de conducción: el sistema de vaso, el parral y las espalderas.

Sus alumnos han participado en el cuidado de las cepas, con un amplio catálogo de variedades blancas –Airén, Albariño, Moscatel de Alejandría, Palomino, Macabeo o Verdejo– y tintas –Tempranillo, Garnacha tinta y tintorera o Monastrell–. Cuidadosamente cortados y colocados en cajas, los racimos serán vinificados bajo el control de la bodega de la Rioja Alavesa –participada al 50% desde 2010 por la familia Urtasun – y la supervisión del propio Lissarrague, en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid.

La primera añada será subastada en enero en una cena benéfica organizada por la Fundación Wellington . La recaudación irá destinada a una ONG.

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