Vicente Ordaz - El faro

Siete preguntas

«Si en el PPCV estallara otro caso de corrupción, a esa hora no habrá ni partido ni honor que reparar»

Vicente Ordaz
Valencia Actualizado: Guardar
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Sí, hay que hablar del Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Y de su futuro, que lo tiene, aunque para eso, haya que cambiarlo todo; desde el fondo azul hasta la gaviota, desde la sede de Quart, hasta la práctica totalidad de rostros, cargos y nombres, nada puede quedar como está, si no lo próximo será bajar la persiana y quedar los viernes por la tarde para recordar tiempos pasados. ¿Quiere esto decir que los que hay al frente no están capacitados? No. Pero la herida que abre la Operación Taula es mortal.

La estructura del partido es responsable de lo ocurrido, aunque ninguno de los actuales dirigentes haya metido la «mano en la caja». ¿De verdad nadie sospechaba lo que podía pasar con el caso Imelsa? ¿Ha sido «total» la sorpresa cuando se han conocido las actuaciones policiales? ¿Durante trece años nadie siquiera estuvo sobre la pista de lo que se hacía? ¿Qué pintaban los Juan José Medina o Emilio Llopis en la Diputación de Valencia cuando Rus había tenido que poner pies en polvorosa en mayo? Lo siento pero no.

Toca asumir responsabilidad, no basta con pedir perdón. Si luego lo que has de pedir es la confianza del votante, hay que derribar la casa entera. Está en juego la supervivencia del partido.

En este sentido, muy aplaudida ha sido la propuesta de denunciar a aquellos miembros del partido que sean condenados por casos de corrupción ¿Está bien planteado? Sí ¿Servirá para algo?

No sé. El problema en este punto –y en el que parece no haber caído la cúpula de Quart– es que si por esas cosas que tiene la vida, estallara otro caso de «presunta» corrupción, ya dará igual que se denuncie a los condenados por dañar la imagen del partido, o que el PPCV decida construir hospitales para mejorar su imagen, porque a esa hora, no habrá ya ni partido, ni honor que reparar. No quedará nada.

Antes que empezar a pensar en denuncias futuras, hay que reconstruir. Hoy, ya. Y eso supone cambiar hasta los muebles. Es lo que demanda la ciudadanía, harta de escuchar que los mecanismos de control han fallado, porque algo no puede fallar si ni siquiera lo has puesto en marcha.

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