Los cajetines cercanos al edificio de la calle Toledo, 15, al fondo, están todos sin tapas ni cableado
Los cajetines cercanos al edificio de la calle Toledo, 15, al fondo, están todos sin tapas ni cableado - DE SAN BERNARDO

El alcalde de Parla quiere echar a los «okupas» de la «Cañada Real vertical»

Son 270 pisos usurpados hace años, en una finca insegura. El Ayuntamiento pretende recuperar la propiedad y que los vecinos paguen alquiler, luz y agua

MADRID Actualizado: Guardar
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Su estado es lamentable. Los desperfectos y las deficiencias de las 270 viviendas situadas en el número 15 de la calle de Toledo, un edificio conocido como la «Cañada Real vertical de Parla», lo convierten en inseguro para sus moradores, según ha revelado un informe de Urbanismo del Ayuntamiento. Por fuera podría ser cualquier barriada de Rabat o de Argel, dada la estética de esta corrala y la cantidad de población magrebí que alberga. También habitan españoles de etnia gitana y subsaharianos, estos últimos, una minoría. No hay toma de tierra, el cableado está al aire, las farolas están abiertas... Así lo asegura el documento municipal. A pesar de su estado, abundan las antenas parabólicas y los tendederos con alas colgados de las ventanas, con el consiguiente peligro.

Por ello, el consistorio gobernado por Luis Martínez Hervás (PP) quiere recuperar la propiedad del inmueble, en manos de Toda Ayuda desde 2013, cuando Unifo, que realizó la construcción en suelo municipal y se encargó de la gestión, le cedió la concesión con un poder notarial.

Su objetivo es destinarlo a viviendas sociales, expulsar a los ilegales y controlar los pagos del alquiler y de los suministros (luz –solo hay un contrato– y agua), incluidos en la comunidad. «La mayoría de los inquilinos no pagan la luz y el 31 de enero finalizó el contrato de la gestora de Toledo 15 con Unión Fenosa, por lo que no hay ningún suministrador», indican fuentes municipales. «Toda Ayuda está incumpliendo el pliego de condiciones que asumió. No se encarga de que los vecinos abonen la renta ni el resto de recibos, no los ha inscrito en la Oficina Municipal de la Vivienda y no envía los contratos al ayuntamiento, como debería hacer», agregan.

Líderes de las mafias

Respecto al mal estado de la finca, Urbanismo envió una orden de ejecución de obras a dicha entidad para que garantizara la seguridad. Su respuesta fue que no tiene dinero y necesita una nueva subvención; sin ella, renuncian a la gestión. «Toda Ayuda recibió 130.000 euros del anterior equipo de gobierno, por lo que este consistorio no está dispuesto a dar un solo euro a una empresa que no cumple», aseguran las mismas fuentes.

Sus planes más inmediatos son: firmar un contrato con Iberdrola con contadores individualizados o con un centro de transformación para, al menos, asegurar la luz y, después, enviar una orden de pago a los morosos.

El Ayuntamiento de Parla ha solicitado, además, un informe a los bomberos para que dejen constancia de la precariedad en la que se encuentra el inmueble, que consta de 15 portales. El deterioro se remonta a hace casi un lustro y obedece a la okupación masiva de las viviendas, destinadas a personas con escasos recursos, cuando estaban siendo entregadas en 2010 a sus adjudicatarios, explican los vecinos de los chalés de la zona residencial aledaña, constituidos en asociación por los conflictos que causaban. «Ahí creció un enorme quiste delincuencial», indica José (nombre ficticio).

Los gitanos españoles lideraban las mafias y se fueron a vivir a la calle de Toledo para controlar «in situ» su negocio, aunque algunos tenían casa en Parla, explica, junto a otros afectados. «El Rubio» y sus secuaces lideraban la red, al igual que en el edificio del número 75 de la calle de Fuenlabrada destinado a guardias civiles. «Daban la patada en la puerta y permitían el acceso mediante dos modalidades: el pago de 2.000 o 3.000 euros por piso, o el de mil euros y alquileres de cien euros al mes. Así se aseguraban unos ingresos fijos», explica. El negocio era redondo. A esa llamada acudieron magrebíes, españoles en riesgo de exclusión, gitanos en su mayoría, algunos rumanos y subsaharianos.

Divididos por nacionalidades

En la bautizada por la propia Policía Nacional como la «Cañada real vertical» se juntaron butroneros, traficante, aluniceros, matones... y comenzaron los problemas y las extorsiones para los legítimos adjudicatarios que llevaban una vida digna, muchos de los cuales se vieron obligados a marcharse tras recibir palizas y amenazas. Corría 2012, con José María Fraile (PSOE) al frente de Parla.Este regidor, lejos de tomar medidas, daba la espalda a este gravísimo problema social, afirman en la asociación vecinal. Todo ello deterioró la convivencia dentro y fuera del edificio y disparó la delincuencia. Llegó un punto en el que el grueso de los pisos estaban okupados y los mafiosos alquilaban como viviendas, incluso, los pasillos de unión entre bloques. «Tenían reservados baños en algunos pisos», precisan desde la asociación.

«La situación se hizo tan insostenible, con disparos en el interior y movidas continuas, que hace tres años había coches patrulla permanentemente en el exterior», indica José. Hasta se organizaron para realizar patrullas vecinales para impedir el robo de coches y otros delitos. «Llegaron a utilizar el garaje como granja de cerdos y gallinas e incluso como horno de pan», asegura María (nombre falso). Ahora los bloques están divididos por zonas: la musulmana (más tranquila) y la de los gitanos. Hay ventanas tapiadas para evitar okupaciones, puertas antiincendios bloqueadas y el cuarto de contadores con candado, para que no les corten la luz. «Arrojan la basura por las ventanas, muchos pisos no tienen radiadores, hacen barbacoas en la azotea en verano, trafican con droga...», se queja.

En los últimos meses la situación ha mejorado, coinciden dentro y fuera del edificio, pero no es suficiente. En los alrededores muchos transeúntes se siguen cambiando de acera. No se fían. «Nos da miedo», afirman.

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