Coronavirus, la desescalada en Galicia

La cita previa no convence: el comercio esperará otra semana

Las peluquerías sí arrancan: «El que más y el que menos necesita un corte»

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Una peluquería en Santiago de Compostela MIGUEL MUÑIZ

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En la zona nueva de Santiago de Compostela, Ricardo Barcos tiene la verja de su franquicia de ropa interior levantada. Pero de momento no atiende a la clientela. «El pequeño comercio con cita previa no funciona, si no hay otra novedad esperamos abrir el día 11», indica . Como en la mayoría de establecimientos de ropa de la ciudad que ayer no estaban cerrados a cal y canto, Barcos está realizando tareas de desinfección estos días para tenerlo todo a punto. La fase 0 de la desescalada solo permite atender a la clientela si ésta ha llamado previamiente. El próximo lunes si la provincia logra pasar a la fase 1 se eliminará este requisito para los establecimientos de menos de 400 metros.

En la capital gallega la actividad sí ha vuelto a las peluquerías. José Couselo espera para poder entrar en una barbería de la zona vieja. «Ya tengo el pelo un poco pasado», asevera . En estos establecimientos donde la cita previa ya es habitual los clientes han ido llamando en los últimos días. «Anunciamos en las redes sociales que estábamos abiertos, pero muchos ya habían contactado por teléfono. Hubo mucha respuesta», indica Sergio Illodo , que en estos días debe habituarse a cortar el pelo con guantes. «Las peluquerías están teniendo mucho trabajo. El que más y el que menos ya iba necesitando un corte de pelo», explica José María Seijas, presidente de la Federación Gallega de Comercio.

«La necesidad de abrir es acuciante, hemos estado casi dos meses parados y los gastos siguieron ahí» , añade Seijas, quien advierte que habrá ya un porcentaje importante que no pueda volver a levantar la persiana. María Brea, propietaria de la tienda de ropa Las Tres B B B, también ha decidido —si se puede— abrir la próxima semana. Ha aguantado gracias en parte a que su casero le ha flexibilizado el pago del alquiler del local. En la zona vieja de Santiago habla con Isabel Gendal, propietaria de una lencería próxima, de cómo podrán atender a la clientela. El sector tiene aún muchas dudas sobre cómo desinfectar las prendas. «Yo no puedo tener muchas tallas de cada modelo. Estamos buscando un sistema que nos permita hacerlo», indica Gendal. En la misma calle, Ángeles, de Nacho Jeans, se ha gastado entre 200-300 euros en una vaporeta, pero deberá dejar 48 horas en cuarentena las prendas si algún cliente se las prueba. «Yo soy bastante pesimista, no sé si el lunes próximo va a salir mucha gente a comprar. Entre el paro y el miedo...», se lamenta María Brea. Su clientela habitual es gente mayor y teme que no se animen a comprar ropa ante el miedo de contagiarse por coronavirus. Brea pide a la sociedad que no se olviden de ellos y los sustituyan definitivamente por plataformas online, que nunca han parado. «Si tu vendes, vas a comprar, vas a la cafetería, si no hay fluidez de dinero va a ser un palo muy grande», indica.

Muchos comerciantes reconocen además que no tienen claras todavía las exigencias para poder combinar la apertura con las medidas de prevención contra la Covid-19 . «Llevamos luchando algún tiempo para que los comerciantes tengan unas instrucciones claras que den seguridad y confianza a la clientela», subraya José María Seijas, quien valora que en los últimos días la Xunta haya publicado una circular con los protocolos. «Nosotros al estar en una franquicia recibimos las instrucciones de la marca central, que nos proporcionará también mascarillas y gel hidroalcohólico», indica Ricardo Barcos.

Aunque su actividad siempre ha estado permitida, la mayoría de fisioterapeutas habían cerrado sus clínicas en las últimas semanas para evitar la propagación del coronavirus . Al ritmo del inicio de la desescalada, son también muchos los que están retomando las consultas. «Durante la primera semana solo estoy atendiendo a la gente que tiene algo urgente y poco a poco espero ir aumentando la actividad», explica Fernando Vicario. Para ponerse en marcha tendrá que extremar las medidas higiénicas, trabajará con cita previa y distanciará los pacientes para que no tengan que estar juntos en la sala de espera, además de las mascarillas obligatorias.

Aunque hasta que llegue la fase 1 no se podrá volver a los bares, en el Café Lido empiezan a prepararse. «Tengo seis mesas en la terraza y abriré solo para atender tres», indica Rubén Lago. Las cuentas no le dan pero ha optado por ir poniéndose en marcha. «Si abres malo y si no abres malo también», resume . De momento trabajará él y si el virus lo permite espera poder ir rescatando del ERTE a sus empleados.

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