Fernando Llopis - El último liberal

El pagafantas o el Aquarius en Alesia

«No se trata de que los ciudadanos de a pie paguemos las fantas, mientras las mafias de la inmigración ilegal brindan con caro whisky»

Oltra en la reunión de los preparativos del dispositivo de acogida del Aquaris en Valencia EFE

Tomar decisiones complicadas nunca ha sido sencillo, sobre todo cuando entran en conflicto razón y corazón. Durante la guerra de las Galias, Julio Cesar sometió a sitio a la ciudad de Alesia construyendo una gran empalizada a su alrededor. Cuando empezaron a escasear alimentos para sitiados y sitiadores, el líder galo Vercingetorix decidió poner en aprietos a su rival a la vez que limitaba sus problemas. Así, forzó a todos aquellos de los suyos que no pudieran ser útiles para la lucha a que buscaran cobijo en la fortaleza de Cesar. De esta forma, fundamentalmente mujeres y niños de las familias pobres abandonaron Alesia y pidieron ser alimentados por los romanos. Cesar ordenó que no se les abriesen las puertas ya que no tenía grano para alimentarlos. De regreso a su ciudad, tampoco consiguieron que los líderes galos les dejaran entrar en Alesia, con lo cual encontraron su muerte por hambre entre ambas empalizadas.

Abandonados entre dos fronteras y probablemente entro dos mundos es donde se encuentran miles de personas que buscan refugio o trabajo en la próspera Europa. Ante estos problemas, algunos tratan de sacar partido, y como en la estratagema de Vercingetorix, nos encontramos con los listos de las mafias de inmigración ilegal que quieren aprovecharse de las dudas y buenos sentimientos de algunos europeos . El truco parece fácil, embarcar a los que contratan sus servicios en barcas de goma con las que un europeo no se lanzaría ni a una piscina, para posteriormente abandonarlas lo suficientemente cerca de los barcos gestionados por las ONG, que obviamente los rescatan. Una vez son subidos al barco, parece que no es posible devolverlos a las costas de donde se inició su último viaje. Así, las mafias han cobrado un dinero por un trabajo que realizarán otros. Dada su cercanía con las costas de partida y la inexistente política europea para abordar el tema de manera valiente y razonada, hasta la fecha han sido tradicionalmente Italia y Malta los pagafantas de la Unión Europea . Pero aprovechando el cambio de gobierno, estos países han dicho de forma populista “Basta”, dejando el testigo de pagafantas a nuestro nuevo presidente de Gobierno que, secundado por la populista Mónica Oltra, han ofrecido a la mitad de los puertos del Mediterráneo valenciano como destino de los barcos. Es probable que Oltra desee ocultar su desastrosa gestión de los servicios sociales con las imágenes de mártir volcada en el rescate de inmigrantes al borde de la muerte,

También, el President de la Generalitat Catalana, Torra, ha pasado del discurso “españoles go home” al “Refugees welcome” con una facilidad asombrosa. Solo faltaba la aparición de Grande-Marlaska, nuevo ministro de interior socialista, con su afirmación de que toca retirar las concertinas (cuchillas) de la valla de Ceuta y Melilla, dejando a los pies de los caballos a los guardias civiles que allí protegen las fronteras.

Oltra en la reunión de los preparativos del dispositivo de acogida del Aquaris en Valencia EFE

Al final, uno asiste atónito al nivel demostrado de nuestros dirigentes, ya con cierta desesperanza. En Europa nadie ha realizado una planificación de acciones a realizar cuando surgen estas crisis y hemos dejado al “esto lo pago yo” de algunos políticos, obviamente cuando quieren decir esto lo pagan los españoles.

Me sabe mal indicar que parece incompatible el estado del bienestar con la recepción de todos los inmigrantes ilegales que salgan de las costas de Libia. Tampoco tiene sentido definir un sistema de inmigración legal y controlada si se abren totalmente las puertas a la ilegal.

Es evidente que lo del Aquarius es una excepción humanitaria, pero no se debe convertir en una norma . Es preferible que el presidente del Gobierno lleve el asunto a Bruselas y allí dé la batalla en busca de una solución en vez de buscar la foto y repartir un millar de certificados de refugiados cada semana.

No se trata de imitar a Cesar con los refugiados de Alesia, pero tampoco de que los ciudadanos de a pie paguemos las fantas, mientras las mafias brindan con caro whisky.

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