Entrevista

Xoaquín F. Leiceaga: «Si no se invierte la curva demográfica, la Europa del mañana será la Galicia de hoy»

Su último ensayo «O país do porvir» (Galaxia) diagnostica el pasado reciente de Galicia y señala, en clave de futuro, los retos colectivos pendientes

Fernández Leiceaga este martes en una calle de Santiago MIGUEL MUÑIZ

José Luis Jiménez

Reconoce que su último libro destila «un optimismo retrospectivo» fruto de que la lectura de Xoaquín Fernández Leiceaga (Noia, 1961) de los últmos cuarenta años «de democracia y autogobierno es positiva». «Nos hemos transformado, modernizado y cambiado nuestros retos y dificultades, lo que es un indicador de éxito», pero la siguiente curva trae «nuevos desafíos» ante los que no oculta «preocupación».

- Es un libro muy diagnóstico, que firma Leiceaga pero creo que Pedro Puy no diferiría mucho ni del análisis ni de sus conclusiones...

Puede ser. De hecho, he compartido con mucha gente muchas cosas que están en el libro. Procede de muchas sesiones diversas, algunas en el Foro Económico de Galicia, la Fundación Juana de Vega, en distintos foros académicos... Está claro que tiene un trabajo colectivo detrás aunque la responsabilidad de escribirlas es mía. Me apoyo en trabajos de otros que le dan más solidez.

- La sensación que me queda es que al final no lo hemos hecho tan mal como sociedad...

Algunos lectores me dicen que es un libro muy optimista, pero yo creo que es un optimismo retrospectivo. La lectura que hago de los últimos 40 años de democracia y autogobierno es positiva. Nos hemos transformado, modernizado, hemos cambiado nuestros retos y dificultades, lo que es un indicador de éxito. Y ahora afrontamos nuevos desafíos. El libro tiene dos partes, optimismo con la mirada hacia atrás y preocupación hacia adelante. Estamos en un cambio de época donde los problemas y métodos hay que inventarlos, no valen los del pasado.

- En economía, ¿el pesimismo en el diagnóstico es más fácil que el triunfalismo?

Se dice desde Adam Smith que la economía es una ciencia triste y lúgubre, puede haber algo de eso. Sobre todo, tendemos a confrontar nuestras visiones con un modelo ideal donde todo funciona plenamente, y nos caracterizamos por situar el punto de vista en los errores y dificultades. Eso forma parte casi del ADN de la profesión. Nacimos para auxiliar a los que tomaban decisiones y tenían poder. Hay un ánimo de diagnóstico negativo y de reformas que el libro es dependiente de eso.

- ¿El debate económico a veces peca de un excesivo dogmatismo?

Sí, sobre todo cuando ese debate se da en el ámbito político. En la academia hay una enorme libertad. Hay pertenencia a escuelas de pensamiento económico con diversas referencias, pero en el mundo académico cada vez prevalece más el escrutinio y el respeto a los datos, como una ciencia empírica. Eso restringe el ámbito de confrontación. En la política, cuando se debate de economía, sí hay ese dogmatismo, pero no solo cuando se habla de economía.

- Vamos con las citas. «En Galicia falta proyecto colectivo».

Creo que eso es así. Nuestro autogobierno nace casi como un regalo que se deduce de la construcción del estado autonómico, pero no porque existiera una enorme demanda. Nacemos con ese pecado original. Hay una instalación en la autonomía muy pasiva, y aún vivimos algo de eso. Las élites locales tienen un peso enorme. Y eso hace que la confrontación entre proyectos urbanos distintos condicione lo que se hace desde Galicia. Eso intentaba trasladar. No es que no exista ningún proyecto colectivo, pero el que existe está demasiado basado en la mera gestión de lo existente. La propia conformación del Parlamento da más peso a ámbitos más conservadores, donde la población mayor tiene más peso. Eso dificulta que se pueda elevar la mirada hacia el futuro.

- Otra frase suya. «Galicia es una realidad urbana reconocible en el occidente, sin expresión institucional ni conciencia de conjunto».

Los que andamos por aquí sabemos que desde Ferrol a Tui hay una realidad urbana plural, policéntrica, que existe. Conozco gente que vive en Vigo y trabaja en Santiago, o al revés; o que viven en Vigo y van de compras a Coruña. Funcionamos en este sentido como una unidad articulada por la AP-9 y el eje ferroviario. Esto aún no funciona como cierta unidad, en parte por motivos físicos: los peajes son una barrera incuestionable. O la falta de una red de cercanías en el Eje Atlántico. Y además porque estamos fracturados por dos provincias, cinco ciudades y dos polos demasiado marcados, Coruña y Vigo, que se miran de reojo y tienen la prevención de Santiago como capital. Necesitaríamos volcar toda la fuerza en proyectos conjuntos que permitieran la autonomía municipal y permitiera realidades nuevas.

