Resistencia Galega

Sin rastro de diez pistolas adquiridas en el mercado negro

En los registros del escondite de la banda armada solo aparecieron tres armas y cartuchería

Concentración de apoyo a los detenidos celebrada el pasado día 17 en Santiago MIGUEL MUÑIZ

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Los registros llevados a cabo por la Guardia Civil en la casa donde los líderes de Resistencia Galega malvivieron durante años se saldaron con la intervención de tres armas y abundante cartuchería . Según fuentes oficiales del Instituto Armado se trata de un fusil de asalto Cetme LC, un arma detonadora y un revólver del calibre 22, además de diversos cartuchos de distintos calibres. Además, los agentes se llevaron un gran número de bolsas repletas de documentación que está siendo analizada y dinero en metálico que Antón García Matos y Asunción Losada Camba guardaban en una infravivienda en la que no contaban con luz eléctrica ni agua .

Los registros de este escondite ubicado en Fornelos de Montes se dilataron a lo largo de más de trece horas, pero los agentes no localizaron uno de los arsenales que creen que la banda adquirió en el mercado negro hace unos años y de los que no había rastro en la casa. Según pudo saber ABC, son una decena de pistolas de marca FN como las que usaba la organización terrorista ETA . Las mismas fuentes, próximas a las pesquisas que propiciaron la caída de Resistencia, indicaron que los registros se retrasaron casi una semana para controlar la zona por si alguno de los colaboradores de la banda se aproximaba a «limpiar» el lugar.

Con la intuición de que la organización podría estar preparando alguna acción violenta de cara al próximo 25 de julio, las averiguaciones de la Guardia Civil se centran ahora en analizar todo el material requisado para conocer hasta dónde llegaban los tentáculos de este banda, tocada de muerte por los varapalos policiales de los últimos años, pero que seguía manteniendo una suerte de comandos o grupúsculos en la provincia de Pontevedra y en la capital gallega.

Aislados y con lo básico

Sin colaboración por parte de los dos detenidos , visiblemente mermados por los años en la clandestinidad y las circunstancias en las que subsistieron, los numerosos agentes desplazados hasta este remoto enclave descubrieron una guarida a la que no resulta fácil acceder en coche y de la que los líderes de Resistencia solo salían para encontrarse con sus enlaces y cubrir sus necesidades básicas. El resto del tiempo, García Matos y Losada Camba se ocultaban en un entorno rural en el que apenas llegaron a establecer vínculos con unos vecinos que no salen de su asombro. Trece años después de su sonada huída, ahora la cúpula de Resistencia Galega se enfrenta a numerosas acusaciones basadas en las investigaciones de la Audiencia Nacional, que les achaca más de un centenar de atentados en tierras gallegas desde 2005.

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