Las apariciones de Xosé Manuel Beiras fueron las más aplaudidas por el plenario de la asamblea celebrada ayer en Vigo
Las apariciones de Xosé Manuel Beiras fueron las más aplaudidas por el plenario de la asamblea celebrada ayer en Vigo - EFE

Las tensiones con Podemos marcan el nacimiento de la Marea autonómica

Anova, IU y las candidaturas de los concellos alumbran a un partido que no cuenta con el respaldo morado

Santiago Actualizado: Guardar
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La bomba de relojería de la izquierda radical avanza decididamente hacia la explosión definitiva. Anova, Izquierda Unida Galicia y las candidaturas municipales constituyeron ayer el «partido instrumental» que se presentará a las autonómicas. La asamblea de Vigo transcurrió según los planes previstos, los documentos ya cerrados se aprobaron con mayorías aplastantes y En Marea funcionará a imagen y semejanza de las ideas de los tres alcaldes populistas urbanos de la Comunidad.

Pero la entente, hasta ahora incuestionable, que formaban las Mareas se ha encontrado con los palos en las ruedas que ha colocado Podemos en las últimas semanas. Solo un día antes, el brazo gallego del partido de Pablo Iglesias se desmarcó definitivamente de este partido instrumental, y anunció que preguntará a sus bases cómo presentarse a los comicios

con dos respuestas posibles: en solitario o dentro de una eventual coalición con los demás partidos. La segunda fórmula implicaría una solución «a la catalana» —la favorita de la secretaria general gallega, Carmen Santos—, donde por un lado iría el partido instrumental y por el otro la estructura morada. Con todo, esta fórmula no es definitiva, ya que fuentes de IU la contemplan como única posible, al tiempo que otras de Anova entienden que los estatutos de la nueva Marea solo permiten que los afiliados de Podemos se integren como los de las demás formaciones, mediante la adscripción individual.

Ambiente enrarecido

El órdago de Podemos, que realizará su consulta de modo telemático desde hoy hasta el martes, ha enrarecido el ambiente entre todas las patas de la coalición, de modo que ayer no había acuerdo ni siquiera en si la posibilidad de que la formación de Pablo Iglesias emprenda el camino por su cuenta es real. De un lado, la líder de IU, Yolanda Díaz, declaraba en la entrada estar segura de que la formación de los círculos acabará volviendo al redil de la mayoría populista. Minutos más tarde, el coordinador de Anova, Antón Sánchez, opinaba que «existe ese riesgo, desde el momento en el que hay una consulta abierta».

Por si el conflicto no se presentase ya como una batalla a cara de perro entre los diferentes partidos, ni siquiera todas las formaciones implicadas están pacificadas internamente. Los diputados en las Cortes de En Marea que pertenecen a Podemos, Antón Gómez Reino y Ángela Rodríguez —ambos críticos con la dirección gallega del partido, pero afines a Pablo Iglesias e Íñigo Errejón respectivamente—, acudieron a la asamblea, pese a que no quedó claro si es compatible la militancia en Podemos con la de la nueva Marea.

El tiempo apremia

A la guerra de bandos se une un factor que añade una nueva dificultad a la conformación de la candidatura definitiva, que es el de los plazos. Si Alberto Núñez Feijóo decidiese hacer coincidir las elecciones gallegas con las vascas y celebrarlas el 25 de septiembre, las listas deberían estar cerradas alrededor del 20 de agosto, con lo que se verían obligados a culminar la negociación del eventual pacto, los nombres y el programa electoral en un período de menos de tres semanas.

En ese escenario, la cuestión central sería, además de la marca que aparezca en la papeleta, el reparto de los puestos de salida, ya que la gran queja de Podemos en las últimas semanas ha sido la de encontrarse «infrarrepresentado» dentro de la alianza, pues los de Iglesias creen que aportan más votos a la coalición del resultado que obtienen y de su capacidad efectiva de mando.

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