Cartas al alcalde

Dirección única

Usted mismo, en su momento, adornó aquel alarde como «simplista», pero aquel alarde vuelve

Colas para comprar lotería en Doña Manolita GUILLERMO NAVARRO

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Valida usted un ingenio del Consistorio, alcalde, que ya puso a funcionar la inevitable Manuela Carmena . Ahí va la cosa: habrá dirección única para el transeúnte, en la subida o bajada de Callao a Sol, que incluye varias calles. Eso, durante la Navidad. Carmena incluso elevó en el sitio el ingenio insomne de un semáforo, que administraba la ida o la venida del peatonaje.

Aquello puso amenidad al trote urbano, porque no recuerdo yo una dirección prohibida para el paseante. Usted mismo, en su momento, adornó aquel alarde como «simplista», pero aquel alarde vuelve, y ahora los que lo seguimos viendo simplista somos el resto. Simplista, por no decir pintoresco, por no decir tirando a absurdo . Vamos a arbitrar, de nuevo, que haya una ruta de subida, y otra de bajada, en Sol, para que la multitud no se atropelle. Porque esta medida está sólo prevista para cuando la multitud obligue, que ya le digo yo a usted, alcalde, que ahí obliga siempre, por estas fechas, incluyendo la fila larga y ordenada de Doña Manolita.

De manera que en la Puerta del Sol, por estas fechas, o bien subes, o bien bajas, según dicte un semáforo para andariegos, o quizá un municipal que ponga orden en el tráfico sin patín, porque el andariego ha sido siempre criatura de ir libérrima a su aire, y va y ataja por donde le viene en gana. Esta zona de dirección única ha sido siempre una zona de caos de postal , y los turistas y el vecindario han cumplido desde décadas como un desmadre de personal que va brujuleando el sitio, a comprar turrón, lencería o lotería.

En síntesis, alcalde, no acabo yo de ver claro ese alivio de poner al peatonaje a caminar en una dirección única. Es decir, la calle Preciados, de subida, y luego la calle Carmen, de bajada. Para qué, alcalde. Las dos son de subida y de bajada, durante toda la santa vida. Claro que el callejero es una costumbre antigua, y conviene darle un disgusto de cuando en cuando. Como cuando Carmena le daba afición a la fantasía.

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