Estado de alarma en Madrid

Malestar policial por el baile de normas: «Nos están mareando, las órdenes no son claras»

Los cuerpos piden a las administraciones el envío de directrices claras y unificadas para controlar las restricciones de movilidad impuestas por el estado de alarma

Control de la Guardia Civil a la altura de San Agustín del Guadalix GUILLERMO NAVARRO
Aitor Santos Moya

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Lo anunció esta mañana el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska: más de 7.000 agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil han sido desplegados «de inmediato» en carreteras, estaciones de tren y el aeropuerto de Barajas para controlar las restricciones de movilidad –ahora ya de acuerdo a una base legal– impuestas por el estado de alarma en la Comunidad de Madrid. Un cambio de timón que ha pillado por sorpresa a los distintos cuerpos implicados, sin órdenes claras y unificadas a la hora de abordar a los infractores. El malestar y la confusión entre los encargados de controlar la seguridad se ha extendido a tenor del baile de directrices acaecido a lo largo de la semana.

«Nos tienen mareados. Empezamos la semana con las restricciones decretadas por el Gobierno, pero sin poder interponer sanciones. Ayer, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) tumba las medidas y hoy se decreta el estado de alarma para tener una base legal. El problema es que seguimos sin tener órdenes claras sobre cómo intervenir», explica el portavoz de Justicia Policial (Jupol) –el sindicato mayoritario en el Cuerpo Nacional–, Pablo Pérez. Lo cierto es que los agentes aún no han recibido un «manual de instrucciones» escrito para paliar esta controversia: «En algunas comisarías sí que se han dictado órdenes verbales, pero en otras no, por lo que hay compañeros que siguen trabajando a nivel informativo y no prohibitivo».

Por ello, desde Jupol reclaman a «las autoridades políticas que trabajen en pro de una gestión de la pandemia sanitaria, encaminada a combatir el virus y dejar el enfoque de la lucha partidista».

Esta circunstancia se repite también entre los efectivos del Instituto Armado, dispuestos para controlar las carreteras de la región, fuera de los límites de las ciudades confinadas. «Los jefes se están buscando la vida para informar a los agentes que tienen a su cargo», advierten a ABC fuentes de la Benemérita, conscientes de la necesidad de un régimen sancionador efectivo: «Los ciudadanos también quieren tener las cosas claras. Una persona que conozca un poco la situación puede burlar los controles y, prácticamente, reírse de todos los agentes». Las fuentes de la Benemérita consultadas apelan a la «responsabilidad individual» para salir de casa lo menos posible y frenar así la propagación del patógeno: «Esta situación no se va a solucionar solo con multas».

En Madrid capital, las sensaciones dentro del Cuerpo Municipal tampoco mejoran. «Tenemos una precariedad de efectivos bastante notable, ya que la plantilla se ha reducido alrededor de un 20 por ciento en los últimos siete años», apunta el portavoz de CSIT-UP-PLA, Francisco José Horcajo. A ello se suma también la falta de directrices claras: «Si las instrucciones salen publicadas en el Bocam a media tarde y por la noche ya tenemos que hacerlas efectivas, apenas hay margen para poder asimilarlas».

Con todo, el dispositivo actual de seguridad es prácticamente idéntico al que se venía desempeñando, con la extensión de los controles al aeropuerto de Barajas y un reparto de demarcaciones más definido: Policía Nacional y los distintos cuerpos locales en las ciudades afectadas y la Guardia Civil fuera de los límites urbanos.

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