MADRID ARENA

Seguriber no controlaba las cámaras del Arena y solo se aseguraba de que grabasen en caso de incidente o delito

Un compañero dijo en la sesión anterior que el responsable «debía estar en el cuarto para poder activar el plan de autoprotección si había que recurrir a él»

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Dos vigilantes de Seguriber reconocieron ayer en el juicio del Madrid Arena que en el momento del tapón humano mortal no había nadie en el cuarto de control de cámaras, porque la función de la empresa no era vigilar las cámaras ni dar la voz de alarma ante un incidente, sino asegurarse que todo quedaba grabado.

En la sexta sesión de la vista oral que se celebra estos días en la Audiencia Provincial de Madrid han declarado el jefe de equipo Raúl Monterde y el vigilante de Seguriber encargado del cuarto de cámaras Roberto Mateos.

Ambos manifestaron que Seguriber no estaba obligado a mantener a una persona en el cuarto porque su función no era la de controlar las cámaras, sino asegurarse de que todo quedaba grabado y registrado en caso de que hubiera un incidente o se cometiera un delito.

Mateos subrayó que su función «era que las cámaras permanecieran grabando», nada más. «Paris (el otro coordinador de Seguriber) me dijo que tenía que quedar todo grabado y que intentara que no entrara nadie en la zona técnica», recordó.

«Yo fui moviendo pestañas del ordenador para comprobar que había un puntito verde para indicar que las cámaras grababan», agregó. «Lo que hacia era cambiar las cámaras. También intentaba ver, algo veía», ha precisado.

Previamente, Monterde ha querido dejar claro que Mateos no estaba obligado a permanecer en el cuarto sino que su función era la de asegurarse que todo se grababa correctamente.

Se da la circunstancia de que su compañero Juan José Paris Nalda manifestó ayer todo lo contrario y sí subrayó que Mateos debía quedarse en el cuarto «para poder activar el plan de autoprotección si en un momento dado se recurre a él».

«Abandonó su puesto de trabajo»

La Fiscalía acusa a Mateos de abandonar «su puesto de trabajo, sin causa justificada, dejando desasistido el mismo desde las 2.33 a las 2.49 y desde las 3.11 a las 3.48», cuando se produjo la avalancha, por lo que lo que «no pudo observarlas y dar la voz de alarma», que era su función principal.

Y a Monterde de no cumplir con las medidas de seguridad y de permitir que el responsable del cuarto de cámaras se ausentase de su puesto de trabajo durante largos períodos de tiempo.

Ahora bien, ambos justificaron el abandono del cuarto de control del primero durante la avalancha mortal porque en esa franja de tiempo se habían pulsado varias señales de incendio en algunas puertas y tenían que localizarlas para evitar que saltara la alarma en el pabellón.

«Tenía dos monitores para ver 16 de las 101 cámaras; las imágenes se veían fatan y tenían retardo»

De hecho, Monterde dijo que estuvo unos minutos antes en el vomitorio donde se produjo la avalancha porque el pulsador de alerta de incendios había sido activado y estaba buscando un posible fuego.

Mateos reconoció que salía «constantemente al pasillo» y que se ausentó tres veces por un período largo (cinco según la fiscal), pese a que él era el responsable de las cámaras.

«Un sistema poco preventivo»

Destacó que solo tenía dos monitores de catorce pulgadas para ver 16 de las 101 cámaras operativas del recinto, aunque las imágenes «no estaban nombradas y tenían retardo", y que podía mover algunas cámaras pero con dificultad. "Se ve fatal y están pixeladas", ha agregado.

Tampoco sabía qué cámaras eran las más importantes ni si Seguriber debía responsabilizarse del mantenimiento del circuito cerrado de televisión.

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