Los compañeros del sanitario muerto con Covid-19: «Me enseñaste a trabajar con una sonrisa y ahora te vas»

Esteban, de 57 años y enfermero de quirófano del Severo Ochoa, murió el viernes tras diez días en la UCI

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Esteban, en el centro de la imagen, con otros enfermeros del Hospital Severo Ochoa

Carlota Barcala

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Esteban Peñarrubia entraba todos los días a trabajar en el Hospital Severo Ochoa con una sonrisa. Llevaba haciéndolo treinta años, sin faltar jamás, antes como enfermero de Urgencias y, ahora, en los quirófanos de Leganés. La medicina era su vocación y su familia, su pasión. Cuando se quitaba el pijama, después de largas jornadas, hablaba con su mujer Pilar , también enfermera, del día a día, y disfrutaba yendo con su hijo, de 16 años, a los partidos de su Real Madrid. La luz de Esteban, de 57, se apagó el viernes a causa del coronavirus , contra el que luchó durante diez días desde una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

«Tú me enseñaste a trabajar con una sonrisa , a luchar siempre en primera línea y a no ser conformista», dice Ana Isabel, enfermera que cuidó de él en sus últimos días, esperando que Esteban todavía pueda oírla: «Y ahora te vas y tengo que volver a tragar saliva y a trabajar tragándome las lágrimas ».

Los que combatieron mano a mano con él lo recuerdan como un «luchador incansable», divertido, que sabía valorar todo aquello que tenía. «Cada día hemos preparado el quirófano juntos, hemos trabajado, nos hemos reído y con eso me quiero quedar. Era un excelente compañero, con gran tolerancia, con comentarios que siempre nos sacaban una sonrisa y que llegaban justo a tiempo», asegura Carmen, también enfermera.

Esteban, con todos sus compañeros del Severo Ochoa

«Preparar de nuevo cada día el quirófano sin él me va a costar mucho. Nos va a costar a todos. Espero verle en otro lugar», continúa su compañera en la sala de operaciones, aquella que preparaban muchos días para Marino y Cristina, urólogos. «Siempre le tendremos presente en nuestro quirófano ocho, con su buen humor y profesionalidad. Nunca olvidaré nuestras conversaciones en el intervalo de las cirugías sobre baloncesto», cuenta él, incapaz de que se le quiebre la voz, al igual que a Alberto, técnico de enfermería: «Estoy en un mar de lágrimas. Esto es muy injusto, pero siempre serás nuestro héroe especial ».

El hueco de la taquilla que ocupaba Esteban, compartida con Norberto, jefe del servicio de Cirugía General , se ha quedado vacío. «Siempre de buen humor... De aquí en adelante tendremos presente su ejemplo», subraya este médico que comparte su pesar con otra de las enfermeras, Isabel. A ella, que compartió casi toda su carrera con Esteban, se le ha ido «un trozo» con su marcha. Y también a Tatiana, su jefa, la supervisora de quirófano, quien asevera que «superar su ausencia será difícil. Olvidarle será imposible ».

Esteban es el tercer sanitario fallecido en hospitales con Covid-19 en la región, tras el deceso de Luis, trabajador del Summa, y de Leopoldo, radiofísico de La Princesa. Un «ángel» más que luchó por salvar la vida de todos, pero que no pudo proteger la suya. Ahora guiará a los suyos, que ya mandan «un beso eterno al cielo ».

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