«El Loco» y África, investigados por el crimen de una indigente en Estremera

La pareja fue detenida por matar y descuartizar en Chapinería a la madre de ella. La Guardia Civil sospecha que están detrás de la desaparición de otra mujer en febrero, su vecina okupa

Emilio «el Loco» y África, la pareja investigada de nuevo ABC

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La Guardia Civil y un juzgado de Tarancón (Cuenca) investigan de nuevo a Emilio R. M., alias «el Loco» y a su novia África, detenidos en agosto por el crimen y descuartizamiento de la madre de ella en Chapinería. Los agentes de Homicidios de la Comandancia de Madrid sospechan que la pareja está también detrás de la desaparición y posible muerte de Araceli, una indigente que vivía en una casa abandonada en Barajas de Melo, cerca de la cárcel de Estremera, y de la que no se tienen noticias desde febrero.

La semana pasada el Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) y el Servicio Cinológico estuvieron inspeccionando un tramo del río Tajo y la vivienda, un chalé abandonado propiedad de una destilería de güisqui próxima donde ya han podido confirmar que la pareja era vecina de la mujer desaparecida hasta febrero (hay dos casas en el mismo estado que han sido okupadas en numerosas ocasiones). Luego se trasladaron a Chapinería a vivir con Marisa C.V., la madre de África, cuyo asesinato confesó «el Loco» y por el que permanece en prisión.

Marcaron los perros y hallaron lejía

En el registro del chalé, según ha podido confirmar ABC, los perros especializados marcaron varios puntos. Los agentes de Criminalística recogieron muestras entre basura, cartones y todo tipo de restos, que están pendientes de análisis, y hallaron además botellas y rastros de lejía evidencia de que algunas partes de la vivienda habían intentado limpiarlas a fondo. En el río, a su paso por ese paraje, en unas labores de búsqueda muy complicadas (hay mucho arrastre) no encontraron nada.

La hermana de África, Marisa C. contó a los agentes tras el crimen de su madre que tenía sospechas de que la pareja podría estar tras la muerte de otra mujer. Nadie había denunciado la desaparición de Araceli, que al parecer sufría problemas mentales y vivía sola con su perro en un chalé abandonado. Los agentes lograron localizar a la familia de la desaparecida con la que no tenían contacto hacía mucho tiempo y que, a raíz de esa información, interpuso una denuncia.

No ha cobrado su pensión

Araceli cobraba una pensión mínima desde hace tiempo. Ha seguido cobrándola pero desde febrero nadie ha tocado ese dinero, que era su único medio de subsistencia. En el pueblo todos la conocían pero tampoco nadie la ha vuelto a ver. Los tres se esfumaron a la vez: la supuesta víctima y la pareja vecina que okupó el chalé de al lado. Son dos casas solitarias, sin vecinos ni testigos. Luego la pandemia difuminó el rastro de los tres.

El perfil violento de Emilio, «el Loco», con numerosos antecedentes, y quien además confesó que había cortado el cuello a su suegra porque no le gustaba como trataba a África, augura el peor escenario, a falta de los resultados de Criminalística. Después de matar a Marisa la descuartizó y enterró su cuerpo (salvo la cabeza que no ha aparecido) en un pinar cercano de Chapinería. Contó al juez que lo hizo solo, con un serrucho y un hacha, mientras su novia dormía en la planta de arriba.

África también fue detenida y encarcelada pero quedó posteriormente en libertad, dado que su novio asumió la autoría total del crimen. Emilio declaró que enterró a su suegra para que «se la comieran las alimañas».

Emilio ha ido encadenando entradas y salidas de prisión desde 2001, por delitos contra la salud pública, robos con violencia y robos con fuerza. En 2017 salió de la cárcel por última vez, aunque África le había denunciado por violencia de género y pesaba sobre él una orden de alejamiento de 500 metros que ninguno cumplía, pues convivían juntos en casa de Marisa después de hacerlo de okupas. El de ahora es su quinto ingreso en la cárcel. Y todo apunta que allí se quedará hasta que llegue el juicio. Sobre el móvil del crimen, más allá de la discusión «porque Marisa trataba mal a África», no se descarta el económico, puesto que la víctima les pagaba todo su día a día, incluidos sus vicios.

Cuando la mujer empezó a no dar señales de vida, su otra hija se temió lo peor. El 28 de julio denunció ante la Guardia Civil. Dos días después, la amplió, dejando caer sus sospechas sobre el entorno más cercano, especialmente sobre su «cuñado», el Loco. Luego, se supo que el asesinato se había cometido el 25 de julio.

Su hermana, África, le dijo que no sabía dónde estaba la madre y que se había ido voluntariamente de casa, algo que no creyó. Un par de días después, cuando los restos de la mujer aún no se habían encontrado, a Emilio lo paró una patrulla de la Guardia Civil con un carro en el que transportaba efectos de la víctima que, supuestamente, pretendía vender.

Tras salir de prisión, África ha intentado vivir otra vez en la casa familiar, la casa en la que según ella dormía mientras su novio mataba y desmembraba a su madre.

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