Música

Chimo Bayo: «Sería imposible revivir la Ruta del Bakalao»

El mítico dj valenciano presenta estos días nuevo single y su primera novela, «No iba a salir y me lie», escrito a cuatro manos junto a la periodista Emma Zafón

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Hubo un tiempo, hará ya casi treinta años, en que Valencia no era conocida por la corrupción política ni los desmanes urbanísticos, sino por sus legendarias sesiones de música de vanguardia. Hay relatos que aseguran de hecho que, a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa, la escena contracultural valenciana le daba sopas con ondas a las de Madrid y Barcelona. Antes de convertirse en carnaza mediática y símbolo de decadencia y desparrame cerebral, la Ruta del Bakalao (antes conocida como Ruta Destroy) era un referente en toda Europa. Y no solo por las drogas.

Pero poco queda de aquellas bacanales de 72 horas rompiendo suelas sin tregua. Aquella mítica carretera de El Saler, que concentraba en poco más de treinta kilómetros la crema y nata de esa nueva cultura de discoteca, forma hoy un cordón invisible de ruinas habitadas por animales errantes e indigentes sin hogar.

Chocolate, Puzzle… todo ha quedado reducido a montañas de escombros. La materialización de una mala resaca.

Imagen de Chimo Bayo en 1990
Imagen de Chimo Bayo en 1990 - RUTADESTROY.COM

Pero al menos nos quedan algunos testigos de excepción para describir el Zeitgeist de esos años irrepetibles. Chimo Bayo, maestro de ceremonias de las mañanas de domingo en El Templo y autor himnos universales de la electrónica como “Así me gusta a mí”, asegura no haberse dejado fagocitar por la nostalgia. Cada fin de semana sigue subiéndose a los escenarios de todo el país, alargando la leyenda de los temas antiguos pero introduciendo también otros nuevos. Estos días, sin ir más lejos, publica un nuevo single, “Diablo”, y se estrena como novelista.

¿Realidad o ficción?

“No iba a salir y me lie” (título propuesto por el mítico dj valenciano tras desechar “La última y nos vamos”) es un libro de ficción de contexto hiperrealista. Escrita a cuatro manos entre la periodista Emma Zafón (Castellón, 1987) y Chimo Bayo (Valencia, 1961), la novela parte de una hipótesis: ¿y si un grupo de veteranos fiesteros, ya bien entrados en los cuarenta, decidieran revivir la Ruta del Bakalao?. Guiados por los ecos nostálgicos de aquellos tiempos de desmesura, pero también por el desencanto y la sensación de fracaso típica del momento rigurosamente actual en el que se desarrolla la acción principal, estos amigos se empeñan en resucitar la discoteca El Templo –a pesar de su estado absolutamente ruinoso- y contratar para la sesión al que fuese su dj residente a principios de los noventa. Un tal “Lightman”.

Imagen de un flyer de Chocolate
Imagen de un flyer de Chocolate - RUTADESTROY.COM

El relato literario de esta improbable aventura está salpicada de flashbacks con jugosas anécdotas reales de los años de auge de la Ruta. “A principio mi idea era escribir una novela sobre la Ruta del Bakalao desde la perspectiva actual, porque me parecía que era un tema sobre el no había apenas literatura–explica Emma Zafón, quien confiesa no haber leído todavía “Destroy. El corazón del hombre es un abismo” (Drassana), de Carlos Aimeur, ni la historia oral de la Ruta que prepara el periodista Luis Costa para la editorial Contra-, pero me di cuenta de que necesitaba documentarme con alguien que lo hubiese vivido a fondo, ya que a mí por edad me pilló muy joven”. Así fue como contactó con Bayo, que se sumó sin dudarlo al proyecto y la puso en contacto con su círculo de viejas glorias: empresarios de la noche como Félix Gabaldón (Spook Factory) y dj’s como Kike Jaén y Luis Bonías. A sus testimonios se añadieron los de veteranos ruteros que –eso sí- pidieron mantener su anonimato en el libro. Y es comprensible: ellos son los que mejor pueden explicar los efectos psicalípticos de aquellas píldoras de mescalina que desaparecieron del mercado cuando aparecieron en escena las primeras pastillas de éxtasis (mucho más baratas); eran ellos los que tomaban la carretera cada fin de semana, salvando como podían los controles de policía; ellos son los que mejor pueden recordar esa estrafalaria costumbre consistente en llevar tablones de madera en el coche, con los que algunos improvisaban un podium sobre el techo del vehículo para reinar con su baile las mañanas de “parkineo”, mientras esperaban que la discoteca de turno reabriera sus puertas.

