Vendedores de droga en el barrio de Lavapiés
Vendedores de droga en el barrio de Lavapiés - Ángel de Antonio

Diario desesperado de una «narco okupación»

Los vecinos de la calle Olivar, en el distrito centro, denuncian la inseguridad que viven por la usurpación de un inmueble

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Este es el relato, desesperado, de los propietarios del inmueble situado en el número 23 de la calle Olivar, en el distrito centro de Madrid, tras la usurpación ilegal de los «narcos-okupas», que generan inseguridad e indefensión a los vecinos:

«Todo empezó el pasado 1 de enero de 2016, cuando el propietario del segundo piso, que reside fuera de Madrid, acudió a revisar el estado de la vivienda para ponerla a la venta. Allí  se encontró con unos desconocidos que ante él reconocieron haber ocupado la casa después de pagar una cantidad de dinero a otros individuos sin identificar.

Tras la insistencia del legítimo propietario, los ocupantes le exigieron el pago de 700 euros para abandonar el piso, extorsión a la que no accedió.

Ante esta situación, el propietario interpuso denuncia ese mismo día en la comisaría del distrito Centro, situada en la calle Leganitos. El caso se trasladó al Juzgado número 19 de la Plaza de Castilla, donde se encuentra actualmente en espera de juicio. 

Los vecinos del inmueble relatan un sinfín de problemas desde el día de la «narco okupación», algunos de ellos de especial gravedad.

«Los inquilinos afirman encontrarse a diario con desconocidos consumiendo droga en el rellano, donde han llegado a hacer sus necesidades»

Doña Concepción , vecina y propietaria del primer piso, afirma que hace tres semanas un individuo, aparentemente subsahariano, intentó entrar en su casa por la ventana de la cocina  a través del patio de luces. Ella asegura que el intruso se descolgó por algún canalón desde el segundo piso, «okupado». Sorprendió casualmente al individuo cuando este intentaba apoyar los pies en la ventana, momento en que ella aprovechó para cerrarla presa del miedo.

Nuestra vecina Concha es la más veterana de la finca, tiene 84 años, vive sola y asegura que la casa siempre fue un mar de tranquilidad y que jamás, desde que se mudó con sus padres a la casa en 1942, se había sentido tan asustada y vulnerable como ahora. Su situación nos preocupa especialmente. Saben que vive sola, saben que es mayor. Tememos que si lo han intentado una vez, puedan hacerlo de nuevo.

Inquilinos y propietarios residentes en el edificio afirman encontrarse a diario con desconocidos consumiendo droga en el rellano de la escalera y que estos, en ocasiones, han llegado a realizar sus necesidades en las zonas comunes.

La puerta del portal es forzada una y otra vez y permanece abierta durante toda la noche mientras las luces de la escalera están permanentemente encendidas. El periodo de máxima actividad comienza por la tarde y el trasiego de gente durante la madrugada es incesante.

Todos los visitantes desconocidos se dirigen al piso ocupado y lo suelen abandonar minutos después con signos evidentes de haber consumido algún tipo de sustancia estupefaciente, según relatan los vecinos que se cruzan con ellos a diario. También se ha observado, en la esquina de la calle Olivar con la de San Carlos, la presencia de individuos que merodean por las inmediaciones del portal, probablemente encargados de vigilar para facilitar la impunidad de los ocupantes del piso.

El viernes 4 de marzo de 2016 solicitamos a un electricista que nos revisara el cuarto de contadores para detectar posibles manipulaciones en el cableado. El resultado fue positivo, se encontraron señales que hacen sospechar algún tipo de conexión ilegal, por esta razón solicitaremos una inspección por parte de Iberdrola cuyo resultado pondremos en conocimiento de la policía en cuanto dispongamos de él.

Mientras redacto estas líneas recibo la noticia de otra «okupación» en el edificio, se trata de la vivienda situada en el tercer piso, propiedad de Don Gumersindo, con quien acabo de hablar hace tan sólo unos minutos. Me ha asegurado que denunciará los hechos inmediatamente.

Esta situación está generando un estado de temor, indefensión e inseguridad entre los vecinos que, con el paso de los días sin que se vislumbre solución alguna,  ya alcanza límites insoportables. Nos sentimos completamente desamparados, a merced de la ley de la selva.

Por esta razón solicitamos de las autoridades que presten atención a nuestro problema, extremen la vigilancia en la zona y tomen las medidas necesarias hasta el momento en que se produzca el desahucio de los ocupantes», concluye la misiva de los vecinos.

Ver los comentarios