Política

Descontento entre sectores del PP por las formas de Génova para imponer a su candidato en Valencia

La dirección nacional allana el camino del liderazgo a Carlos Mazón, mientras Isabel Bonig trata de ganar tiempo hasta el congreso regional

Alcaldes populares recelan de que el proceso haya sido tutelado desde Alicante

Última hora del coronavirus y las fases de la desescalada en la Comunidad Valenciana

Isabel Bonig, Vicente Mompó, Belén Hoyo, Juan Ramón Adsuara, María José Catalá y Fernando de Rosa, en la imagen difundida el pasado domingo PPCV

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No ha hecho falta el análisis de un experto en gestualidad para que la fotografía que el pasado domingo difundió el PPCV sobre el acuerdo entre familias para que Vicente Mompó sea el candidato a la presidencia del partido en la provincia de Valencia siga siendo comentada. En ella aparecen el «elegido»; la presidenta regional, Isabel Bonig; la portavoz en el Ayuntamiento de Valencia, María José Catalá; la diputada nacional Belén Hoyo; el senador Fernando de Rosa; y el portavoz del PP en la Diputación de Valencia y hasta ahora líder de la gestora, Juan Ramón Adsuara.

Dentro de los círculos populares se admite que la imagen muestra unos rostros de, mayoritariamente, no excesiva felicidad y la evidencia de que el llamado «pacto» fue realmente un acatamiento de la decisión de Génova en el que cada uno de los actores tuvo que decidir cómo jugar su papel. Pese al asentimiento colectivo -quitando del exdiputado nacional Juan Vicente Pérez, quien sigue adelante con su candidatura alternativa-, varias fuentes apuntan a que existe un descontento sobre las formas usadas por parte de la dirección nacional y sobre el perfil escogido tras más de 8 años sin cónclave (pese a que Mompó genera simpatía). Tampoco ha gustado -sobre todo a varios alcaldes- que el proceso haya sido tutelado, además de por el secretario general del PP, Teodoro García Egea, por el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón (una de las primeras personas con las que habló Mompó).

El desenlace ha tenido lugar en cuestión de días este pasado fin de semana, pero la idea de la celebración de los congresos y los posibles nombres se encontraba encima de la mesa desde hace meses. La formación comenzó el año con la disyuntiva de si abrir el melón en 2020 o en 2021. Y, pese a que desde la dirección regional se apuntó a que finalmente se celebrarían el próximo año, no era una determinación firme por parte de Génova. De hecho, en febrero ya se barruntaba la idea de fijar los cónclaves para abril, aunque no se sabía si juntarlos con los de otros territorios.

El coronavirus paralizaba esta posibilidad, pero las prisas han provocado que se retomara en cuanto se ha podido y ya se haya aprobado el calendario: el 10 de julio Valencia ciudad, el 18 Alicante provincia y el 25 Valencia provincia. El acelerón, de hecho, ha sorprendido a muchos, por lo que las lecturas en todo este asunto son múltiples.

La influencia de Betoret

El paréntesis de la pandemia ha servido para que el trabajo de campo del diputado nacional Vicente Betoret -quien ha sabido granjearse una posición fuerte en Madrid y todavía conserva cierto predicamento en la provincia de Valencia- acabe dando sus frutos.

Vicente Mompó y Carlos Gil eran los dos nombres que avalaba desde hace un tiempo ante el escenario de no poder presentarse él mismo -debido, entre otros motivos, a continuar salpicado por el caso Taula-. Aunque en las quinielas se situaban otros perfiles. La opción favorita de Isabel Bonig era la parlamentaria Elena Bastidas , pero sus ambiciones se encuentran alejadas de la primera línea orgánica. El diputado Javi Montero o la alcaldesa de Puzol, Paz Carceller, también llegaron a sonar. Modesto Martínez y Fernando de Rosa (apuestas de Belén Hoyo, especialmente este último) o José Vicente Anaya (cercano a María José Catalá) eran otros perfiles que se mencionaban, mientras casi todas las voces descabalgaban a Juan Ramón Adsuara de la carrera.