Imagen de Spook
Imagen de Spook - RUTADESTROY.COM

Los personajes de la novela, ensamblados a partir de los retales de personas reales, no tienen desperdicio, y aún así son bastante creíbles. Un antiguo rutero reconvertido en un desagradable e histriónico propietario de un puticlub del sglo XXI, comparte protagonismo con Toni, el típico guaperas al que los años y la falta de ambición han transformado en un cualquiera. Tras años sin saber el uno del otro, ambos coinciden en el funeral de un amigo, encuentro que da origen a la trama. “La gente se va a ver muy reflejada en el libro, porque muchos habrán vivido cosas parecidas. Yo la describo como una novela histórica de ficción, como “El Código da Vinci”, apunta Chimo con su habitual sorna. “La gente, cuando lo lea, tiene que averiguar qué es verdad y qué es ficción. Es parte del juego”.

La historia de los coros "Exta sí, exta no"

Bayo insiste en que “esto no es una biografía”, a pesar de que Lightman no es sino su alter ego. Tanto es así, que en “No iba a salir y me lie” se recoge aquella noche mítica en El Templo en la que el dj valenciano invitó a 3.000 feligreses a cantar a coro el himno “Exta, sí, exta no” que aparece sampleada una y otra vez en la grabación original del single "Así me gusta a mí". “Esa noche cogí el micro como hacía siempre y dije: “Oye, vamos a grabar lo que os llevo diciendo toda la semana. Quité la música, puse un bombo con una caja de ritmos que teníamos en la discoteca y les indiqué que ésa era la velocidad a la que iba a seguir el tema. Les avisé de que cuando quitara el bombo tenían que gritar el estribillo siguiendo esa cadencia. “¡¡¡Con energía, todos!!!” –recuerda entre risas-. Grabamos 15 ó 16 tomas, pero solo pudimos utilizar una, porque en las demás siempre se oía a alguien gritando alguna otra cosa fuera de tiempo”.

Chimo Bayo y Emma Zafón, coescritores del libro «No iba a salir y me lié»
Chimo Bayo y Emma Zafón, coescritores del libro «No iba a salir y me lié» - MIKEL PONCE

¿Acaso alguien ha intentado alguna vez revivir la Ruta? ¿Sería posible? Emma Zafón opina que “hay mucha gente a la que le encantaría”, mientras que Chimo disiente: “No sería posible. Quién sabe si la aparición de este libro pueda dar lugar a algo parecido… pero nunca sería en una discoteca en ruinas, habría que hacerlo bien. Lo que no podría repetirse es el fenómeno social y musical, porque aquello es irrepetible. Fue el resultado de muchos factores: la época, las discotecas, la ciudad, la música… Ahora no existe el mismo interés de la gente por aprender y escuchar música desconocida. Allí ponías un disco nuevo y lo bailaba todo el mundo; ahora pones un disco nuevo y se van todos. No de la discoteca, es que se van a casa a dormir. No hay tanto espacio para la música nueva porque los djs ahora tienen que darlo todo en una hora. En aquella época pinchábamos ocho horas seguidas, tenías tiempo para subir, bajar, entrar, salir... Te daba tiempo a jugar con los estilos musicales, pasar del rock al electro, del house al techno”. Entraba todo: desde Simple Minds a Killing, desde Chimo Bayo... a Nina Simone. “La música de fiesta ha variado un montón –coincide Zafón-. El público de las discotecas no tiene el interés cultural que había en el ambiente a finales de los ochenta”.

Drogas y autocontrol

Otra de las cuestiones que llaman la atención del libro es la holgura moral que se da entre la conciencia de los protagonistas y la voz omnisciente del narrador, que los presenta como seres decadentes y perdidos. “Queríamos hacer un retrato realista de una generación. Contarlo sin juzgar, pero sin ocultar las implicaciones que tuvo la Ruta del Bakalao en todos los sentidos. No queríamos esconder el problema de adicciones que ha generado en las generaciones posteriores”, indica la periodista. A sus 55 años, Chimo Bayo tampoco oculta el asunto de las drogas, pero sí pasa de puntillas. “Lo que puedo decir es que trabajar en la noche es mucho mejor que salir a divertirte, porque tienes más control sobre ti mismo y tienes que dar una imagen al público. Eso hace que te coartes en muchas cosas y sepas lo que tienes que hacer y lo que no. Yo pienso que siempre hay que ser la misma persona, tanto si te has tomado dos güisquis como lo que sea. Hay que intentar no volver loco ni a tu cerebro ni a los demás (ríe)”.

El destino ha querido que su hija, Tanya Bayo, haya seguido los pasos de su padre en la música. ¿Qué consejos le ha dado? “Cuando empezó a pinchar, yo le ayudé con la técnica, aunque ella tiene su propio estilo, y me parece muy bien. Recuerdo que, cuando empezó a pinchar sola, vino un día a casa y me dijo: “Eres el puto amo papá. ¿De verdad llevas más de treinta años trabajando en esto?”. Se había dado cuenta de lo difícil que es trabajar en la noche”. Pues eso, el puto amo. Vivito y coleando.

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