Los líderes del PP nacional y gallego, Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo
Los líderes del PP nacional y gallego, Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo - EFE
Campaña electoral

El PP de Feijóo, ante el desafío de contener el avance de Ciudadanos

Las encuestas revelan que la única amenaza a la hegemonía popular en Galicia es la formación de Rivera

Último test de Besteiro antes de las autonómicas. Jaque de En Marea al BNG por los escaños del nacionalismo

Santiago Actualizado: Guardar
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En Galicia no se dirime quién será el presidente del Gobierno sino qué escenario electoral, qué foto fija será la resultante a menos de un año para las elecciones gallegas de otoño del año próximo. Esta noche arranca la campaña, y a la vista de las encuestas publicadas en las últimas semanas, la amenaza para el PPdeG de Alberto Núñez Feijóo no son los actuales partidos del arco parlamentario, sino la magnitud de la irrupción de Ciudadanos en Galicia. El último sondeo se conoció ayer, elaborado por Redondo y Asociados, y prevé que el PP obtenga 10 escaños, 6 para el PSOE, 5 para C’s, 2 para En Marea y ninguno para Nós, la coalición nacionalista del BNG.

Los cinco diputados del partido naranja son los que perdería el PP respecto a 2011, una caída que iría más allá de los tres escaños que la dirección popular se da como margen asumible de pérdida.

En la Nécora preocupa la entrada de C’s, a pesar de su carencia de mensaje propio para Galicia, el desconocimiento de sus candidatos —y la aparente insolvencia discursiva— y la ausencia de estructura orgánica en el territorio. Albert Rivera lo compensa todo.

El PP sabe que las dos provinciasas del Eje Atlántico, por su mayor estrucctura urbana, son el caldo perfecto parara C’s. Pero con lo que no contaba es queue Rivera alcance —como predice la enncuesta de ayer— el 20% en Lugo y Orense, dos feudos populares donde se daba por hecho que llegar al 17% —el mínimo para lograr escaño— era tarea imposible para los naranjas. Tampoco era previsible que el PSOE, que también trasvasa una parte (aunque menor) de su electorado a Ciudadanos, resultara igualmente víctima propiciatoria.

La desgastada marca del PP nacional frente a la resistente PPdeG, la controvertida gestión del Gobierno frente a una Xunta menos castigada, y un candidato instalado en el suspenso como Rajoy frente a un Feijóo que es el más valorado en Galicia. Tres variables que medirán el grado de resistencia de la derecha gallega al escenario nacional, el último test electoral antes las autonómicas para las que todavía se ignora si se presentará Feijóo para un tercer mandato. Su figura es el antídoto que el PPdeG empleará para intentar frenar a Rivera, que con una nula inversión en términos de propuestas y personas aspira a morder con fuerza en la Comunidad.

La izquierda tradicional del PSdeG-PSOE también se resiente por la irrupción de las nuevas fuerzas. Además, la fragilidad del liderazgo de Gómez Besteiro —resultado de su imputación judicial y del ruido interno provocado por la continua guerra entre las familias— repercutirá en una previsible caída en votos, pero puede que no en escaños como apunta la encuesta Redondo y Asociados. Los socialistas no consiguen diferenciar su discurso, siempre solapado por los escándalos —Diputación de Lugo, disolución de la agrupación de Santiago, purga de los candidatos orensanos—. Además su entrega de facto a las franquicias de Podemos, facilitando el acceso a las alcaldías de los alcaldes de la Mareas, provoca el recelo en sus votantes más moderados y el alejamiento del votante más a la izquierda que opta por entregar su confianza a los radicales.

La estrategia de la dirección socialista pasa por transmitir la idea de la alianza entre el candidato Pedro Sánchez y el líder gallego, José Ramón Gómez Besteiro. Dirigentes del PSOE gallego confirmaron a ABC que «Besteiro depende de Sánchez, si gana lo va a sujetar y si pierde Besteiro se irá antes». En todo caso, la decisión del barón gallego es hacer oídos sordos a las críticas y continuar trabajando para «conseguir el mejor resultado posible». Solo los suyos se mantienen a la expectativa y transmiten incertidumbre y desconfianza, mientras los enemigos crecientes esperan su momento para reclamar lo que «nos quitaron».

Las sensaciones en la izquierda radical son diferentes. Guiados por el entusiasmo que supone el reconocimiento mediático del líder nacional, Pablo Iglesias, transmiten seguridad y confianza «en el proyecto de ruptura». Yolanda Díaz afirma «dormir poco y tener sensación de que algo grande va a pasar». Algún dirigente confiesa que « no se pueden cometer tropiezos como pagar el ágape a los alcaldes —la semana pasada en Compostela y La Coruña— con fondos públicos» y admiten que «el cambio épico es irreversible».

La euforia de las Mareas tiene como víctima principalmente a los nacionalistas del BNG. Los sondeos indican que saldrán perjudicados por quedar fuera de la nueva alianza fraguada entre Anova, otros sectores minoritarios del nacionalismo y la izquierda rupturista española, que en Galicia representan Podemos e IU. Las encuestas revelan que por primera vez en 20 años puede no haber diputados del BNG en el Congreso. Un golpe no sólo a la imagen de la marca, sino a su estabilidad económica.

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