- Afirma que Galicia es una «urbe policéntrica» en la AP-9. ¿En qué lugar deja eso a Lugo y Orense?

Hago una cierta exageración. Hace años en Francia se hablaba de París y el desierto francés. Aquí parece que tengamos el Eje Atlántico y todo lo demás. Esas dos ciudades hay que reforzarlas porque serán la realidad urbana de referencia para amplios territorios donde vive gente, y también con un horizonte, vincularse cuanto más mejor al Eje Atlántico. A veces estamos preocupados por las conexiones con Madrid y seguramente es más importante aún vincularse al Eje, porque es donde pasan cosas en la proximidad que interesa.

- Por lo que se afirma en el libro, solo se le augura crecimiento demográfico a Vigo y Santiago, ¿dónde queda La Coruña?

Es una lectura de las proyecciones que hace el IGE. Me limito a recogerlo. Esas proyecciones dependen de que los parámetros básicos no se alteren. Si hay más crecimiento económico en La Coruña y hay más inmigración, esto no sucederá; si no pasa nada y las cosas siguen igual, esto es lo que va a suceder. Es una llamada de atención. El resto del territorio ni siquiera va a tener la resistencia económica que tiene La Coruña. Vamos a tener un declive demográfico muy marcado en los próximos 20-30 años.

«La división provincial sirve de poco; la comarcalización carece de sentido». ¿Cuál es su modelo para organizar Galicia?

Creo que si atendemos a distintas funciones, me parece que el modelo que más se ajustaría sería el de las áreas sanitarias antes de la última reforma, que contemplaba incluso área en A Mariña o Monforte. Se ajusta más a la realidad de la población. ¿Modelo provincial? A Estrada tiene como referencia urbana a Santiago, por poner un ejemplo. Seguramente en zonas del norte de Lugo ven As Pontes más cerca que ningún otro sitio. Hay una división provincial que la mejora de las comunicaciones ha dejado obsoleta en muchos lugares. Entre Vilagarcía y Santiago hay tanta conexión como entre Vigo y Pontevedra.

- La dispersión territorial, ¿debilidad o fortaleza?

Debilidad. Lo que pasa es que es una realidad incuestionable y hay que enfrentarse a ella. En su momento tuvo todo el sentido del mundo, éramos un país agrario que aprovechaba hasta el último extremo del territorio productivo. Hoy en día, la dispersión es menor y con menos densidad. Las aldeas se quedan vacías. Esto plantea más exigencias en términos de servicios públicos, de comunicación y atención a los que viven allí. Es un modelo que tiene un coste muy superior a otros más concentrados. Vivimos una ordenación territorial que es muy cara. Y debemos saberlo. Por eso es tan importante ser capaces de ordenar: tener servicios públicos accesibles a una distancia razonable y procurar hacerlo con racionalidad.

- ¿La solución al problema demográfico pasa por las capacidades de una Comunidad Autónoma?

Los problemas demográficos no pueden ser enfrentados desde la demografía. La demografía es una ciencia descriptiva. Hay que afrontarlo desde la economía, la sociología y la política. Lo que hay que hacer, básicamente, es ser más capaces en la creación de empleo. Esto es lo que determina el futuro demográfico, y medidas que compatibilicen familia y trabajo a hombres y mujeres. Se tiene la impresión de que la igualdad entre sexos es contraria a la recuperación demográfica, pero no es verdad. Los datos de las últimas dos décadas dicen lo contrario.

- ¿El Orense de hoy es la Galicia de mañana?

En términos demográficos podría ser, si no conseguimos invertir un poco la trayectoria del conjunto. Y la Galicia de hoy podrá ser la Europa del mañana si no invierten un poco la curva.

- Jubilaciones. Propone aproximar la edad efectiva de jubilación a la edad legal. Pero el Pacto de Toledo plantea que los funcionarios se jubilen a los 60. Hay mensajes contradictorios aquí...

No sabemos que propondrá el Pacto hasta que no se cierre. Pero aproximar edad efectiva a edad legal es el mensaje que hace escasas semanas lanzó el ministro Escrivá. Las cosas deben ir por ahí. También soy partidario de flexibilizar la edad de jubilación, como ocurre hoy con los profesores universitarios, que pueden jubilarse desde los 60 a los 70. Si se jubilan antes de los 65 son penalizados, pero podrían continuar en determinadas circunstancias. Esto abre una vía para compatibilizar la sostenibilidad del sistema de pensiones con los deseos individuales, que muchas veces son contradictorios. Debe formar parte de la libertad son individuales.

