Luis Ojea - Cuaderno de viaje

Destino compartido

Sánchez y Besteiro comparten perfil político. Son personajes que se quedan en un fachada sin nada por debajo

Luis Ojea
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Pedro Sánchez y Gómez Besteiro no solo comparten el mismo perfil político, personajes que se quedan en fachada sin nada debajo a poco que uno rasque, sino que también parecen abocados a un mismo destino, el desalojo más temprano que tarde de sus despachos. Los que mandan en el PSOE ya le han mostrado a Sánchez la puerta de salida y el gallego sabe que cualquier otro líder en Ferraz no permitiría a un político investigado por cuatro delitos de corrupción urbanística ser cabeza de cartel en las autonómicas. Conscientes de ello y sin más convicción que el instinto por sobrevivir un día más, han unido su futuro emprendiendo juntos una huida hacia el abismo, arrodillándose ante Podemos y ante quien sea, porque si Pedro Sánchez no consigue ocupar el Palacio de la Moncloa ninguno de los dos podrá evitar la jubilación anticipada.

En todo caso, sea quien sea este año el candidato del PSdeG, será difícil que logre cambiar la tendencia autodestructiva en la que se ha sumido la organización con Gómez Besteiro al frente. El socialismo gallego es a día de hoy un partido sin discurso propio reconocible, en permanente convulsión interna y sin más referente que el caudillo de Vigo y sus caprichos. Las Mareas ya empezaron en las municipales a rentabilizar en la provincia de La Coruña la decadencia del PSOE. Ahora ya han extendido las redes a toda la Comunidad y las urnas confirmaron hace dos semanas el desplome del socialismo hacia ese suelo electoral marcado con Caballero en 1997. Entre el resultado del 20-D y el de hace 18 años hay apenas punto y medio de diferencia, que no tardará en recorrerse si mantienen su enfermiza afición por embarrarse en cada charco que encuentran y su presunto líder sigue mostrando una patológica incapacidad para decir algo sensato sobre cualquier cosa.

Por mucho que traten de engañarse a sí mismos, Sánchez y Besteiro saben en el fondo que han fracasado. Ninguno ha frenado la caída. Ambos han sumado catástrofe tras catástrofe en cada sucesiva cita electoral. Los suyos han sido liderazgos fallidos. Y con la estrategia suicida a la que se han aferrado tras las generales quizás hayan acelerado también su llegada al compartido punto de destino de ambos, el de buscar en estos primeros meses del año otra ocupación profesional fuera de la política.

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