Historias Capitales

Un órgano del siglo XVIII comprado por internet para la única iglesia de la Gran Vía

El instrumento procedía de un templo alemán demolido, y fue trasladado en cajas cruzando Europa en medio de la nieve

Ajustando el órgano ya instalado en el Oratorio de Caballero de Gracia ERNESTO AGUDO

Sara Medialdea

A veces ocurren cosas que parecen escapar de la lógica. Cosas que se diría que suceden guiadas por una mano invisible. Casualidades difíciles de entender. Algo así tuvo lugar en Madrid, y concretamente en la única iglesia abierta a la Gran Vía: el Real Oratorio del Caballero de Gracia, cuyo órgano tiene una historia digna de ser contada. Y es que esa auténtica pieza de museo no nació con el templo, aunque casi son contemporáneos, sino que llegó a él siglos después y tras atravesar miles de kilómetros. Y con internet como el singular camino que unió ambos puntos.

En efecto, fue un anuncio en internet lo que llevó al organero holandés afincado en España Gerard de Graaf y al arquitecto José Sancho hasta un taller de los Países Bajos. Allí se guardaba, despiezado y en cajas, un maravilloso órgano que fue construido prácticamente en las mismas fechas en que, a miles de kilómetros, en Madrid, se terminaba el Oratorio de Caballero de Gracia.

Vista general del órgano ERNESTO AGUDO

Este templo madrileño comenzó a construirse en 1782 por Juan de Villanueva, que abandonó las obras doce años después por desavenencias con la Congregación. La iglesia tuvo un primer órgano, construido por Puignau y Olaciergui, que se instaló en 1930 y fue retirado del coro en 1975. Pero el actual rector del Real Oratorio, Juan Moya, deseoso de mantener el espíritu del Caballero de Gracia, Jacobo de Gratiis, que defendía utilizar la música para mejorar la dignidad del culto, comenzó a darle vueltas a la idea de conseguir otro órgano.

La búsqueda fue trabajosa, pero dio sus frutos: con la inestimable colaboración de De Graaf y José Sancho, que buscaron y buscaron hasta que dieron con esta joya: construida en 1790 (la fecha se encuentra grabada en uno de sus tubos), por encargo de Martha Kinnema van Scheltinga en memoria de su difundo marido, Menno van Coehoor van Scheltinga, para la iglesia Schoterlandse de Heerenveen.

El órgano se puso a la venta en 1968 a causa de la demolición de la iglesia de Heerenveen. Fue retocado por el maestro Mense Ruitery adquirido para la iglesia de los Mártires de Assen, de donde salió, en cajas, tras derribarse también esta iglesia, y ser comprado por el organero holandés Steendam, que lo guardó en su taller.

El órgano, en el coro del Oratorio ERNESTO AGUDO

En cuanto se enteraron de que estaba disponible, De Graaf y Sancho iniciaron las gestiones para hacerse con esta pieza única. Fue una auténtica carrera de obstáculos, en la que la primera valla a saltar fue la económica: el precio del órgano estaba muy por encima de lo que podía pagar el templo . Hubo tiras y afloja, y se consiguió rebajar el precio de salida en 15.000 euros. Después, llegó la colaboración privada de entidades y fundaciones como la de Marcelino Botín, Telefónica, Mapfre y BBVA, la de mecenas particulares y las pequeñas aportaciones de los fieles. Con todo ello, se alcanzaron los 200.000 euros que hacían falta para comprarlo, restaurarlo, trasladarlo y montarlo en el Oratorio.

Ahí llegó el segundo obstáculo: la aventura de viajar con un órgano dividido en piezas, en un camión que atravesó, en su viaje hasta Madrid, media Europa cubierta de nieve, y que llegó a quedarse bloqueado en algunos momentos.

La última dificultad se produjo al llegar al Oratorio: hubo que reconstruir las piezas que faltaban, montar el órgano y restaurarlo para que recuperara su sonoridad original. Un trabajo del que se encargó, durante seis meses, el organero Luis Magaz, veterano con una gran trayectoria a sus espaldas. Acompañado por un equipo de seis fieles, Magaz restauró la caja y le añadió un pedal para poder tocar a Bach. Los tubos del órgano son los originales, de plomo con mucho peso para las tonalidades más dulces, y de estaño los más ricos. Tiene un doble teclado, y una completa paleta de registros, que incluye sonidos de carrillón o de trompetas.

Llegó entonces la hora de “subir” el órgano hasta el coro, una tarea de la que se encargó el arquitecto José Sancho. Mediante grúas eléctricas y con un raíl en la bóveda, fueron llevándose las piezas desde el suelo hasta la zona situada a los pies de la nave. Y fue milagroso poder hacerlo, porque el espacio era tan ajustado como si se hubiera hecho a la medida del instrumento: apenas quedaron 50 centímetros de margen en algunas zonas.

El órgano quedó instalado en junio de 2011 . Desde entonces, se han realizado ciclos de conciertos de música sacra en la iglesia, y eruditos del tema han llegado de todas partes para ver el instrumento. En apenas unos días, en febrero, vendrá a tocarlo, y a dar una master class, el famoso organista austriaco Lukas Hasler , un prodigio de sólo 25 años.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación