Toni Subiela - Peus de plom

Propósitos en marzo

«Los valores y la cultura que desatan las Fallas y el trabajo permanente de la gente persiguiendo nuevos retos, sirven como propósitos que deberíamos plantearnos cada día en nuestras vidas»

Montaje de la falla en la plaza del Ayuntamiento de Valencia EFE

Nos adentramos en el que probablemente sea el mes más especial para la mayoría de los valencianos y las valencianas. Con marzo llega nuestro momento, el de nuestra fiesta, reconocida en todo el mundo y patrimonio inmaterial de la humanidad proclamado por la UNESCO: las Fallas .

Las calles se llenan de luz y el olor a pólvora, chocolate y buñuelos, impregna todos los rincones de nuestras ciudades. Durante este mes se estrechan las distancias y se acercan los corazones sin importar de dónde viene cada uno de los vecinos ni cuáles son sus ideas. Lo importante es que se transmite que las diferencias se suman y se convierten en una ilusión colectiva, en un estallido de esfuerzo y emociones conjuntas.

Marzo es mágico, las Fallas nos unen y las compartimos en cada barrio. Durante todo un año las comisiones falleras, junto a sus artistas, trabajan en equipo con afán y emoción para, llegado el 14 de marzo, convertir nuestras ciudades en un auténtico museo de arte efímero que dinamiza enormemente a los comercios y profesionales que en estos días alegran sus empresas.

A lo largo del año, y en especial durante estos días, tienen lugar en Valencia una infinidad de actos que conforman esta festividad centenaria que, con respeto y dejando a un lado las discrepancias, celebramos ilusionados acogiendo con los brazos abiertos a un sinfín de visitantes que vienen a compartir y hacer suyas, por unos días, nuestras atracciones y tradiciones .

En marzo acudimos a la despertà al ritmo de los petardos y nos acompasamos con las muchas bandas de música que acompañan nuestros pasacalles. Hay conciertos, funciones y actividades de todo tipo, la cultura que nos describe está en mil escenarios repletos de gente que los vive intensamente.

El día diecinueve es el culmen de nuestra fiesta. Afloran sentimientos encontrados, de alegría, pero también de nostalgia por el final del ejercicio fallero. Con un espíritu envidiable, quemamos nuestros monumentos y con las cenizas aún calientes se empieza a trabajar enérgicamente para que las próximas fiestas sean, si cabe, aún mejores.

La proyección internacional de las Fallas, su capacidad de unir a las personas, su fomento del trabajo en equipo, la riqueza que promueven, los valores y la cultura que desatan y el trabajo permanente de la gente persiguiendo nuevos retos, sirven como propósitos que deberíamos plantearnos cada día en nuestras vidas.

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