Pablo Casado, en Valencia, junto a Isabel Bonig y Carlos Mazón ABC

Con el transcurso de los meses, el dedo señalador de Teodoro García Egea se dirigió hacia Mompó, un prácticamente desconocido alcalde de Gavarda (una población de mil habitantes) , quien a lo largo de las últimas semanas se ha estado moviendo a nivel interno para sumar apoyos. Un movimiento, el de Egea, que, además de suponer un espaldarazo a Betoret, cuenta con el apoyo de Carlos Mazón , otro de los grandes protagonistas de todas estas maniobras. El presidente de la Diputación de Alicante y próximo líder provincial (salvo sorpresa) procedente del «zaplanismo» es visto como la apuesta de Génova para ser presidente regional en sustitución de Isabel Bonig.

Las negociaciones para el acuerdo final entre familias del PP, sin embargo, han tenido que esperar a este fin de semana, durante el cual las conversaciones han sido intensas y han elevado la tensión. Pese a que Mompó no era la primera opción de Bonig, plantear una batalla era arriesgado . No contaba con un perfil alternativo fuerte como pudiera haber sido Bastidas y entrar en conflicto en este momento hubiera supuesto abrir en canal al partido, por lo que optó por una aceptación.

Una cesión con la que ha evitado el choque directo con Madrid, con la que ahora tratará de colocar a piezas cercanas en la nueva dirección que surja del cónclave y con la que logra ganar tiempo por lo que pudiera pasar hasta el congreso regional -previsiblemente en 2021-. La actitud poco batalladora de Bonig en este asunto ha causado cierto asombro entre determinados sectores del partido y se ha interpretado como un intento de reconstruir relaciones con Génova para tratar de ganarse el favor en su intención -mostrada en reiteradas ocasiones- de revalidar el cargo.

La siguiente cesión ha sido la de la portavoz popular en el Ayuntamiento de Valencia, María José Catalá , quien nunca ha dejado de sonar para la presidencia regional. Su labor está ahora centrada en la ciudad, aunque sus aspiraciones puedan ir más allá, y la dirección nacional también parece haberle señalado el objetivo primero de ganar la alcaldía. Aunque no exhibe demasiada sintonía con Mompó, resulta relevante para ella el hecho de que su congreso se celebre el primero de todos . Una condición que, según algunas fuentes, ha conseguido arrancar a Génova en todo el proceso negociador para retener de antemano la ciudad y evitar los problemas que pueda generar un cónclave provincial previo -por ejemplo, la posibilidad de que pudieran surgirle contrincantes-.

La aceptación también llegó por parte del sector de la diputada nacional Belén Hoyo -cercana a Pablo Casado y a quien tampoco se ha descartado para cargos orgánicos en la Comunidad Valenciana-, pero según distintas voces con grandes resistencias . Su apuesta clara era la de Fernando de Rosa, quien se había mostrado dispuesto a dar un paso adelante, pero nada ha frenado la decisión de García Egea, quien ha pilotado en primera persona este «dedazo».

Control de Génova y de Mazón

Las prisas y el control directo -sin posibilidad de contestación explícita- que ahora ha tomado la dirección nacional responden, en opinión de muchos, a dos cuestiones. De un lado, la importancia del territorio de cara a un congreso nacional en el que Casado, pero también Egea, habrán de ratificar su liderazgo. Con otras autonomías como Galicia, con Alberto Núñez Feijóo al frente, cuestionando la estrategia del presidente del PP respecto a Ciudadanos y Vox, la posición de fuerza tendrá que venir del dominio de otras zonas de España, como es el caso de la Comunidad Valenciana, la cual por número de votos aporta importantes apoyos. De ahí que Egea, según las mismas fuentes, esté buscando afianzar cuanto antes posiciones de perfiles cercanos, como Mazón o Mompó.

Muestra de ello es que, por ejemplo, en Valencia provincia y ciudad se pueda justificar la celebración de un cónclave al estar dirigido el partido por gestoras, pero no ocurra lo mismo en Alicante y el congreso vaya a tener lugar igual.

De otro lado, el hecho se que se quiera colocar a Mazón al frente del PPCV -algo que todavía no se puede dar por hecho debido a lo cambiante de la política- supone que haya de controlar las provincias . Con estos movimientos, ya tendría de su lado a Alicante y Valencia a la espera de Castellón.

La maniobra conlleva un elemento que hay quien no quiere dejar escapar. En Alicante no hace tantos años que el enfrentamiento entre Eduardo Zaplana y Francisco Camps provocó una profunda división en la provincia, por lo que este «juego» podría avivar las brasas que quedaron encendidas. Bajo el punto de vista de algunos, la contestación a la actual estrategia de poner la pasarela a Mazón podría llegar en el segundo asalto del congreso regional.

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