José Luis Cortiñas, acusado de haber asesinado en 2014 a su mujer, embarazada de cinco semanas
José Luis Cortiñas, acusado de haber asesinado en 2014 a su mujer, embarazada de cinco semanas - EFE

El asesino de Lupe Jiménez pide «perdón» a sus hijos por matar a su mujer embarazada

El hombre justifica que le entró «un arrebato» durante el forcejeo en el que dio 16 navajazos

Santiago Actualizado: Guardar
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Dos años después de haber asesinado a su mujer, embarazada de cinco semanas, con dieciséis puñaladas, José Luis Cortiñas pidió ayer perdón a los seis hijos que tenía en común con Lupe Jiménez. «Ojalá pueda volver a abrazarlos algún día», declaró el acusado en el primer día del juicio celebrado en la Audiencia de Pontevedra con fuertes medidas de seguridad para evitar enfrentamientos entre las familias, de etnia gitana, de la víctima y su verdugo, que expresó arrepentimiento, pero al mismo tiempo aseguró que fue fruto de un «arrebato». «No pude contenerme», llegó a decir en su interrogatorio.

Cortiñas rememoró que aquel 24 de febrero su mujer se subió al coche en la ciudad del Lérez «voluntariamente» para ir a Lugo a visitar a una de sus hijas.

Durante el camino, comenzaron a discutir: «Quería dar a luz en casa de su madre en Pontevedra». Su entonces marido no quería: «Nuestra vida estaba en Lugo». Afirmó que hicieron una parada y que, tras reanudar la marcha, se produjo el crimen. «Me dijo que el hijo que tenía dentro no era mío». Entonces, según la versión del asesino, la fallecida le atacó con un destornillador «que llevaba oculto en el mandilón» y que nunca apareció. El reaccionó cosiendo a su mujer a navajazos. Murió de manera «casi inmediata».

Sin embargo Cortiñas, que abandonó el cadáver en la localidad coruñesa de O Pino, siguió el viaje hasta Lugo, quemó la ropa manchada de sangre y la arrojó a un pozo en su casa. Después acudió a comisaría a denunciar la desaparición de su pareja. Lo hizo, argumentó, porque se le «metió en la cabeza que a lo mejor podía estar viva».

El cuerpo sin vida apareció un día después, lo contrario que el arma del crimen que el acusado llevaba en su vehículo «para hacer porros», informa Efe. No recordaba si había limpiado el coche ni tampoco qué hizo con la navaja y el destornillador: «Probablemente los habré tirado».

El juicio se desarrolló con normalidad pese a los insultos de la familia de la víctima que se encontraba entre el público. A la sala de vistas no acudió ningún pariente del acusado.

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