- ¿Cómo atraemos a la inmigración, cómo les hacemos ver que es más atractiva que Madrid y Barcelona, y además la vida es más barata?

Eso tiene que ver con la capacidad de generar puestos de trabajo atractivos. Y pasa también, y es una fase anterior, por tener cursos de formación de alto nivel competitivos después de que se acaba el periodo de escolarización universitario. ¿Y cómo hacemos esto? Tiene que ser una política de medio y largo plazo, con consenso, seguida con cierto rigor. ¿Dónde tenemos el gran déficit en Galicia en el comercio externo? En los servicios avanzados, que dependen de Madrid y Barcelona. Si convencemos a las grandes empresas y a las administraciones para que se demanden servicios localizados en el territorio, habremos hecho bastantes cosas.

- Financiación autonómica. Afirma que el sistema «quedaría herido de muerte» si Cataluña quedara fuera. ¿Cómo convencemos fiscalmente a los catalanes?

Esa es la gran dificultad que tenemos en términos de articulación territorial: cómo seducimos a los catalanes sin atentar contra el que debería ser y es en buena medida uno de los rasgos de nuestro sistema territorial, la igualdad entre ciudadanos. Mi apuesta personal pasaría por aceptar la diversidad de soluciones en el plano político, la existencia de CCAA con distinto nivel competencial, y eso es compatible con nuestro texto constitucional, mientras en el plano económico-financiero damos igualdad de trato a las Comunidades. Y si un territorio quiere prestar mejores servicios tendrá que pedir más dinero a sus ciudadanos. Porque las preferencias en autogobierno son diversas. Cataluña o País Vasco no son Extremadura o Galicia, por ejemplo.

- Plantea ceder el IRPF a las CCAA y que el Estado se quede el IVA. ¿Es su fórmula?

No, no. Hubo algunas propuestas en ese sentido hace algún tiempo que hay que entender su razón. En el IVA las CCAA no tienen capacidad normativa. Hay alguna propuesta bien fundamentada para que las decisiones sobre los tipos IVA se adopten colectivamente por las CCAA, pero esto plantea problemas de índole institucional, dónde se aprueba, con qué mayorías. Frente a eso, la alternativa de que las CCAA ya tienen capacidad normativa en el IRPF. Yo no soy partidario de esta fórmula porque en el IRPF se expresa también la solidaridad social a través de la progresividad del impuesto. Defiendo que el Estado se reserve el 50% que tiene hoy. La autonomía tributaria de las Comunidades debe pasar por transformar en propios algunos impuestos que son solo cedidos, e incorporar la tributación verde, sobre el territorio.

- ¿Hay más porvenir en las empresas gallegas fuera de los límites de la UE?

No es que haya más porvenir. La UE es un mercado exigente, competitivo. Si eres capaz de vender en Europa, estás preparado para vender en cualquier sitio. Si queremos perseguir el crecimiento de la demanda allí donde se va a producir, tenemos que salir de la UE, que es un mercado muy maduro, de escaso crecimiento demográfico. Pensar en entrar en Turquía, Brasil o el Sudeste Asiático es un elemento más de reforzamiento de la posición competitiva de las empresas.

- «Galicia fue quien de mantener el crecimiento de su deuda en niveles razonables». Esto no se le oye a la izquierda gallega...

Creo que hay que decir las cosas como son. Desde el inicio de la crisis, la deuda autonómica creció mucho, la gallega también, pero Galicia partía de un nivel más bajo y mantuvo un perfil de crecimiento más moderado. A partir de ahí, se pueden hacer valoraciones diversas pero no se puede confundir la realidad. La mayoría de la deuda gallega la generó el actual presidente pero fue bastante responsable con el nivel de deuda.

- ¿Es su libro un discurso contra el discurso de la discriminación de Galicia?

Tiene esa dimensión. Hay un discurso desde una parte de la sociedad gallega que tiende a culpar de todo al Estado, no solo en la izquierda, también en parte de la derecha. Pero cuando uno analiza cómo se ha comportado el Estado en financiación autonómica o inversión en infraestructuras, en términos agregados ese discurso no se sostiene. El sistema de pensiones de Galicia sería difícilmente viable si no fuera porque estamos integrados en el sistema español. La pertenencia a un mercado más integrado como el español ha sido beneficioso para Galicia, no solo en términos de mercado, sino también políticos.

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